La heredera.

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¡Buenas...!

Otro capitulo más, y espero les guste.

-X-

Harry XXIII.

Harry lloro la primera vez que vio a su hija.

Estaba en los brazos de su madre mamando de su pecho con tranquilidad, envuelta en sabanas de lana blanca de fina confección. Cersei estaba recostada en la cama con doseles azules, deslumbrante con un vestido azul y forro de tul, con la larga cabellera dorada trenzada al típico estilo norteño. Parecía más diosa que mujer, y si Harry fuese religioso, si creyese un poco en los dioses del Sur, juraría que estaba ante la mismísima Madre.

La voz de su esposa lo saco de sus cavilaciones.

-Bienvenido a casa, mi señor-dijo ella, alzando una ceja en su dirección.

No se disculpó por no haber acudido a recibirlo en las puertas del castillo, como habría sido apropiado. Empezaba a descifrar a Cersei. Era una mujer mimada, bastante impulsiva pero no carente de astucia, y por lo que parecía, se adaptaba bien a la maternidad.

-La Vieja Tata me ha dicho que te niegas a dejar que las nodrizas lo alimenten-comento Aryan, al tiempo que se acercaba a la cama.

-Es mi hija-replico Cersei con fiereza-. Puedo alimentarla muy bien.

Harry la vio un momento después. Respiro bruscamente.

-¿Esta bien, mi señor?

Tuvo que respirar hondo para calmarse.

-Sí, sí... ¿Puedo cargarla?

Sin decir una palabra, Cersei le entrego a su hija, mientras ocultaba su pecho dentro de su vestido.

Había muy poco de Aryan en ella, y demasiado de Cersei. Tenía apenas una luna de haber nacido pero ya había sobre su cabeza una fina pelusilla rubia y sus labios era rojizos, como los de su madre. Hasta sus ojos... Los ojos de su hija eran verdes, como las esmeraldas, y por supuesto, eso se debía a su madre pero no podía evitar sentir que estaba viendo un fantasma. «Son los de Lily, los de Albus, los de Harry Potter».

-Es hermosa-murmuro lord Aryan Stark-. Gracias, Cersei.

Beso la frente de ambas, madre e hija, y se contentó con ver a su pequeña.

-¿Cómo se llama? En tus cartas no lo mencionaste.

Cersei alzo una ceja.

-Es prerrogativa de un padre nombrar a sus hijos-dijo ella-. Estaba esperando su regreso para que le diese un nombre.

-Eso es innecesario-replico Aryan-. Es tu hija tanto como mía, y pudiste nombrarla-Sonrió-. Pero con su permiso, mi señora, me gustaría llamarla como su madre.

La sorpresa relampagueo en los ojos de Cersei.

-¿Joanna?

-Joanna Stark suena muy bien-considero Aryan con diversión-. ¿Tú qué opinas?

-Suena bien-contesto Cersei, aburrida de pronto, o eso intentaba aparentar. Él noto que estaba conmovida.

-Que así sea-anunció Aryan-. Joanna de la Casa Stark, la heredera de Invernalia.

-Hasta que le dé un hijo varón, sí-observo ella con una ceja alzada.

-Otra cosa innecesaria. Joanna será mi heredera sin importar que.

Eso la dejo tan pensativa como sorprendida. «No me cree». ¿Y por qué tendría que hacerlo? Si el mundo fuese justo, si las mujeres heredasen igual que los hombres, Cersei sería la heredera de Lord Tywin, no Ser Jaime, que era el menor de los gemelos. Pero la Roca y el Oeste eran de Jaime, y a Cersei le correspondía el matrimonio, los hijos y el administrar el castillo de su esposo.

Se Acerca el InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora