Capítulo 54.

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—Yun... —Jadeó en mis labios —. ¿Ya programaste una alarma para despertar mañana?

—Ellie, ¿Te parece un buen momento para hablar de eso?

No contestó y empezó a gemir a medida mis dedos iban más rápido, en un vaivén que hacía que su cuerpo abajo mío se estremezca, curvando su espalda y aferrando sus uñas a la mía. Vi como ya estaba llegando a su limite y me hice paso bajo las sábanas para poder acabar el labor con mi boca.

Escuché un gemido acallado, sus piernas a mis lados quisieron cerrarse dándome la señal que necesitaba y salí de ese escondite para poder verla; con su mano tapaba su boca y su pecho subía y bajaba rápido.

—¿Estás bien? —pregunté acercándome para abrazarla y dejar mi cabeza apoyada bajo sus clavículas.

Me gustaba estar allí y escuchar sus latidos, su respiración pesada, sentir su calidez, ver de cerca cómo su piel se eriza cuando mis dedos hacen un contacto sutil con la zona.

—¿Sí dejaste el seguro puesto, verdad? —cuestionó sin contestar mi pregunta.

—Por quinta vez; ya te dije que sí. Keisy debe estar entretenida con mis gatos, tranquila.

Soltó una carcajada y me rodeó con sus brazos. Sentí como sus manos dejaban caricias en mi espalda y subían a mi cabello.

—¿Colocaste la alarma en tu móvil sí o no? No quiero que seas impuntual con tu abuela mañana por estar haciendo esto. Si dijiste que irías por ella a tal hora no te quiero ni un minuto des-

Terminé por callarla haciendo que con un movimiento de mi pierna entre las suyas tenga que cortar su frase para tomar aire.

Llevo dos días aquí, mañana se cumplirán tres y tanto mis gatos como yo nos hemos sentido cómodos en este nuevo hogar. Aprovechando que sería domingo mi novia sugirió invitar a mi abuela aquí, y pese a que fue la que tuvo la idea la he visto ansiosa por tener todo bajo control y que nada salga mal.

—Sí, ya coloqué la famosa alarma, no seré impuntual. Lo más seguro es que lleguemos acá a mediodía —Volví a aguantar mi peso con mis brazos y acerqué mis labios a su cuello.

—¡Yun! —Se encogió un poco alejándose —. Como se te ocurra dejar una marca ahora...

—Cielo, estás muy tensa —Dejé un beso fogoso en su piel sin hacer succión y regresé a verla a los ojos —. ¿Por qué? ¿Te pone nerviosa ver a mi abuela como suegra por primera vez?

—¿Le vas a decir que somos pareja?

—Mmm... No lo sé... —Me recosté en su pecho de nuevo —. Estaba pensando en eso desde que propusiste la idea de que venga aquí y que se quede... No tengo ni idea de cómo reaccionará, pero cuando vivíamos juntas solíamos ver una sitcom donde había un personaje estereotípicamente gay y era su favorito. De hecho, en una escena él se besaba con otro hombre y no le prestó atención en lo absoluto. Solo que... Claro, es diferente cuando tu nieta te lo dice a cuando lo ves por televisión. A mí por ejemplo se me hizo más difícil aceptarlo en mí misma que verlo en una pantalla...

—Yun... Sea cuál sea la opción que tomes me parece bien, ¿Sí? —Percibí como dejaba un beso en mi cabello.

—Sí... Aunque, en serio me gustaría decirle. Recuerdo que hace unos años me preguntó si algún día le presentaría a un novio o alguien con quien planee formar una familia, le dije que no y que eso nunca ocurriría... —Observé hacia abajo recordando ese momento —. Y me dijo que le tranquilizaría saber que cuando ella muera yo no me quedaré sola. No sé si alguna vez habrá pensado que esa persona sería una mujer, pero... Espero que ese detalle no le importe.

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora