Se Acerca el Invierno

Los lobos no se inclinan.

¡Buenas!

Aquí con otro cap, y les recuerdo, transcurre tres años después del anterior. Ya con este, y el siguiente, volveríamos a tener otro salto temporal, hasta llegar a 298.

Espero les guste.

-X-

Aryan XXXIII.

-Los Targaryen ya se aproximan-señalo Ned, a un costado suyo.

Harry no respondió.

Cuando sus capas grises avistaron en hacía el sur a los dragones, las luces del amanecer ya eran largas y resplandecientes, y la ciudad cobraba vida. Primero vieron a Thorgul, la Sombra Roja, con el príncipe Aegon en su lomo, una espléndida dragona de color rojizo con las membranas y el vientre cobrizos; luego apareció Nymella la Dorada, que parecía bañada en oro batido y tenía las crestas blancas. Era la más bella de todos los dragones, y la domeñaba Rhaenys Targaryen. Se les sumo Rompetormentas, la joven hembra de color azul oscuro, con la aún más joven princesa Daenerys encima, y también Adaxes, que había crecido bastante con los años, y llevaba al príncipe Viserys. Por último, vieron a Luz de Luna, descomunalmente inmensa comparado a los otros, pero tan hermosa con su color tornasol, resplandeciente ante los rayos del sol, llevando a la reina Rhaella.

Los dragones aterrizaron en la Casa de las Fieras, el zoo personal de lord Stark, donde los dragones de los príncipes de la reina tenían sus nidos. Al verlos, Fuegoscuro y Terrax largaron sendos rugidos, y hasta Urrax, aun joven y diminuto, soltó una llamarada de fuego. «Por un momento temí que terminasen enfrentándose». Pero había sido un temor infundado, pues los dragones se habían calmado bastante rápido.

Sólo tres leguas separaban Invernalia de la Casa de las Fieras, pero una multitud inmensa se había reunido para ver a los Targaryen. En Inviernas la visión de los dragones ya era algo habitual, porque la princesa Visenya paseaba en Fuegoscuro todos los días, y hasta el príncipe Aemon sacaba a Terrax de vez en cuando. Pero ahora habían llegado cinco dragones nuevos, y ninguno era bien recibido, y sus jinetes, menos aún.

Sólo tres leguas separaban Invernalia de la Casa de las Fieras, pero los Targaryen debieron sentirlo como una eternidad. Rhaegar Targaryen había entrado por la Puerta del Caballo en una litera con cortinajes de seda, una entrada mucho menos digna que la de sus familiares con dragones, y se les unió para atravesar toda la Avenía Principal hacía el Puente del Invierno, sin que mediase en ningún momento tranquilidad por parte de la gente.

«Sin duda alguna se dirá que yo incite al pueblo», pensó Harry con cierta satisfacción, aunque lo cierto es que la reacción de sus súbditos no tenía nada que ver con él.

-¡Lárguense de aquí!-chillo una mujer anciana.

-¡Justicia para la reina Lyanna!-rugió un hombre inmenso-. ¡Justicia para los Príncipes!

-¡Lord Aryan!-exclamaban cientos de voces-. ¡Lord Aryan, sáquelos de aquí!

-¡Fuera!

Ser Barristan Selmy pedía a gritos que abriesen paso, pero solo consiguió que le arrojasen una patata podrida en la cara.

Harry observo todo con silencio impasible; había demasiada gente, docenas de miles, y al menos la mitad de los presentes estaba gritando. «¡Fuera! ¡Justicia para la Reina y sus hijos!» Cuando llegaron a hacía el final del Puente del Invierno y entraron a la Gran Plaza, la Guardia Civil tuvo que acudir en auxilio de los Targaryen, porque los invierneños empezaban a enloquecer. En algún punto alguien arrojo un pescado podrido a la reina Rhaella, que impacto de lleno en su rostro, aunque nadie sabría decir de donde vino. A los Targaryen les lanzaban patatas, nabos y remolachas al grito de «¡Largo! ¡Justicia para la Reina! ¡Sáquelos de aquí, Lord Aryan!». Un guardia casi es apuñalado pero la Guardia Civil lo impidió, y trataron de derribar a Ser Myles Mooton de su caballo.