1 - La chica nueva.

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Su madre dio los últimos detalles de el vestido color blanco aperlado de Katniss.

Ella veía a su madre por el espejo, y, cuando la miró por el mismo, le dedicó una cálida sonrisa a través de el.

La arreglaba para una ocasión muy especial, hoy sería su primer día en una Universidad diferente a lo que estaba acostumbrada.

Katniss pertenecía a la realeza de Panem, un país regido por ambos poderes: Por un rey y un presidente. Para evitar guerras, más que nada. Su padre gobernaba ahora.

Panem es un país, que, aunque amanerado, era moderno. Había tecnología, modas, como en los pasados años del siglo XXI. Pero era también muy típico que los que eran parte de los altos, como Katniss, usaran modalismos y típicos arreglos de gala. Katniss se adaptaba muy bien a eso, no le molestaba, a diferencia de otras princesas que había conocido en años pasados: Rebeldes, con deseos de libertad.

No comprendía por qué ellas eran así, lo veía raro, no las entendía. Unas cuantas hasta se escapaban. Como su mejor amiga "¿o sería "ex"?" Johanna.

La extrañaba. Mucho. Ella había huido a otra ciudad hace apenas seis meses y las búsquedas no han parado desde entonces. ¿Como encuentras a alguien que no quiere ser encontrado?

Katniss toda su vida había asistido a institutos privados, hasta ese momento. Hoy iría por primera vez a una escuela abierta.

Llevaba un vestido color blanco aperlado perfectamente acomodado. Era corto, de escote en "v" y sin mangas. Se veía bastante guapa con él. La señora Everdeen estaba consciente de que su hija arrancaría unos cuantos suspiros en su primer día. Salieron y, como Katniss odiaba ir en coche, siempre debía de ir caminando a todas partes si podía. Sus padres respetaron su decisión. Asi que, fue escoltada por su agente de seguridad, Haymitch, hasta el instituto por todo el camino.

Haymitch era su único amigo. Con él podía hacer unas cuantas bromas, contar secretos y sentirse cuidada. Era su mejor amigo. Incluso le tenía más confianza a él que a su propia madre, aunque no se hubiera dado cuenta. Sabía mas cosas él que la señora Everdeen.

-¿Cómo te sientes, Katniss? -le preguntó él.

-Bien, Hay. Espero que todo vaya bien -respondió.

-Ya verás que sí -la tranquilizó.

Haymitch era con la única persona que se tuteaba. Le gustaba que Haymitch no la tratara de "señorita" y le gustaba tratarlo como amigo. Porque lo era.

De ahí, a todos les hablaba de "usted" (aunque tuviera su misma edad). Sin contar a Johanna, obviamente.

Cuando se vieron llegar, Haymitch la abrazó con ganas y le dejó un besito en la frente antes de partir y asegurarse de que pisara la Universidad a salvo.

Había una fila para entrar. Aguardó detrás de una chica pelirroja. Conforme la fila avanzaba, más alcanzaba a ver hacia dentro de la institución. También reparó en que todos los estudiantes que pasaban la puerta saludaban al hombre de la entrada chocando los puños. Hasta las chicas.

Ella nunca había hecho eso con nadie mas que con Haymitch un par de veces cuando estaban solos; porque si los veían hacer ese saludo, ambos recibían una reprimenda de la señora Everdeen.

La chica pelirroja chocó los puños, y cuando le iba, no levantó la mano. Lo dejó colgado y pasó rápidamente sin mirar atrás. ¿Como pensaba que lo iba a hacer? Ni siquiera lo conocía.

Sacó su horario de su bolsa tejida a mano por su abuela y lo leyó. Le tocaba matemática en el salón A18.

Mientras caminaba por los pasillos ante la mirada de todos, casi chocó con un chico vestido con un uniforme de basquetbol que corría junto a sus compañeros de equipo, todos, sudados.

-Lo siento -le dijo él, sonriendole por unos instantes y retomando su camino.

Cuando el chico se dió la vuelta, pudo leer su camisa por detrás. Llevaba el número doce, y arriba de este, su apellido "Mellark".

Miró con mas detenimiento a sus compañeros y vió a un chico que tenía una copa dorada en las manos, gritando con emoción y chocando los puños con todos. Leyó su camisa: tenía el número cuatro y su apellido era Odair.

En serio, la chocaba con todos los de el pasillo. Y ella estaba en el pasillo. Asi que, cuando esté se acercó, no supo que hacer. Y ahí estaba, con la mano levantada, esperando el saludo de Katniss.

-Vamos -le dijo él- No me vayas a dejar con la mano colgada.

¡Wow! La había llamado de "tú".

Dudosa, lo hizo. ¡Las había chocado!.

-¿Nueva? -le preguntó. Ella asintió con la cabeza- Bienvenida... -sonrió de manera coqueta- ¿te llamas?

-Katniss -respondió- ¿Usted es Odair? ¿No?

-Soy Odair. Finnick Odair -le extendió la mano, y ella la estrechó.

-Un gusto -dijo educadamente. Luego, Finnick le dedicó una última sonrisa antes de continuar corriendo con Mellark de nuevo, quien lo había estado llamando.

Continuó su caminata por los pasillos, hasta encontrar el aula A18, donde se habían instalado también unos chicos del equipo de basquetbol. Llegó un poco tarde a clase por no encontrar el aula rápido, pero afortunadamente el profesor no había comenzado. Pero en definitiva era la última, ya que todos los chicos estaban listos. El profesor la miró con sus cejas juntas.

-Buenos días -dijo ella- ¿Puedo pasar?

-Claro que puede -respondió el profesor- Pero, ¿es usted nueva, no?

Katniss asintió.

-Preséntese, por favor.

Ella se paró al frente de toda la clase y respiró profundo. Todos entornaron los ojos. Ningún chico creía lo que miraba: Una clara princesa de Panem, guapa, joven, refinada y amable (sobre todo guapa) estaba parada con osadía y sin pena frente a ellos.

Mientras tanto, las chicas se preguntaban en su interior qué hacía ella ahí. Estaban claramente enojadas por las miradas que todos los hombres le dirigían. Pero Katniss no se dió cuenta. Ella no sabía reconocer muy bien el odio en las personas.

No le daban nervios (no tantos) ya que estaba acostumbrada a hablar en público, es una de las cosas que le enseñan a las princesas. Y había aprendido rápido.

-Mi nombre es Katniss Everdeen -dijo fuerte y claro, aunque sin excederse. Tal como le habían enseñado- Y... amm, espero poder ser buena compañera -terminó.

Desde ahí, alcanzó a divisar a Finnick y al chico que era Mellark, de quien no sabía su nombre aún. Y a un par de chicos más del equipo.

-Gracias, señorita Everdeen -intervino el profesor- ¿Alguien que le quiera ceder el lugar, para una buena bienvenida?

-Muevete, Cato -le decía Finnick al chico del equipo que tenía al lado- Muevele, sé caballero con Katniss.

-Hoy no me da por ser caballero -le respondía.

Finnick y Mellark se levantaron de su lugar y lo hicieron quitarse, cuando lo lograron, lo mandaron a sentarse al suelo y rieron entre ellos, chocando los puños. Parecía que ahí les encantaba chocar los puños.

-Kat, Kat -la llamó Finnick- Tengo un lugar para ti.

Ella avanzó con cautela entre las filas de asientos. Algunas chicas la miraban mal.

Se sentó en el lugar que le dejaron con delicadeza y clase, como hacía siempre. Juntó las piernas, se recargó derecha en el respaldo del asiento, sacó uno de sus cuadernos y levantó la mirada hacia el profesor. Quedaba entre Finnick y Mellark, adelante de otro chico del equipo.

-Hey, Katniss -la llamó el rubio de su derecha- Bienvenida. Mi nombre es Peeta.

Le extendió la mano. La estrechó.

-Un gusto -respondió con educación.

Peeta sonrió de lado. Era tan atractivo...

Y comenzó su primera clase.

Escapando con la princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora