Cersei victoriosa.

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¡Buenas...!

Creo que este es, de lejos, el cap más largo que he escrito, y con Cersei, no menos. Pero, realmente, me gusta escribir a este personaje. 

Espero les guste.

-X-

Cersei V.

-Connington ha abandonado la ciudad-repitió Cersei-. ¿Sabemos por qué?

Fue Benjen quien le respondió.

-Cerrara el Camino de las Rosas, mi señora.

«¿El Camino de las Rosas?». ¡Aquello no tenía sentido alguno!

Los últimos días habían sido fríos, grises y húmedos. Diluviaba todas las mañanas, y las nubes no se despejaban por la tarde, cuando escampaba. En ningún momento vieron el sol. Cersei, que tenía una quincena recostada en su lecho, empezaba a hartarse de aquello.

-Cuéntamelo todo-ordeno Cersei-. Quiero saber que pasa, de principio a fin.

-Hace tres días llego un hombre a Desembarco del Rey, medio muerto, sobre una burro famélico. Venía de Antigua. Cuando estuvo frente a la Puerta del Lodazal cayó de su montura, y los capas doradas lo ayudaron pero murió unas horas más tarde. Yo no lo vi pero escuche que era todo hueso y carne febril. Lo más inquietante vino después, cuando lo examinaron. Ese hombre se había ensuciado encima, no una, sino muchas veces. Los excrementos le llegaban a las rodillas, y en ellos encontraron sangre seca, que le mancho la ropa interior.

Cersei frunció el ceño con disgusto.

-¿Eso que tiene que ver con Connington?

-Porque Pycelle mismo decreto que se trataba de una enfermedad bastante rara y peligrosa-dijo Benjen-. Es la colerina, no hay duda de eso.

Una escalofrió de miedo recorrió a Cersei. Recordaba, en cierta ocasión, al viejo maestre de Roca Casterly hablando de aquella enfermedad, que se decía provocaba fiebres sumamente altas y sangrados intestinales. No había cura, y la única forma de prevenirla (que no funcionaba siempre) era la cuarentena. También mataba a cuatro de cada cinco infectados.

-Connington lleva tropas hacía el Dominio-le dijo Benjen-, con la esperanza de contener el contagio antes de que se esparza. Pero si se esparce...

-... La situación para nuestro Rey acaba de empeorar, y mucho.

Era común que, tras una guerra, o algún saqueo a una ciudad o pueblo, se esparciese alguna peste. Los cadáveres eran caldo de cultivo para enfermedades, y si había algo que no faltaba en Antigua eran cadáveres. Pero la colerina sangrienta no era una peste cualquiera.

-Quiero que averigües todo al respecto-indico Cersei, quien encontraba cierto gusto por el más joven de sus cuñados-. ¿Y hay noticias de mi señor padre y de mi señor esposo?

Él se encogió de hombros.

-Lo último que supimos es que Ned destrozo la Flota del Hierro, y estaban embarcándose para invadir las islas.

Ella asintió, inquieta. Más tarde reflexionaba en silencio sobre lo que debía hacer. Lord Stark, una vez más, la había nombrado regente con todo lo que conllevaba, y por encima de todo, le dejo una tarea fundamental.

-Tienes que quebrar al Rey-le índico Lord Aryan, tan amable como de costumbre-. Has que acceda a nuestras demandas, Cersei.

Había cavilado durante varios días sobre la mejor forma de lograr aquello. Tanta responsabilidad la dejaba sin aliento, y más porque se trataba de una tarea en específico. Estaba decidida a no fallar.

Se Acerca el InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora