Capítulo 6.

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Para no acabar con mi trasero en la calle decidí dar el tema por cerrado entre muchas comillas. Si de por sí me cuesta confiar, la capacidad de creer en las palabras de esa mujer está en números negativos. Sólo me queda mirarla desde lejos para ver si hace un movimiento extraño, vigilarla y evitarla. La quiero a la mayor distancia posible, detesto tenerla cerca. Es una mezcla entre miedo y asco ya que si bien no se parece en nada a Atwood, nada quita que compartan sangre.

Cada vez me decepciona más haber conocido en persona a E.M.W.

Mi mente estaba en otro mundo, mucho más de lo usual. Suelo ensimismarme con la lluvia y ese día, de la nada, apareció una torrencial y había dejado mi celular en el vehículo de Davies por estar tan distraída. Por suerte recordaba el número de Vincent y con eso pude llamarlo con el móvil de Ivy para avisarle.

Me dijo que lo esperara en la entrada principal del estudio así que comencé mi camino hasta allí. Este lugar es como un laberinto y los pasillos tienen mucho eco, por eso podía escuchar como alguien corría pero no podía ver dónde estaba ni desde dónde venía.

—¡Keisy! —Escuché una voz un poco familiar —. ¡No corras!

Llegué a la intercepción de un camino y casi como un déjà vu sentí como alguien chocaba conmigo y en dos segundos me encontraba en el piso de cerámica. Caí con todo el peso en mi codo y dolió como el infierno, casi prefería haber caído con mi culo como aquella vez y así lo amortiguaba un poco.

—Mierda... —Me quejé abrazando mi codo.

—¡Lo siento! ¿Estás bien?

Ahora quien había tenido la culpa no era yo, pero de nuevo parece que salí la más afectada en cuanto a consecuencias físicas. La persona que cayó conmigo salió rápido sobre mí y allí noté que era una niña de no más de diez años, probablemente menos.

—¡Juno! ¡¿Estás bien?!

Vi a Jose acercarse a mí y ayudar a pararme. Lo hice con el brazo que no me dolía y luego de nuevo volví abrazar el que sí.

—¿Qué te dije de correr?

—Lo siento...

Supongo que ya he madurado lo suficiente como para no ser yo la causante de una situación así.

—¿Juno? ¿Te golpeaste muy fuerte?

—Un poco... Pero voy a estar bien, algo así me pasa mínimo una vez por semana. Era raro que todavía no ocurriese nada.

—Es lunes. —Sonrió preocupada.

—Sí, por eso... —contesté —. ¿Cómo estás? 

—Bien, un poco estresada pero bien. ¿Cómo estás tú después de...? De verdad yo no quería... Lamento mucho... 

—No te preocupes —Interrumpí para que no siguiese con esas disculpas —. Si bien no era tu intención decírmelo agradezco haberme enterado. Ya hablé con la señora Ward al respecto.

—Oh, sí, por cierto. —Apretó mis manos en forma de agradecimiento —. Muchísimas gracias por haberle dicho que no me despidiera, de hecho lo hizo cuando se enteró, pero me devolvió el trabajo a los días. No tengo ni idea de cómo la convenciste, pero gracias...

—¿Están hablando de mi mamá? —preguntó curiosa la niña. Dirigí mis ojos a ella abiertos por completo y solté una carcajada estupefacta de la ironía.

¿CÓMO QUE ESA BRUJA TIENE UNA HIJA? ¡POBRE CRIATURA!

Miré a Joselyn devuelta como si quisiera que me confirmara que esto estaba ocurriendo, ella asintió y se acercó a mi oído para hablar.

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora