Llevo parada frente al espejo unos veinte minutos.
Me miro de arriba a abajo con mi vestido negro. Mi cabello lo arreglé a duras penas en una trenza.
Por mi Dios Joy. No sabía lo necesarias que eran mis damas hasta que no las tengo.
Incluso extraño su torpeza y la manera que me trataban. Sin miedo o secretos.
Solo con lealtad.
Tocan la puerta de mi habitación. La abren lentamente. Es él.
Dios como lo desprecio. No puedo creer que en algún momento me gustaron sus besos.
Él me mira de arriba a abajo, luego se detiene en mis ojos mirándome mediante el espejo.
Suspiro y me volteo.
—¿Qué?¿Te gusta cómo se me ve el negro?
— Al menos hoy estás vestida.
Rio con mi boca cerrada y me acerco a la puerta para pasar por su lado.
— Deberías morir. Así tendría que llevar luto más a menudo.
Siento el agarre de su mano con fuerza. Miro hacia abajo y me encuentro con su mano sosteniendo mi brazo. Alzo mis ojos hasta su cara y él tiene la mirada perdida hacia adelante. Me voltea por completo y me atrapa entre el marco de la puerta y su cuerpo.
—¿Ahora qué Cedric?
— Déjate de sarcasmos conmigo Zetaree.
Me quedo en silencio mirando su cara de mármol como siempre.
— Esto no es un juego. Compórtate por lo menos hoy.
—Yo siempre me comporto.
— Ya te dije que dejaras los sarcasmos. Estoy hablando en serio.
—¿Alguna vez bromeas?
Él suelta mi mano y respira con los ojos cerrados.
—¿Ya tienes preparado el discurso?
—¿Discurso?¿Cuál discurso?
Él abre los ojos con incredulidad.
— Hoy vas a presentarnos como los nuevos Emperadores de Nirvania del Norte Zetaree. Se supone que debes decir un discurso.
Ah, por eso.
— Bueno, lo siento. Tendré que improvisar.
Trato de pasar, pero él pone su mano bloqueando el camino.
— De eso nada. Sabía que una cabeza hueca como tú no iba a ser capaz de redactar un simple discurso.
Juego con mi lengua dentro de mi boca para no empezar a discutir con él. Me muestra un papel con el sello del Norte. Lo tomo y abro.
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Esposa virgen
RomanceMi nombre es Zetaree. Soy la princesa Imperial de Nirvania de Norte. Y me acabo de casar. Me he casado con La Muerte. El hombre más temido y despiadado de este continente. Este matrimonio se suponía que sería mi ruina. Pero no estoy dispuesta a acep...