73. DECLARACIÓN DE GUERRA

80 7 1
                                    

El General burló la atención de las cámaras y entró en la residencia de los Lee, dónde se estaría celebrando el velorio de sus hijas. Una pena, pues él intentó por todos los medios hacer de ellas seres útiles, pero eran tan inútiles que ni siquiera sirvieron para lo básico. Sus hombres se colaron en la residencia para hacer guardia a cualquier sorpresa.

Ninguno de los presentes le dirigió la mirada. Y entre ellos faltaba Jimin. ¿Tan mal estaba que no tuvo fuerzas para asistir? Ja, se divertiría ese día. Decidió no llamar a Won, eso simplemente provocaría problemas y además, tenía al chico ocupado en otras tareas, debía regresar en la tarde para recibir el informe de la operación para capturar a Minjeong y preparar el siguiente regalo para Jimin.

.

.

.

.

Jimin prefirió no asistir al funeral. Permaneció en su cuarto, viendo todo desde la ventana de su habitación en la residencia de los Lee, ella propuso que hicieran el velorio ahí. Se alejó de la ventana cuando llegó el General y volvió a su computador. Cerró las cortinas y encendió el ventilador.

- Ya no cambias - suspiró Jimin al ver a los hombres del General escabullirse como ratas entre las endijas de su casa. La razón por la que Jimin pidió a su abuela prestada la residencia fue exactamente esa. El General iba en son de guerra y pretendía atacar mientras estaban desprevenidos pero, la residencia de su abuela tenía cámaras en cada rincón, solo se salvaban los baños. De resto, incluso los árboles y los rosales ocultaban cámaras.

Desde la muerte de su abuelo y la ausencia de Bona, la señora Lee pasaba mucho tiempo sola, así que optó por tener una forma de mantenerse segura. Las cámaras eran usualmente supervisadas por Jimin y Bona, a veces su padre también lo hacía. Además tomando en cuenta que su abuela era una mujer de negocios, nunca se sabe cuándo podían intentar robarla o eso decía ella.

La residencia contaba con un patio delantero, un patio trasero, y de los rosales hacia el fondo estaba la zona muerta; como solía llamarle la abuela Lee. Era muy similar a la finca, pero con adaptación a la modalidad del espacio urbano. Por el lado izquierdo, el establo, dónde guardaban únicamente el caballo de su abuela aunque tenía espacio para cinco caballos. El espacio entre los rosales y el resto del lugar daba como resultado un enorme terreno sin usar de al menos 40 metros de largo hasta encontrar los linderos de la residencia vecina, y tenían unos 60 de ancho. Bastante espacio muerto que su abuela se negaba a usar o remodelar en memoria de su difunto abuelo. Pues ahí fue enterrado él.

Jimin ubicó a cada sujeto, marcó los lugares, se puso una camisa negra y decidió salir, solo llevaba una navaja del tamaño de su mano y un rollo de cuerda delgada - Hoy es un día de luto al fin y al cabo - colocó en su dedo angular uno de los anillos que dejó su madre. Los quitaron del cuerpo el día de la preparación para el funeral. Le devolvió uno a su padre y se quedó con el otro.

Los presentes para celebrar el funeral estaban en el patio delantero, y los intrusos en la parte trasera y laterales. Jimin empezó por el lateral derecho. Mandó un mensaje a Jun avisando que estuviese alerta y salió por la parte contraria, donde estaban reunidos.

Jimin subió a un árbol; escalar sin ser vista era un arte que desarrolló para su propio bien, comprobó la ubicación de los primeros en su ruta. Preparó la cuerda y la lanzó, igual que enlazar a un toro salvaje, un asalto perfecto que se ató al cuello del imbécil que hablaba cuál cotorra. Jimin tiró de él y lo usó de contrapeso para lanzarse desde arriba sobre el otro tipo. No le dió tiempo a reaccionar y clavó la navaja en la garganta ajena; luego lo desarmó en cuestión de segundos. Uno se retorcía en el suelo sosteniendo su garganta, intentando detener el flujo de sangre mientras el otro intentaba, sin resultados, quitar la soga del cuello. Para no verlos sufrir mucho, lo terminó antes de irse.

DESCIFRANDO TUS ACCIONES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora