Cap 26: "No todos los problemas son para siempre"

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Estrés. - ¡Esto no es lo que ordene! - Exclamo el cliente enfadado casi escupiéndole en la cara enfrente de los demás en medio del lugar. - ¡¿Cómo carajos es que pueden tener un servicio tan inútil?! - Golpeo la mesa haciendo un escándalo por una tontería e incomodando a los demás clientes. - ¡Pague para que me atendieran bien! ¡¿Qué no puedes ser capaz de hacer eso o qué?! - Conto del número 1 hasta el infinito y respiro.

Luz sonrió de lado forzadamente. - Lamentamos mucho las molestias, señor, en un momento solucionaremos el problema... - Retiro el pedido, dejando al hombre refunfuñando y ella solo volvió a la cocina con normalidad, dejando que su compañera de turno atendiera al malhumorado cliente, porque, si Luz lo seguía haciendo, le encajaría un tenedor en la garganta. - ¡Le voy a meter su jodido frappe por el culo! ¡Maldito hijo de perra! - Estaba ahora golpeando un costal de harina en la bodega imaginándose que era ese cliente hasta que sonó su móvil y lo sacó del bolsillo de sus pantalones. - ¡Habla Noceda, maldito infeliz! ¡Si no es nada importante, te sacare el hígado y hare que te lo tragues! - Grito molesta contestando y sin fijarse en el contacto.

Se apeno enseguida. - Si haces eso, automáticamente también te mueres, cariño, recuérdalo bien, si a tu madre le haz de pegar, la mano se te torcerá. - Al oír esa voz suave y que rastraba palabras la reconoció, era su abuela Lucia con su usual calma. - ¿Por qué estás tan molesta, linda? ¿Has tenido un mal día? - Era muy cálida. - ¿A quién eliminamos? - Le pregunto de manera siniestra.

Ahora ya sabía que su humor roto lo había sacado de su abuela. - Nada, abue, solo estoy trabajando y me toco un estúpido cliente, es todo... - Respondió intentando relajarse, mientras estaba tocándose el cuello. - ¿Qué sucede? Tu no me llamas a menos que sea algo grave. - Conforme más pasaban los días más conocía a su padre y a su abuela, a veces salía con ambos juntos o por separado, hablaban mucho de diferentes cosas; música, noticias, la escuela, el trabajo, comida, entre otras cosas, junto con que salían a muchas partes, con su padre iba con él a escoger algo de ropa para algún evento caritativo o a su empresa, mientras que con su abuela iba a cafeterías o a los mercados locales.

Por el momento había puesto de su parte en conocer un poco más a los Santiago. - Y razón no te falta, tu padre se puso mal. - Respondió y Luz se preocupó. - Ven en cuanto puedas al Hospital Wood, por favor. - Así que, sin demorarse mucho golpeando un poco más ese costal, le pidió permiso a Lilith contándole la situación, la mayor comprendió y Luz se montó en su bici en dirección al hospital para ver a su "viejo".

No sin antes mirar con odio al estúpido cliente, claro.

Aun no regresaba a clases, pero ya tenía sus papeles y sus horarios en regla, solo esperaba las fechas para entrar a repetir semestre, los directivos habían comprendido su situación y decidieron darle otra oportunidad para acabar sus estudios, haciendo que prometiera que no se volviera a meter en algún problema al menos dentro del campus.

Por otra parte, sus amigos, a comparación de ella, iban adelantados 1 año ahora, cuando pensaba en eso intentaba no desanimarse y ser optimista con que podrá fingir quitarse un año de encima con sus nuevos compañeros o intentar ser col por haberse "tomado" un año sabático. - ¿Qué sucede, abue? - Llego preguntando apenas estuvo con ella en el pasillo. - ¿El viejo ya se murió? - La abuela Lucia la recibió con un beso en la mejilla, Luz había llegado algo agitada, pues los estúpidos guardias de seguridad casi no la dejaban pasar por su usual aspecto desaliñado.

Lucia negó. - Tuvo un infarto, cariño. - Luz se sorprendió. - Ya le avisé a tu madre y a... - En eso, la mayor apenas se dio cuenta que metió la pata y... En grande.

Podía culpar a la edad, porque en unos momentos se desataría una guerra. - ¿Cómo se encuentra Mario, señora Lucia? - Se acercaron a ellas una mujer con perfume raro, ropa fina y porte recto junto con joyas lujosas igual que unos jovencitos, quienes vestían a juego, que la acompañaban... Sí, no había duda, las personas enfrente de Luz eran nada más ni nada menos que la definición exacta de "riquillos". - ¿Quién es ella? Lo siento, pero en este hospital no deben de permitir que vendedores ambulantes entren. - La más alta era la mujer, estaba segura de que estaba por la mediana edad, pero igual era atractiva, llevaba unos tacones, que ni en sueños Luz podría llevar puestos, a juego con un aire de clase y educación. - Espere, no me diga que ella es...

ADDICTED TO YOU (LUMITY)(THE OWL HOUSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora