La Orgullo de Invernalia.

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Buenas, buenas. Si, traigo otro cap y muy rapido.

Desde ya aviso que quiza no sea el más emocionante de todo, y lo mismo el siguiente, pero en los próximos habrá más acción y todo eso.

Espero les guste.

Harry XII.

Pernotaron diez días enteros en Myr, tras un agotador viaje por el Mar Angosto, y aprovecharon para rellenar las bodegas con cereales, frutas, carne, agua dulce y vino. Sus hombres agradecieron la oportunidad de bajar de la galeaza y estirar las piernas, pero tras el primer día, Harry se negó a pisar la ciudad. No podía contemplar como los esclavos eran maltratados y golpeados por sus crueles amos.

«Quizá me recuerda a cierto armario bajo las escaleras». Era la clase de memorias que le habría encantado olvidar pero por alguna razón, tras más de dos siglos, seguían frescas en su mente.

La Orgullo de Invernalia tenía sus seis velas desplegadas cuando abandonaron Myr, una de las más ricas y vibrantes Ciudades Libres, de manera que para cuando llegaron a Tyrosh iban con buen tiempo. Pero no se detuvieron allí y siguieron el viaje. Los demás barcos que Harry había traído consigo estaban ya de camino a Puerto Blanco, con las bodegas repletas de todo lo que adquirieron en Pentos, Braavos y Myr.

Llevaban un día cruzando los Peldaños de Piedra, una región infestada de piratas y corsarios, y era necesario cruzar raudos, sin ninguna demora. En cualquier caso, había muy poco en la Orgullo de Invernalia que pudiese interesar a los criminales de los Peldaños de Piedra: no llevaban grandes tesoros, ni especias ni nada de valor. Pero de los esclavistas de Lys y de Tyrosh, en cambio, si había que cuidarse. Ellos no buscaban tesoros, sino esclavos, y por los ponienties se pagaba su peso en oro en los mercados del Este.

-Quizá mi señor deseo tomarse un descanso-sugirió el maestre Tybolt cuando llego hacía donde estaba-. No ha parado de leer sus libros desde que dejamos Braavos.

Harry no se molestó en ver al maestre. Los Fuegos del Feudo Franco le resultaban mucho más interesantes, y los demás libros en su camarote, aún más. Estaba leyendo el libro por tercera vez, solo para estar seguro de memorizar cada detalle. Una vez cruzasen los Peldaños de Piedra, el viaje sería aún más rápido, y antes de darse cuenta llegarían a Volantis donde viajaría por si solo hacía Valyria.

«Ni siquiera mis norteños, por leales que me sean, me seguirán dentro del Mar Humeante».

-Señor...-tercio Tybolt con incomodidad-. No puedo evitar notar que nuestro viaje nos lleva cerca de la Antigua Valyria.

Harry alzo la vista al fin. Ya se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que alguno de sus acompañantes terminase por sospechar del verdadero motivo del viaje.

-¿Qué desea, maestre? Estoy ocupado, por si no lo nota.

Las cartas del maestre Aemon estaban cuidadosamente apiladas en un montón junto a un ojo myriense, un nuevo y novedoso artefacto de los cuales solo había unos pocos. Lord Dustin se lo había traído de regalo cuando estaban en Myr, y su función era que hacía que las cosas lejanas parecieran estar más cerca; se trataba de dos lentes de vidrio encajadas en una serie de tubos de latón dispuestos ingeniosamente, de forma que cada sección se podía introducir en la siguiente, hasta que el ojo quedaba del largo de una daga.

«Magia», dijo Lord Dustin.

«Un telescopio», pensó Harry secamente. Se limitó a agradecer a su abanderado y guardo el regalo.

-Mi señor-insistió el maestre Tybolt.

-¿Qué, maestre? Ya le dije que hablase.

-La Maldición aún continúa en Valyria. Es un área peligrosa para los barcos. Se dice que está habitado por demonios. Está lleno de volcanes y pilas humeantes de rocas y se dice que en algunos lugares sus aguas hierven, y que están infestadas de krakens.

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