Después de la tempestad.

Capítulo 63.

Me quedé con la duda si ella de verdad pretendía decirme "Te amo". Más que nada porque luego, al volver a expresarnos cariño volvió a solo decir "Te quiero" y todo se volvió confuso. Son dos palabras y cinco letras que jamás nadie me ha dicho, ni yo le he dicho a nadie fuera de guion. No por lo menos con ese significado.

Decidí no pensar mucho en eso, lo diga o no me siento bien a su lado y la amo, aunque no se lo diga porque siempre he creído que son palabras muy fuertes como para decir a la ligera.

La película fue un éxito en taquilla, llegó a más del quíntuple del presupuesto, y según Vincent, era el propulsor que faltaba para lanzarme hasta arriba.

No asimilé sus palabras hasta que me vi a mí misma en todas partes. Y no era solo yo, sino que todos mis compañeros de elenco estaban en la misma situación, e incluso pasó lo que temí que ocurriría; todo el mundo amó a Ellie.

Como ya su rostro era conocido hizo lo que nunca antes había hecho en su carrera; una firma de libros en una biblioteca. La acompañamos Joselyn, Ivy y yo. La idea en un inicio era que solo fuera su asistente, pero yo quería ir con ella y terminamos por incluir a mi amiga para que no se viese tan sospechoso que de todo el reparto la única que fuera era precisamente la que tenía rumores de una relación con la escritora.

Estuvimos toda una tarde ahí, el lugar se llenó y hubo gente que no pudo pasar, pero ya estábamos todas agotadas.

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La minivan llegó siendo conducida por el representante de Ellie. Nos subimos y él empezó a hablar emocionado por el éxito del evento, pero todas teníamos nuestra energía en cero.

—Lewis, cállase —ordenó haciendo que él cierre la boca. Se acomodó abrazándome por la cintura y dejó reposar su cabeza en mi hombro—. Hablamos después, estoy cansada...

El hombre solo carraspeó incómodo y se dedicó a conducir. Yo por mi parte empecé a acariciar el cabello de mi novia. Es normal que esté así, yo estoy acostumbrada a este tipo de cosas y aún así acabé exhausta.

Por el espejo retrovisor podía ver como Ivy y Joselyn en el asiento del frente estaban mirándose entre ellas con un atisbo de impacto.

—Les dije que era adorable. —dije y dejé un beso en su cabeza—. Es como un gatito...

—Yun, cállate tú también.

—Un gatito gruñón.—corregí.

Se levantó unos segundos para verme a la cara con los ojos entrecerrados. Al comienzo la veía molesta, pero le sonreí y terminó por sonreír también para posteriormente volver a acomodarse. Reí mirándolas con el orgullo de poder calmar el temperamento de una mujer así, y ellas se aguantaron las carcajadas.

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Días después incluso más gente hablaba de ella en internet, querían hallar su perfil de redes sociales, pero se rehusó en rotundo a tener uno.

Ahora ambas teníamos que ocultarnos si queríamos caminar juntas y no ser descubiertas. No es como si cientos de paparazzi la siguieran ni que la reconocieran seguido por la calle, pero no queríamos tomar riesgos.