Mi nombre es Zetaree. Soy la princesa Imperial de Nirvania de Norte. Y me acabo de casar.
Me he casado con La Muerte. El hombre más temido y despiadado de este continente. Este matrimonio se suponía que sería mi ruina. Pero no estoy dispuesta a acep...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todo final... es un nuevo comienzo.
Todo pasa por algo... no podemos rendirnos.
Es lo que Madre siempre nos decía. Es lo que nos mantenía fuertes cada vez que algo salía mal.
Cómo la vez que Chiara estaba comprometida con el Gran Duque de Fillin. El muy cretino rompió el compromiso porque se casó a escondidas con otra. Chiara estaba tan molesta. Nosotras estábamos molestas.
Así que arruinamos sus tierras.
Chiara secó sus plantaciones de banano y Agatha rompió sus molinos y yo... bueno. Yo inundé sus cultivos de arroz.
Al final el Duque se recuperó económicamente. Pero su amada esposa lo dejó cuando estaba pasando ese momento de crisis.
Bueno. Eso es para que vea que con mis hermanas no se juega.
Con nosotras no se juega.
A veces me pregunto ¿Cómo sería nuestro mundo con magia? Si pudiéramos usarla libremente sin temor. Creo que la magia no es sólo destrucción. También se puede usar para hacer el bien. Para ayudar a los demás.
Para salvar vidas.
Tal vez si pudiera usarla sin temor mi reino no estaría en ruinas. Tal vez hubiera podido evitar el fuego o eliminarlo.
Tal vez estaría ahora mismo en mi noche de bodas en vez de caminando en medio del bosque a oscuras solamente alumbrada por la luz de la Luna.
Pero...
Todo pasa por algo.
Si no hubiera pasado todo este desastre no hubiera sentido su aliento cerca de mis labios. Su cuerpo sobre mi. Su mirada sobre mis ojos. No me hubiera dado su capa.
¡Por Dios!
¿Dónde carajos tengo la cabeza?
No puedo creer que solo piense en él en medio de esta situación.
—¿Falta mucho?— Le pregunto por enésima vez a Drogo. Es que llevamos rato caminando y yo solo tengo un zapato.
Estamos caminando en medio del bosque y yo ya no siento mis piernas. Me he lastimados con rocas y ramas del suelo. Agatha va tras de mi a paso torpe. Ella es más perezosa que yo. Drogo va delante de nosotras despejando el camino con su espada. Se detiene un instante y mira para ambos lados.
— Por aquí.— Dice señalando hacia la derecha y sigue caminando.
—Drogo. Ya no puedo más.
Me tiro en el suelo sollozando. Quiero una cama. Necesito bañarme y tengo hambre. Mi hermana igual se deja caer al lado mío. Drogo se detiene y voltea hacia atrás para mirarnos. Suspira cuando nos ve en el suelo.
— Debemos movernos. No quiero que seamos descubiertos.
— ¡Pero no puedo más!— Lloro un poco, miro mis pies. Mi zapato está lleno de barro y el otro pie descubierto tiene pequeñas heridas por el angosto suelo.