Capítulo 43.

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Me empecé a despertar sintiendo cosquillas en mi cuello, eso hacía que riera de inmediato aunque seguía en el trance entre la lucidez y mis sueños. Fui moviéndome y abriendo los ojos de a poco, para así encontrarme con una cabellera rubia y pronto vi el rostro de Ellie ya lejos mío.

—Al fin despiertas.—Sonrió.

—Parece que te sientes mejor...—Reí.

—Sí, tenerte aquí ayudó mucho.

—¿Ayudó cómo? Si no hice nada.

—Hiciste mucho para mí.

Se acercó para abrazarme y esconder la cabeza bajo mi cuello. Todavía se siente como si estuviera soñando, ayer durante la cena intentamos insistir conque no habría boda y nadie nos creyó, incluso Keisy se enojó con nosotras por "Querer engañarla y que otra niña lleve los anillos".

Quisiera no irme nunca, pero desgraciadamente tengo trabajo que hacer y quiero apresurarme para poder dar un paseo por todo ese terreno. Luego de estar un rato más disfrutando la compañía de la otra, fuimos a darnos una ducha y bajé ya que supuse que ella ya se encontraba abajo. Me hallé con la niña sentada en el sofá viendo la televisión y al notar mi presencia me pidió con una señal que me siente a su lado.

—Hola papá.—Me saludó con una sonrisa.

—¿"Papá"? —repetí en una mezcla de confusión y sorpresa.

—Vas a ser mi papá cuando te cases con mi mami. ¿Voy a tener un hermanito después?

—¡¿Un hermanito?!

—¡Sí! ¡Pero que sea un niño porque no quiero compartir mis cosas!

—Keisy, no vas a tener un hermanito, yo no puedo... —No planeo explicarle esto a una cría.— No puedo darte eso, lo siento.

—Oh...—Su expresión se entristeció un poco, pero rápido se recuperó.— Está bien, de todas formas es la primera vez que estoy tan cerca de tener un papá.

No supe cómo reaccionar, ni qué se supone que debería decir en una situación como esta. Para comenzar, Keisy ni siquiera es hija biológica de Ellie y no lo sabe, no tengo ni la menor jodida idea de qué habrá pasado con su padre o cómo sucedió, pero es obvio que es algo que a mí no me incumbe revelar.

—Aunque creí que si llegaba a tener papá él sería... No lo sé, más alto.

—¿Qué...? —Fruncí el ceño.

—Eres muy bajita, no me puedes tomar en brazos como el tío Oliver.

Sabía que había una parte nueva de Keisy que se estaba apareciendo en mis ojos, muchísimo más juguetona y con ganas de tomar el pelo junto a esas risas traviesas.

—¿Y tú con qué derecho hablas de ser "bajita"? ¡Estás pequeña todavía! —reclamé.

—¡Pero voy a crecer fuerte y grande!

—¡Hasta entonces no tienes derecho de hablar! ¡Eres enana!

—¡Enana tú!

Me asombré aún más cuando llevó su manito para picar mi cintura y hacerme cosquillas. De inmediato me alejé y fuera de enojarme; ya había iniciado la guerra. La arrastré con mis brazos hasta que se tumbó en el sofá y empecé a hacerle cosquillas, las carcajadas de Keisy inundaban la habitación y se retorcía tan brusca que tenía que tener precaución para que no se hiciera daño.

—¡Ya para! ¡Me rindo!

—¿Vas a volver a hacerme cosquillas?

—¡Cuando menos te lo esperes!

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora