Capítulo 55.

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Al día siguiente mi abuela regresó al asilo y yo tuve mi primera cita con la psicóloga. Solo puedo decir que fue "raro", salí con un sabor de boca agrio de la sesión y en la sala de espera estaba Ellie esperando -valga la redundancia- por mí.

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¿Cómo te fue? —Apenas me vio se acercó preocupada.

—Fue extraño... No sé si lo hice bien... O si esto servirá de algo...

Me quedé mirando al piso frunciendo el ceño, me dolía el estómago y mi mandíbula se mantenía tensa. Si hay algo que odio más que tener que desenterrar mis memorias, es compartirlas con alguien más y no poder responder con un "qué te importa" a sus preguntas. Tuve que recordar cosas que no quería e ignoré por años estando convencida de que no era relevante.

Sentí como me rodeaba con sus brazos y todo el malestar de mi cuerpo iba siendo remediado por su calidez y aroma. No éramos las únicas personas ahí, la secretaria estaba a unos cuántos metros pero no nos prestaba atención en lo absoluto.

—Tranquila Cielo... —susurró —. No es fácil ni es un camino lineal, pueden haber altos y bajos, pero en todos estaré yo, ¿Sí?

—Sí... —murmuré devolviendo el abrazo.

—¿Vamos a agendar la siguiente cita o necesitas más tiempo?

Me alejé y dudé qué contestar, en cualquier caso sabía que ella me apoyaría y con la manera en la que tomó mi mano dejando un leve apretón me dio la voluntad suficiente.

—Vamos.

ˏˋ°•*⁀

Después de eso fuimos juntas al trabajo y regresamos a casa, la nueva rutina que le ganaba de paliza a la antigua, aunque ya faltaba poco para que eso acabe.

Poco más de una semana llevaba allí y había llegado al fin ese día que tanto esperaba; el día en el que hace treinta y ocho años nació la mujer de mi vida. Oliver me advirtió que en realidad no era la fan número uno de esa fecha ni le daba importancia, sin ir más lejos me contó que el año pasado estuvo todo el día trabajando y regresó a sólo dormir. Aun así no quise darme por vencida, ya tenía el regalo comprado y si bien sabía que una fiesta enorme no le iba a gustar, un detalle pequeño era lo mínimo que podía hacer después de todo lo que ha hecho por mí.

Me desperté antes que ella y empecé a arreglarme para "salir". Justo en el momento que me estaba mirando en el espejo para colocar mis aretes se apareció en el vestidor y me miró extrañada.

—Yun, ¿Adónde vas?

—A una sesión de fotos, ¿No te dije que tenía eso para hoy?

—No...

—Oh, supongo que lo olvidé, lo siento.

—¿Vas a volver temprano?

—No lo sé, no lo creo. Quieren hacer una mierda extravagante con el maquillaje y quizá me haga demorar más de lo esperado. —Caminé hasta quedar enfrente de ella —. Llego a la cena, ¿Sí? Ya le pedí a Roberts que me lleve.

Se mantuvo callada unos segundos y sus ojos me dieron ese atisbo de desilusión que casi me hace abandonar el plan. Se acercó a besar mi mejilla y me sonrió dejando un cariño en mi pómulo.

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora