Capítulo 48.

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Fuimos a ver a mi abuela el día siguiente y trajimos a casa los nuevos integrantes de la familia; Yunny y Poppy. La primera parada luego de eso fue al veterinario para colocarles el microchip y después a mi casa, donde estuvimos un rato para presentárselos a mis mascotas. Cuando ya era eso de las siete de la tarde me despedí de ambas y una semana extraña comenzó.

Quizás solo era idea mía, no había nada raro en su actitud usual y la interacción que tenemos por mensaje, pero al charlar por llamada la notaba más pensativa, cansada y melancólica. Aún quería creer que todo era una mala percepción propia, pero mis sospechas aumentaron cuando llegó un día a casa con un semblante que me preocupó.

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Yun, ¿confías en mí?

Eh... Por supuesto —contesté dubitativa—. ¿Por qué la pregunta?

Supo que estaba mintiendo, con esa expresión lo dijo todo y agarró mi mentón. Observó mi cara y terminó dejando su vista en mis labios.

Te quiero, Yun.

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Había algo mal, eso lo sabía, pero me convencí de pasarlo por alto. Hicimos el amor toda la noche y me dejó tomar el control, mi cama amaneció como si hubiera pasado la tercera guerra mundial encima y estuvimos toda la tarde haciéndonos compañía.

Se retomaron las grabaciones cuando los miembros del elenco que habían viajado por trabajo regresaron al estado. Ivy volvió con una actitud diferente, puede que se deba a que hace unos días anunció por redes sociales la separación con su novio e hizo una fiesta a la que me invitó, pero no fui.

Estaba por llegar a mi camerino, pero escuché unos murmullos raros en el baño general y por pura curiosidad pasé a ver. Mi rostro se petrificó en una sonrisa confundida. Ahí estaba mi amiga, acorralando a una Joselyn color rojo radiactivo que balbuceaba.

—Se-señorita Kelly.—titubeó cuando me vio.

—Perdón, ustedes sigan —Me di la vuelta—. Pongan seguro.

Salí y cerré la puerta sin lograr procesar lo que ocurría. Le pedí a Ellie que fuera a mi camerino para poder contarle, sentía el deseo imperativo de hacerlo para ver su reacción.

—¿Joselyn con la señorita Brown?—Alzó sus cejas y entreabrió su boca.

—Sí —Reí por la cara que puso—. No la regañes por eso, ¿Sí? Ya te conozco.

—Te aseguro que el último de mis problemas es con quien salen o dejan de salir mis empleados.

—Conmigo no lo parecía.—reclamé.

—Contigo era diferente...—Acarició mi mejilla.— Desde un inicio quería besar tus labios.

—¿Ah, sí? Porque me tratabas fatal.

—Estaba enojada porque no dejaba de pensar en ti a cada segundo y para ti yo parecía algo totalmente irrelevante en tu vida, no lo gestioné para nada bien y sé que fue mi culpa. Ni siquiera me mirabas y creí que no tenía ninguna oportunidad contigo ya que te jactabas de ser heterosexual.

—Digamos que eso no era tan cierto al final...—Puse mi mano sobre la suya en mi rostro.— Creo que empecé a ser gay cuando vi tus tetas ese día de lluvia en el que conocí a Keisy. Nunca me habían gustado tanto unas.

—Qué idiota eres, por Dios —Negó con la cabeza riendo  —. Supongo que tendré que agradecerlo, aunque pienso hacerme una reducción de busto en unos años cuando mi espalda empiece a matarme.

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora