HAPPY BIRTHDAY LORD MADARA

CAPÍTULO 52

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Con una gran agonía y desesperación, Ino escuchaba la voz de Belial narrarle lo acontecido ese día del 23 de diciembre cuando ella emprendió aquel viaje por carretera hacia la capital del país vecino para conseguir la oportunidad de ganar una gran cantidad de dinero y así asegurar el futuro de ella y el de su hijo, sin saber siquiera que se estaba encaminando a un viaje sin regreso y con un trágico desenlace tanto para ella como para su pequeño bebé.

—Pese a lo débil que estaba todo tu cuerpo después de haber alimentado por última vez de tu pecho a Deidara y que de esta manera él te absorbiera la energía para nutrirse y para seguir el plan de mi esposa y de Asmodeus, conduciste tu automóvil hasta llegar a la frontera durante ocho horas sin tomar un prudente descanso por el temor de llegar tarde a la recepción de bienvenida de las aspirantes y perder la oportunidad de siquiera de participar.

Por todo el camino solo pensabas en nuestro hijo y cuan importante era para tí ser la ganadora. Ibas tan segura de tí misma, dispuesta a competír con quien sea y hacer lo que fuera necesario para así quedarte con esa oportunidad. Era el todo por el todo...
Te imaginabas un futuro en el que tú y Deidara viajaban por el mundo y en el que no sufrían ninguna carencia de tipo económico. Lo veías graduarse de alguna prestigiosa universidad y otras tantas cosas más que los humanos consideran como la cima del éxito.
Y luego pensabas en mí y la emoción que te producía el volver a verme después de casi tres meses.

Tu deseo de competir contra gente desconocida en un lugar extraño para tí, tu desbordada imaginación, todos esos sueños y la ilusión de verme una vez más; hacían que tu cerebro liberara dopaminas, oxitocina, serotonina y endorfinas. Este cóctel químico de felicidad fué tu batería energética y lo que te dió la fuerza suficiente para conducir durante ocho horas sin permitirte ningún descanso a pesar de necesitarlo realmente.

Ya en horas de la tarde, al cruzar la frontera el agotamiento tanto físico y mental ya habían superado cualquier impulso emotivo de felicidad producido por tu cerebro, entonces tu frecuencia cardíaca se aceleró debido a la frustración y al estrés que te ocasionó el tener hambre, frío, sueño, cansancio y el no encontrar un teléfono disponible para comunicarte con tu prima y saber de Deidara. Aunque ya te encontraras en ese momento dentro del país, aún te faltaban cuatro horas de recorrido; así que sentías que aún no podías cantar victoria y debías continuar con tu viaje.

Mientras que llenaban el tanque de gasolina y le hacían una rápida inspección al auto, aprovechaste ese momento para comer después de tantas horas; luego subiste nuevamente al automóvil y continuaste conduciendo hasta la capital que se encontraba en la siguiente ciudad.

Ahora con tu estómago lleno, sentías que el estrés y el enojo habían bajado un poco. Tu cerebro volvió a producir serotoninas, pero esta vez venían acompañadas con la melatonina.
Ya habías saciado tu hambre, la carretera cubierta de nieve y ya habia empezado a oscurecer; pero el agotamiento seguía latente así que si tu no le dabas del debido descanso a tu cuerpo, el cerebro iba a tratar de desconectarse por si solo para descansar por su propia cuenta.

Fué entonces cuando tuviste esa recurrente sensación de que tu mente quedaba en blanco y luego volvía en sí, estabas teniendo episodios de microsueños. Tu cerebro desde hacía muchas horas te estaba enviando las señales de que debías darle descanso porque ya había llegado a su límite, pero movida por tu motivación seguías luchando contra tí misma ignorando el daño que seguías haciéndote luego de que Deidara te absorbiera no sólo tu energía física y mental; sino también parte de tu energía vital.

Tu cerebro se negó a seguir tus órdenes de seguir en estado de alerta, así que decidió desconectarse y tú tuviste otro episodio de microsueño pero mucho más prolongado. Durante casi tres minutos conduciste dormida hasta que tus manos soltaron el volante y poco a poco el auto fué perdiendo su curso hasta invadir el otro carril.