Lady Joanna.

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¡Buenas! Este es un cap corto, con una nueva perspectiva (Joanna, un OC mio), y sí bien a muchos (me incluyo) les pueda parecer tedioso, realmente es muy importante para la trama. 

Espero les guste.

-X-

Joanna I.

De todo Desembarco del Rey, el único lugar que a Joanna le gustaba era su dormitorio, porque solo allí no le llegaba el nauseabundo olor de la ciudad. Cuando estaba fuera siempre llevaba flores trenzadas en el cabello, o pañuelos de seda perfumados con los que se cubría la nariz con la elegancia propia de una damita. Solo así lograba soportarlo.

Esa fue la explicación que le dio a su tía, la Reina, cuando le pregunto porque se cubría el rostro con aquel pañuelo, mientras desayunaban con algunas damas de la corte.

Eso pareció divertirla.

-Te acostumbras después de un tiempo, niña, pero tú no tendrás que preocuparte-dijo la Reina-. Pronto te marcharas a la Roca. Seguramente conocerás Lannisport, y déjame decirte que aunque es más pequeña que Desembarco del Rey, no tiene nada que envidiarle a la capital.

Joanna tatareo, y le arrojo un trozo de lechón a Emperatriz, que estaba debajo de la mesa.

Tenía muy claro que Desembarco del Rey no era Inviernas, ni la Fortaleza Roja era Invernalia, a medio mundo de distancia, y aun así, se encontró... decepcionada. ¡Era la capital de los Siete Reinos! Pero no se comparaba con Inviernas, Essaria o Starkport, las grandes ciudades norteñas, al menos en opinión de Joanna; ni siquiera con las ciudades de Pentos, Myr o Lys, que Joanna había visitado dos años atrás con su padre.

En aquel momento Sara Nieve le arrojo un trozo de panceta a Emperatriz. Su loba se entusiasmó tanto que casi derrumba una fuente con salsa.

-¡Controlen a ese animal!-exclamo Jennelyn Fowler con voz de pito-. Su Majestad, por favor.

Pero la Reina Lyanna solo se reía.

-Es inofensiva-explico Sara Nieve, y Jennelyn Fowler se vio conmocionada ante el hecho de que una bastarda se atreviese a dirigirle la palabra directamente-. Solo se entusiasma mucho con la comida.

Era cierto, y aquello había dado paso a muchas anécdotas divertidas. Joanna sonrió.

-Un cachorro es inofensivo-replico la princesa Rhaenys-. Los huargos son bestias salvajes. ¿O no conoces las historias de la Muerte Negra? Seguía a lord Stark en batalla y masacro a cientos de hombres. Fue un alivio cuando murió.

Joanna y Sara se erizaron ante aquellas palabras. La reina solo vio a la princesa con una ceja alzada.

-No más salvajes que un dragón, Alteza Real-le dijo ella-. Tanto al dragón como al huargo se les puede domesticar, y ambos son capaces de causar un gran daño.

Era evidente, incluso para Joanna, que la princesa Rhaenys parecía ofendida por la comparación del dragón con el huargo.

-Tal vez Visenya pueda tener un huargo-declaro la princesa Rhaenys en voz alta, al tiempo que se ponía de pie-, ya que evidentemente no es lo bastante Targaryen como para tener un dragón. En cambio sí parece lo suficiente salvaje para ser una norteña.

-¡Por lo menos yo sí tengo aspecto valyrio!-espeto la princesa Visenya-. Tú eres mitad Targaryen como yo, y toda dorniense.

Eso no ofendió a la princesa.

-Y aun así yo tengo un dragón y tú no.

-¡Basta las dos, princesas!-La Reina choco su cáliz contra la mesa-. En unos días Visenya se marcha a Invernalia, y usted, Alteza, a Lanza del Sol. Tendrían que pasar sus últimos días juntas en comunión. Son hermanas y en mi presencia, se comportaran como tal, ¿queda claro?

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