⚜️Capítulo 30⚜️

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Lleva unos tres minutos en silencio. Solo observándonos, cómo si él no quisiera ser el primero en hablar.

Me limpio un poco la nariz y agarro mi vestido para salir de aquí. Pero debía imaginármelo. Él agarra mi brazo y no me deja ir. Mira a Gian serio. Gian, el muy cobarde está temblando de miedo más blanco que el yeso.

— Quiero una explicación. Ahora.— Cedric habla calmado. Pero él no necesita gritar para imponer temor.

Gian no dice nada. Así que él desvía sus ojos hasta mi. Trago en seco y muerdo mi labio inferior nerviosa. Me doy cuenta que cuando hago esto él los mira, pero rápido vuelve hacia mis ojos exigiendo una respuesta.

— Gi...— Respiro cansada.— Gian me mostraba la biblioteca. Sabe que me gustan los libros y... bueno, le pedí que me los enseñara.

Cedric se queda callado un instante.

—¿A esta hora?— Me hace la pregunta cómo dudando de la veracidad de mis palabras.

— Si Cedric, a esta hora. ¿Qué tiene de malo?

Él alza una ceja y juega con su lengua en las muelas.

— Que estés a solas con un hombre, en una biblioteca a media noche no me preocupa Zetaree. Pero las lágrimas en tus mejillas si.

Mi cuerpo comienza a temblar. Miro a Gian. Él está callado mirándome. Suplicándome con los ojos que mantenga la boca cerrada.

Sé que no se lo merece. Pero no quiero más problemas. No quiero que reciba ningún castigo. Al final él no me hizo nada. Y en teoría yo ayudé a alimentar sus falsas expectativas sobre nuestra relación.

Sonrío y me limpio las lágrimas, respiro por la nariz y miro a Cedric.

— ¡Ah! ¿Esto?— Señalo con un dedo mis ojos.— No es nada, me mostraba una historia muy bonita, pero triste.

Cedric no deja de mirarme en silencio inexpresivo. Alza sus ojos y mira a Gian.

—¿Lo que ella dice es cierto?

Gian asiente varias veces con la cabeza.

— Si, si es verdad. Lo juro su alteza.

Cedric se ríe.

— No tiene que jurar nada príncipe. Creo en la palabra de mi esposa.

Gian hace una reverencia. Y se incorpora, se hace un silencio incómodo una vez más. Así que se aclara la garganta y nos mira.

— Si no hay más de que hablar ¿Podemos retirarnos?

Cedric humedece sus labios y me mira.

—¿Podría ir usted primero? Necesito discutir algo en privado con ella.

Gian se queda callado. Así que Cedric lo vuelve a mirar serio.

Gian vuelve a hacer una reverencia y se retira de la biblioteca dejándonos a solas.

Al cerrarse la puerta Cedric suspira y se sienta en uno de los sofás. Levanta sus pies y los pone sobre la mesa de café aplastando las copas con sus pesadas botas y tomando la botella de champán en sus manos. La mira un instante y bebe directamente de la botella. Luego me mira sonriendo de medio lado.

— Se quiso sobrepasar contigo.¿Verdad?

Bajo mi mirada.

—¿Qué haces aquí Cedric?

— Te vi subir las escaleras... y luego a Gian. Sabía que iba a intentar algo así que lo seguí. Amenacé a su guardia sino me dejaba entrar. El muy cobarde se fue corriendo. Estos guardias no son soldados. Mi escolta personal no hubiera dudado en cortarme el cuello.

Esposa virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora