La caída de la reina.

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Otro cap, es corto, por eso tan seguido.

Espero les guste.

Aviso que el titulo de este cap es muy literal...

-X-

Joanna III.

Los Targaryen llevaban una luna en Invernalia cuando la reina madre murió.

Había sido un día hermoso hasta ese momento, mientras la nieve caía y envolvía la ciudad con un manto blanco. Era temprano por la mañana, pero en Invernalia todos tenían bastante rato despiertos, pues los Stark y los Targaryen se estaban preparando para hacer un viaje al Muro, y la perspectiva emociono a Joanna, porque amaba ver el mundo desde la cima. Imaginaba que sí en verdad existían los dioses así era como debían de contemplar su obra.

«¿Y, sí es así, contemplaron lo que sucedió?-se preguntó Joanna-. ¿Por qué darle una muerte tan espantosa a esa pobre mujer?». Se preguntó qué tanto mal había hecho Rhaella Targaryen en vida para que los dioses la castigasen con tal abrupto final.

Ella lo había visto todo desde la muralla, mientras ensillaban los caballos. Los Targaryen estaban ya en la Casa de las Fieras, porque ellos volarían al Muro, no cabalgarían, y Joanna quería ver a los dragones alzar el vuelo. Primero fue, como no, Visenya con Fuegoscuro, y luego el príncipe Aegon con Thorgul... y le siguió la reina Rhaella con Luz de Luna.

Las alas de tornasol de la dragona batieron una y otra vez, a medida que ganaba altura, y pronto, tenía toda Inviernas bajo ella. No comprendió que algo había salido mal sino hasta momentos después, cuando Luz de Luna estaba trescientos metros sobre el aire, y una diminuta figura se precipito a toda velocidad contra el suelo.

Los Guardianes de los Dragones no habían ajustado bien las correas de la silla de montar, le explico lord Aryan a Joanna, unas horas después. Había sido un accidente.

A Joanna no le permitieron acercase hasta que los restos de la reina madre fueron recogidos, pero los sirvientes y los soldados hablaban... Y lo que decían era espantoso. La fuerza del impacto había destrozado el cuerpo de la Reina Rhaella, y su cabeza se había abierto, como un melón reventando. Los maestres habían dictaminado al instante que no había modo alguno de arreglar el cadáver, así que se resolvió que tuviese un funeral discreto, donde los restos mortales no estuviesen expuestos al ojo público.

Lord Aryan ofreció el Septo de las Siete Luces, un magnífico edificio que solo era comparable al Gran Septo de Baelor de Desembarco del Rey, aunque la cantidad de dolientes era minúscula.

«La nobleza norteña acude por obligación-Eso, Joanna lo tenía muy claro-. Y el pueblo...». Según decían, en las tabernas, posadas y plazas de Inviernas la plebe celebraba la muerte de la reina con gran alegría y entusiasmo. «Al fin- decían todos-, tenemos solo una reina, la única y verdadera reina».

Era un verdadero fastidioso. Los Siete eran los dioses de su madre, pero los ritos de la Fe eran largos, repetitivos y aburridos, de manera que después de que el septon Robert pidiese por el alma de la reina siete veces a cada uno de los Siete, Joanna ni se molestó en seguir escuchando.

Sí estaba allí era porque se trataba de la madre del rey y abuela de sus primos, nada más.

-¿Ya podemos irnos?-murmuro Myrcella en tono quejumbroso, solo para que sus padres y hermanos la escuchasen.

En aquel momento, el septon Robert pedía que lo acompañasen a elevar setenta y siete plegarías a la Madre.

-Todavía no, Myrcella-Lady Cersei se inclinó hacia ella-. Y trata de no mostrarte tan aburrida. Es difícil, lo sé, pero todos nos observan.

Se Acerca el InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora