Capítulo 46.

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Al fin, era el día, el cumpleaños de la pequeña demonio había llegado. Como lo prometí, ese fin de semana lo dejé libre, la fiesta de cumpleaños de Keisy sería un sábado e iríamos a buscar al gatito el domingo.

Ellie me pidió que llegue temprano antes que los otros invitados y así lo hice. Al entrar en esa casa lo primero que me encontré fue a Keisy ya que ella me abrió. Vestía un vestido de princesa, la fiesta para los niños era de disfraces.

—¡Juno! ¡Estás aquí! —dijo emocionada alzando sus bracitos.

—Hola Keisy.—Entré y cerré la puerta, me agaché a saludarla con un abrazo.—Feliz cumpleaños, te ves hermosa.—Me separé y le entregué la bolsa de regalo.—Esto es para ti.

—¡Gracias! ¿Qué es?

—Tendrás que abrirlo para saberlo.

Como no sabía qué regalarle a una niña que lo tiene de todo, decidí que fuera con una temática que sé que le apasiona mucho, tanto como a mí; gatos. Algunas cosas para su futura mascota, alimentos y premios para bebés, un peluche de gatito y una capucha con orejas de gato.

—Yun, llegaste.—Ellie se apareció.

Solté una carcajada de inmediato al verla. Se veía tan bella como siempre, con su camisa bien arreglada, una falda de tubo, tacones y el anillo que le di, pero tenía una diadema con orejas de gato en su cabeza.

—Hola Cielo.—Le di un beso en la mejilla.— ¿Y eso? —Señalé las orejas.

—Keisy.—contestó y se las quitó para ponérmelas a mí.

—¡Pero mami! ¡Esas son para ti! ¡Hay más adentro para Juno!

—Cariño, sabes que te amo, pero no voy a ocupar eso frente los invitados.

—¡Buuu! Juno, ¿No te la vas a quitar, no?

Aunque no me agradaba del todo la idea, tampoco me importaba mucho tener eso por el resto del día.

—No, me las dejaré hasta que me meta a la piscina.

—¡Ves mami! ¡Juno y tío Oliver son los divertidos y tú la aburrida!

—Tendré que vivir con eso —Me rodeó con su brazo en mi cintura—. ¿Quieres dejar tus cosas en mi dormitorio?

—Claro.

Compartimos una sonrisa y caminamos hacia dentro. Keisy se quedó abajo y dijo que iba con el tío Oliver, pero nosotras subimos y entramos a su habitación para dejar mi bolso. Apenas estábamos allí me acorraló con la pared y empezó a besarme con desespero.

—¿Trajiste mi abrigo? —preguntó separándose un segundo.

La mañana en la que ambas nos despertamos en el hotel nos quedamos bastante rato haciéndonos compañía ya que ninguna tenía ningún compromiso importante que atender, pero cuando decidimos irnos caí en cuenta de algo muy importante; aparte del vestido no tenía más ropa y era muy llamativo salir así del cuarto. Mi cuerpo estaba llenísimo de marcas, se notaban en todas partes y a mí no me molestaba mucho que digamos, pero Ellie me colocó uno de sus abrigos encima para llevarme a casa. Se supone que debería devolverlo hoy, pero antes de venir noté que aún tenía su aroma y no quise traerlo devuelta.

—Lo olvidé.—respondí encogiéndome de hombros—. Al igual que tú con mi camiseta, supongo que somos igual de distraídas.

Nuestras caras seguían cerca, solo sonrió y volvió a juntar nuestros labios.

—Ya tenía mi deuda saldada con eso, te quedaste con mi camisa... Aunque sabía que no me lo ibas a devolver, te queda bien.

—A mí todo me queda bien.

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora