Capítulo 67.

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A la semana la primera audiencia se realizó. Todo fue a peor. No me quiso contar nada de lo que ocurrió allí, esa tarde solo llegó a casa a llorar después de que al fin logró hablar con Keisy. Tuve que consolarla, abrazarla y limpiar sus lágrimas. Prometerle una vez más que todo estaría bien cuando no soy quién para hacer esa clase de promesas.

Me dolía en el alma verla así. Quería agarrar su tristeza y llevármela. Incluso si fuera posible la viviría yo en carne propia para que ella no tuviera que hacerlo. Anhelaba poder ver su sonrisa una vez más, la cual a duras penas me ha mostrado este último tiempo.

Intenté hablar con la niña, y a pesar de que Ellie no sea su madre biológica heredó su terquedad y carácter fuerte. No obtuve ningún resultado, insistió en ver a su padre y que quería vivir con él. Ya no me dolía que me diga que yo no soy su papá, sabía que si todo esto se solucionaba podría retomar mi puesto y desterrar al malnacido de Lorcan.

Aunque yo intentaba no dejarme afectar por la situación porque tenía que estar para Ellie, en realidad sentía como cada vez el nudo en mi estómago crecía y no paraba de pensar en cómo sería esto si Blake estuviese viva.

"¿Todo sería más sencillo?" "¿Más difícil?" "¿Yo siquiera sería parte de esta historia?". Eran los pensamientos que reproducía mi cabeza cuando me hallaba sola camino a casa. Con lo ocurrido mi novia salía muy tarde de su oficina o muy temprano, no coincidíamos para regresar juntas. Sabía que necesitaba estar sola para aclarar su mente, de todas formas nuestro momento del día era al irnos a dormir y nos abrazábamos con tal de recuperar fuerzas para la mañana siguiente.

—Karla, ¿Ellie ya llegó? —pregunté al verla en la cocina.

—Sí, llegó muy temprano y se encerró en su oficina desde entonces. La cena está lista, pero... El único que ha comido es el señor Oliver.

Mordí mi labio pensando en qué hacer. Ya nadie aparte de él ocupa la mesa, Keisy prefiere que su niñera le lleve la comida a la habitación y Ellie pasaba de cenar si no lo podía hacer con su hija. Yo con mi dolor de estómago reduje mi apetito y aprovecho de comer en el estudio para así no tener que tomar una decisión al llegar a casa.

Cada vez veo que su ropa le queda más holgada y me preocupa, así que no perdía nada con intentar convencerla para así por lo menos calmarme sabiendo que lo hice.

—Sirva su plato, yo se lo llevo.

—¿Sí? ¿Usted querrá uno también?

—No, yo comí en el trabajo.

Karla hizo lo que le pedí y después de darle las gracias me dirigí a la oficina de Ellie. No sé la verdad si la estoy molestando yendo allí, o si se enojará por presionarla para que cene. Y me siento un poco culpable por extrañarla tanto y no querer dejarla en paz.

Toqué la puerta y no recibí ninguna respuesta, pero sabía que estaba allí porque la luz se escapaba por debajo. No quería desistir, quería verla.

Abrí y lo primero que vi fue a ella. Apoyaba su frente en sus manos mirando hacia abajo, con un aire de estar derrotada y rendida. No dije nada ni hice ruido, solo esperé a que poco a poco fuera levantando su vista hasta mí y su expresión no cambió.

—Yun... —murmuró.

—Hola... —Intenté sonreírle—. Te traje la cena, tienes que comer algo...

Pegó un suspiro y se acomodó en la silla dándome espacio en su escritorio. Lo tomé como una invitación para dejar su plato allí, así que eso hice y al estar a su lado me apoyé en el mueble con tal de levantar su mentón y verla a los ojos.

Sus ojeras se han hecho presentes, su rostro se ve más delgado. Incluso esas orbes celestes han desistido de brillar, pese a que me puedo adjudicar que cuando me pongo en su campo visual veo esa chispa que me confirma que todavía no se ha acabado.

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora