Vincent me acompañó al asilo para poder retirar a mi abuela durante épocas festivas, como ha sido desde que me mudé sola. Lo primero que me topé nada más llegar fue a la enfermera que me recibió, tenía una mueca que me decía que algo pasaba. Nada bueno, eso era seguro.
—Señorita Kelly, lo siento mucho, pero no creo que sea posible que la señora Beatrice vaya con usted.
—¿Por qué?
—Los últimos exámenes con el neurólogo no han sido del todo buenos. Los episodios donde se desorienta han empezado a ser muy frecuentes y sería peligroso que no cuente con los equipos necesarios o más personas que la ayuden con esto. Me ha comentado que vive sola, ¿No?
—Sí... —murmuré.
—¿Por las fechas no verá a más familia que pueda hacerse responsable?
—Es que... Yo no... Mi abuela es la única.
—Ya veo... —Sonrió compasiva —. Una opción sería encontrarse una enfermera personal que la acompañe. Tenemos varios contactos...
—¿Cree que encuentre alguien dispuesto a pasar festividades con gente desconocida? Además, hoy es veinticuatro, ¿Cómo voy a encontrar una en cuestión de horas?
—Lo siento mucho, por eso le pedí que viniera antes...
Bufé al sentir la culpa de no visitarla tan seguido como debería. Vincent solo me miraba preocupado, colocando su mano en mi hombro en señal de apoyo.
—Si es lo mejor para su seguridad está bien, vendré a verla seguido aprovechando que no tengo tanto trabajo... ¿Puedo verla?
Cuando la vi estaba ensimismada en el gran jardín, el asilo donde la tengo es como un hotel cinco estrellas, con talleres para que los viejos se entretengan, un patio enorme con una fuente en medio y una piscina techada. Estaba por llegar a su lado cuando me miró y sonrió.
—Hola jovencita, ¿en qué puedo ayudarla?
Tuve que tragar en seco, se me encogió un poco el pecho.
—Buen día doña Beatrice —Vincent se acercó a saludarla.
—Buen día joven.
—Su nieta vino a verla señora Beatrice. —La enfermera le habló cerca del oído.
—¿Mi nieta? —Me miró.
Yo solo forcé una sonrisa. Lento se levantó de su silla de ruedas que usaba de apoyo, se acercó para ver mi rostro.
—¿Yun...? —Me llamó por el apodo que me puso.
—Hola...
—Sí... Ella es... Tiene un ojo verde y otro café, ¿Lo ha visto? —Volteó a ver a la chica.
Siempre que vengo a verla es la rutina donde tienen que recordarle quién soy, luego menciona lo de mis ojos, es un detalle sutil que a veces pasa desapercibido. De pequeña tenía los ojos verdes, después solo uno de ellos se fue oscureciendo hasta acabar así. Me alegra que sea algo de lo que no se pueda olvidar.
Estuvimos unas cuántas horas, pero sabía que Vincent tenía cosas que hacer con su familia así que me despedí con la promesa de volver a verla pronto.
El viaje es largo y por suerte se llega por la misma carretera que da al cementerio donde Esther y Fani están. Decidimos parar un momento, comprar flores y dejarlas en las respectivas tumbas de las personas que íbamos a ver.
No tengo mucho que hablar con la lápida de mi madre. Solo me quedo viéndola sin saber qué sentir. No entiendo en realidad el motivo, pero una gota rebelde salió de mi ojo y Vincent se acercó para abrazarme.
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Después de la tempestad.
RomanceJuno Kelly empieza a retomar su carrera después de un tiempo alejada de las cámaras, obteniendo el protagónico de ni más ni menos que la adaptación a película de su trilogía favorita. Allí conocerá a la escritora que creó aquel mundo que tanto le fa...