⚜️Capítulo 38⚜️

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Cedric camina en dirección a la sala de reuniones donde lo espera su padre. Camina por los pasillos con la cabeza en alto, mirada relajada y seria. Ve cómo varios de sus súbditos hacen una reverencia cuando pasa y otros se sobresaltan al verlo con sangre en sus ropas sucias. Con sangre en su piel. Hacía tiempo que no lo veían así. Mostrando el monstruo que esconde la ropa fina y joyas.

Llega a la sala y toca la puerta. Los guardias la abren y él entra. Su padre está solo. Sentado en la cabecera de la mesa. Recuerda la última vez que estuvo aquí.

Aquí fue donde su padre le ordenó ir al Norte.

Y le cambió la vida.

Ahora esos días parecían tan lejanos. Esos días en los que él sabía lo que quería. Esos días en los que no le importaba otra persona que no fuera él mismo.

Cedric hace una reverencia y se incorpora. Su padre lo mira a lo lejos y le indica que se siente. Cedric mueve la silla frente a él y se sienta, quedando frente a su padre al otro extremo de la larga mesa rectangular.

El Emperador se sirve una copa de vino y le brinda a su hijo. Él acepta. Un sirviente viene y le llena su copa de plata. Su padre y él beben en silencio al unísono. Luego El Emperador alza sus ojos poniendo la copa sobre la mesa.

— Dime nuestra situaciones actual.

— Flogodir cayó. Es nuestras.

El Emperador asiente en silencio.

— ¿Algo más?

— No.

—¿Estás seguro?¿Dónde están mis cincuenta hombres más fuertes y mejores guerreros? Los últimos informes dicen que salieron ilesos del ataque al Castillo.

Cedric humedece sus labios y bebe un sorbo de vino. Mira a su padre y luego desvía su mirada hacia los sirvientes y guardias que se encuentran en la sala.

El Emperador les ordena que se retiren. Al cerrarse la puerta y quedar completamente solos El Emperador se levanta de su silla y camina en dirección a su hijo.

— Dime que lo de la emboscada es cierto. Dime que no hay algo detrás de todo esto.

Cedric bebe vino tranquilo y no mira a su padre.

— Lo de la emboscada es cierto.

El Emperador levanta su mano y la dirige al rostro de Cedric pero él detiene la mano antes de que llegue a su cara. Su padre lo mira con los ojos abiertos. Cedric suelta la mano de su padre y se levanta. Hace una reverencia en señal de disculpa y respeto.

— Los soldados los repondré. Yo mismo entrenaré otro pelotón. Y serán más fuertes y eficaces. Te lo puedo asegurar.

El Emperador mira su hijo molesto. Respira y vuelve a caminar hasta su puesto en la mesa y toma su copa de vino.

— La idea era casar a Lucila Cedric. No quemar un reino.

— Las cosas... no salieron como planeamos.

— Me imagino.

Cedric mira a su padre.

— Escuché que tu esposa deslumbró a todos. En especial al príncipe.

— Ella no tuvo nada que ver en este asunto.

El Emperador entrecierra los ojos y pone sus manos sobre la mesa.

—¿Seguro? Porque si atacas a un reino dejas vivo al más débil de su casa para obtener información. En este caso sería al príncipe¡No al maldito Rey dueño del trono! ¡Es lo básico de atacar a un reino Cedric!¡Matas a su Rey y a su Reina!

Esposa virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora