CAPÍTULO 18

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—Es una niña... Una hermosa niña idéntica a su padre y con una energía muy intensa... Es tan preciosa mi pequeña... —decía la mujer de voz firme mientras que cortaba el cordón umbilical de la recién nacida que lloraba a todo pulmón.

—¡Aleje a esa aberración de mi vista...!
¡Por ningún motivo se atreva a mostrarme esa cosa que nació de mí y que solamente me produce repulsión! —vociferaba la joven pelinegra con rechazo.

La mujer encapuchada empezó a reírse al tiempo que limpiaba las vías respiratorias de la pequeña ayudada de un aspirador nasal para neonatos.

—¡Jajajaja! ¿Y qué te hace pensar que te permitiré verle la cara a mi preciosa hija y la hija de él...? ¡No seas ridícula, Hinata! Eres tan poca cosa que no mereces recibir tal privilegio... —le contestó

Hinata rompió en llanto nuevamente mientras que hablaba con aflautada voz:

—Sasuke... ¡El es el causante de todo esto! ¿Qué clase de monstruo es él? ¿Qué clase de monstruos son todos ustedes? ¡Esto que me hicieron es espantoso! Me obligaron a parir una asquerosidad que va en contra de las leyes naturales... ¡Traje al mundo a una aberración!

—¿Monstruos...? ¿Te parece que somos unos monstruos por emplearte...? ¿Por darte el uso que tu misma permitiste que te diéramos? 

—¿Yo? ¡Eso es una vil mentira!
Jamás daría mi consentimiento para que me hicieran todo el daño que me han ocasionado, señora... —refutó la joven

—No, jovencita... No estoy diciendo mentiras, solamente debes hacer un esfuerzo y tratar de recordar...

—¿RECORDAR QUE...? ¿Qué es lo que debo recordar...? —gritó Hinata con desesperación 

—Recordar el momento en que aceptaste hacer negocios con nosotros... Aún puedes hacerlo, así que trata de conectar una vez más tus recuerdos con tu estado actual y encontrarás todas esas respuestas que buscas... —le respondió la mujer calmadamente.

Hinata recordó aquella llamada en la que su hermano Neji le había hecho preguntas sobre lo ocurrido en la última reunión de los ejecutivos de la agencia de modelos donde ella trabajaba, recordando únicamente que solo había esperado varias horas afuera de la sala de conferencias y que nunca había participado de dicha reunión.

La mujer encapuchada lavaba y limpiaba delicadamente la piel de la pequeña con agua y una solución aromática jabonosa hecha con ingredientes naturales mientras que miraba esporádicamente a la joven pelinegra.

—El principio de tu final empezó justamente allí, y así como te lo dije; aun no has perdido totalmente tus memorias, solamente debes conectar tus recuerdos con tu actual estado... —le dijo.

Uno de los asistentes encapuchados extendió ante la mujer una sabana de algodón de color azul oscuro bordada en las orillas con hilos de oro. La mujer vestida de negro cubrió a la recién nacida y ya en sus brazos le dio un tierno beso sobre la frente a la bebé mientras que daba la vuelta y buscaba la salida de la habitación.

El asistente que sostenía a Hinata por los brazos la liberó para unirse con ellos también.

Aún sobre la cama, Hinata veía estupefacta la herida de su vientre aún abierta; trató de levantarse de la cama; pero el sangrado se intensificó; así que volvió a recostarse sobre ella.

—¡Oiga, señora...! ¿Se va y piensa dejarme así...? ¡No puede dejarme así como estoy! Me ha dejado abierta y si continuó así voy a morir desangrada o por una infección...! —manifestó ella con reclamos.

Antes de salir, la mujer se detuvo para responderle:

—No será necesario que cierre tu incisión, Hinata...

HAPPY BIRTHDAY LORD MADARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora