Durante la nochebuena, Madara celebrará su cumpleaños llevando a cabo una particular tradición durante la cena de Navidad, así como todos los años.
Sasuke y Sakura son los asistentes personales de Madara y serán ellos quienes se encargarán entre otr...
En horas de la mañana, Madara observaba pensativamente el árbol navideño al pie de las escaleras cuyas luces jamás debían apagarse durante la temporada.
Después de varios minutos decidió moverse de allí y continuar su camino, pero se detuvo una vez más al percibir que alguien venía subiendo las escaleras detrás del arbol y se acercaba hacia él. Era Sasuke quién sin mucho afán fué aproximándose hasta detenerse también al frente suyo.
-Imagino que aprovechaste las circunstancias para tener una noche maravillosa con esas pobres desdichadas. ¿cierto? -le preguntó Madara.
-Pues no me puedo quejar, ambas se llevaron una muy buena impresión de mi... Siempre he sido todo un caballero y era lo mínimo que podía hacer por ellas, aunque mi noche no fué tan maravillosa como si lo fué la tuya... -contestó Sasuke.
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Madara esbozó una sonrisa mientras que miraba fijamente al joven pelinegro.
-¡Pero qué engreido te has vuelto...! Aunque pienso que tu voraz apetito por el sexo te ha ido llenando de una constante insatisfacción que cada vez te va siendo mas difícil de saciar... -le dijo Madara.
-Creo más bien que me he convertido en alguien muy exigente, ya sabes que me encantan los excesos de todo tipo y que siempre deseo probar cosas nuevas; pero tal parece que la humanidad cada vez va careciendo más de imaginación... -respondió él joven pelinegro mirando también a Madara fijamente
El pelinegro mayor sonrió nuevamente.
-Yo más que nadie lo sé... No puedes culparlos, a la final son creaciones imperfectas y no pueden ofrecer mas de lo que sus pocas capacidades le permiten... Yo por eso no insisto mucho en divertirme sexualmente junto a seres inferiores, tal y como tú lo haces... A menos que sea estrictamente necesario... -dijo.
-¿Y Sakura...? -preguntó Sasuke.
-No hace mucho que se quedó dormida también. Por lo visto, los únicos que estamos despiertos a esta hora somos tú y yo... -dijo Madara.
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