Capítulo 50: Ellie 4.

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Me levanté aunque no quería hacerlo, Keisy lloraba apenas salía el sol casi como si tuviera un temporizador automático.

Atendí a mi bebé antes de que despierte a su bisabuela. Y después de tomar mis pastillas empecé mi emocionante día; estar sentada en mi escritorio, intentando escribir y siendo incapaz de hacerlo.

Hace mucho la editorial me pidió sacar otro libro más, era mi elección hacerlo o no, ya que realmente no lo necesito, consigo bastante con los que ya he publicado y el puesto fantasma que tengo en la empresa de mi padre. Me sugirieron que fuera de amor y que no tenga un final deprimente, para así dar un cierre feliz a ese tema en lo que a mi escritura se refiere. Elegí el peor momento de mi vida para intentar hacer algo como eso.

Era una ambición, un objetivo con tal de darme alguna esperanza y pronto noté que ya las había perdido todas. No al respecto de volver a enamorarme, no hay nada en este planeta que desee menos. La esperanza la necesito para continuar con vida, no puedo dejar sola a Keisy ni irme antes de que Elizabeth de su último aliento.

Parecía una mañana cualquiera en mi burbuja donde nadie externo a excepción de Oliver puede entrar. Él es quien me lleva a las citas para supervisar el tratamiento y ese día no tenía que ir, por eso no tuve ni una mísera idea de quién podía ser.

Esperaba de todo; que fuese alguno de mis vecinos aunque todos están mínimo a un kilómetro, que alguna familia se haya quedado sin gasolina en medio del camino y que soliciten mi ayuda. La única idea que no me pasó por la mente fue ver a Atwood, con el poco cabello que le quedaba alborotado, su barba mal cuidada, con una camiseta blanca manchada con tierra y sus pantalones arrugados. Se veía desesperado y así sonaron sus golpes a la puerta antes de que le abra.

Hermanita, gracias a Dios este sí es tu hogar. Estaba confundido con la dirección.—Sin siquiera pedir permiso, entró a mi casa y cerró la puerta.

¿"Hermanita"?

—¿Qué haces aquí?—cuestioné con una ceja en alto —. ¿Cómo demonios sabes dónde vivo?

—Me gustaría darte explicaciones Eliza, pero necesito que me ayudes...

—Mi nombre no es Eliza.—interrumpí.

—¡Mierda! ¡Cómo carajos sea! ¡Me tendieron una trampa y tienes que ayudarme!

—¿"Tengo que ayudarte"? ¿"Una trampa"?—repetí con un énfasis en ese "tengo" como si le debiese algo —. Atwood, baja el tono de voz, mi hija y mi abuela están arriba. Explícate luego antes de que te eche.

—Una hija de puta a la que le di todo me tendió una trampa, casi me mata y ahora la policía me está buscando —Puso mis manos en mis hombros —. Mira, yo sé que hemos tenido diferencias en el pasado, pero si no me ayudas ahora toda la empresa y conexiones se irán a la mierda, tú también perderás, o dime ¿Cómo mantienes esta casa, a tu abuela y a tu hija, eh?

Después de la tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora