¿Crees que lo que haces está bien? Una pregunta que por muchos años siguió sus pasos. Asumió que no, lo que hacía no estaba bien y ya no le interesaba pensar en ello. Él no era un sádico que mataba para infundir temor, tampoco alguien complejo que intentaba excusar sus actos en las malas experiencias que tuvo, que de hecho, fueron bastantes.
Igual que muchos, él fue víctima de la violencia que arrasó su país, y diferente a los demás, no fue tan inteligente como para cambiar el rumbo que su vida tenía. Así que siguió por ahí, matando por dinero, secuestrando personas por dinero y dinero y dinero y dinero..., ese infame impulso del que nunca tuvo suficiente.
Un día, conoció a Kim Jiyeon, una chiquilla metida entre las filas de cientos de niños que estaban siendo entrenados por la milicia. No parecía la gran cosa, pero Kim Jiyeon se empeñó en seguir esa estúpida vida aún teniendo una familia estable, dinero, belleza y salud. La idiota tenía todo lo que él y el resto de niños allí no, y se encargó de restregarles en la cara que lo tenía y no le importaba.
O eso entendió él, así lo vió siempre, el camino que Jiyeon siguió fue una forma de despreciar las cosas buenas que la vida le quitó a otros para dárselas a ella. ¿No le bastaba a esa mujer con vivir cómodamente con todos los lujos que cualquiera envidia? Quizá Jiyeon hizo cosas maravillosas por muchas personas, pero por él no, y además, ¿Para que hacer algo por alguien que solo te envidia? La entendía.
Él mató a Lucas, un compañero de Jiyeon por capricho en una misión, para ese entonces, su sentido estaba completamente distorsionado y se lo restregó en la cara, ella lo dejó huir, y él, años más tarde desperdició la oportunidad que le había dado. Igual que muchos, él era un alma perdida y sin propósito, sin rumbo ni luz, un inservible que nunca aportó nada a su sociedad porque de jóven, fue lo suficientemente egoísta para entender que no quería morir como un héroe honrado del que nadie supo nunca. Tampoco quería ser un gran villano, solo quería vivir un poquito más y tener dinero fácil.
Pero el General lo mataría por pasarse de listo y Kim Jiyeon no le tendría piedad dos veces. La conocía, fue su capitán alguna vez.
Un miserable más en el mundo.
El almirante Kwon, la bestia de los navíos estaba viniendo por él, quién no fue preparado para ser el antagonista o villano con un trasfondo trágico y un arsenal impresionante a sus espaldas, tampoco era un rival de gran temple ni significativo para sus víctimas. No tenía cartas para jugar, en cambio, él fue la carta que alguien más jugó y perdió.
Pero vamos, él no era un malvado sin corazón, pudo haber usado de rehenes a los estudiantes allí o tomarlos cómo escudo, ¿Pero de qué le serviría matar a unos escuincles inocentes? Ellos no habían hecho nada malo. Además la rectora se ganó su respeto y consideración, pocas veces podría toparse con personas así de nobles y dedicadas a servir a otros.
Krystal le dedicaba su servicio al futuro en el que creía, es decir, sus alumnos. Ojalá alguien hubiera hecho tal esfuerzo por ellos una generación atrás, quizás él y el resto de los estúpidos que seguían sus idioteces no habrían terminado tan mal. Quizás no serían lo miserables que eran.
¿Qué debería hacer?
¿Caer a lo grande o rendirse como el cobarde miserable que era?
- Muchachos, dejen que los mocosos salgan. Y mantengan atados y escondidos a los Yu - avisó a sus hombres lo que había que hacer - Los heridos vayan al gimnasio, los demás suban al segundo y tercer piso del centro -
- Gracias por dejar a mis chicos fuera de esta pelea sin sentido - Krystal fue liberada, la desató y dejó ir, esa escuela era lo bastante grande como para encontrar escondite.
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DESCIFRANDO TUS ACCIONES.
FanfictionKarina en verdad desea ser la hija perfecta, llenar los estándares de su madre, ser paciente y tolerante como su padre, ser un buen ejemplo para su hermana menor y una amiga en la que se pueda confiar, Pero, siendo el títere favorito de su abuelo er...