La Roca.

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¡Buenas! Aquí con otro cap.

Esta vez, los Stark visitan a sus parientes Lannister en la Roca.

-X-

Joanna II.

Los carpinteros habían erigido gradas y lizas a extramuros de Lannisport, en ocasión al torneo que Lord Tywin estaba organizando en honor a la llegada de los Stark a Occidente. Había cientos y miles de espectadores, un gentío que dejo a Joanna sin aliento. Entre los congregados se encontraban la mitad de la nobleza occidental, y Lord Tywin en persona se encargó de presentarle a muchos de ellos. Lord Damon Marbrand, un hombre robusto y amable. Lord Leo Lefford, del Colmillo Dorado, con su hija Alyssane. Hasta los Farman, que según entendió Joanna, no eran muy apreciados en la Roca. Habían tratado de instigar una rebelión contra la Casa Lannister unos cuantos años atrás, a la que lord Tywin había puesto fin enviando a un bardo a tocar Las Lluvias de Castamere en los salones de lord Farman.

Lord Tywin se encontraba a la sombra de un baldaquín color carmesí, con las manos cruzadas bajo la barbilla, con un gesto calculador. Su izquierda estaba ocupada por los Stark, los padres y hermanos de Joanna. La derecha era de los Lannister, una familia asquerosamente amplia y fértil, cada uno con cabello rubio, tez clara y ojos verdes. Lo más interesantes eran los más próximos a Lord Tywin: los hermanos de su madre, sus tíos, Tyrion y Jaime. El Gnomo y el Matarreyes.

Ser Jaime Lannister era hermano gemelo de su madre: alto, rubio, con ojos verdes deslumbrantes y una sonrisa que cortaba como un cuchillo. Iba vestido con ropas de seda escarlata, botas altas negras y capa negra de raso. En el pecho de la túnica se veía el león rugiente de su Casa, bordado en hilo de oro.

Y luego estaba Tyrion Lannister, el más joven de los hijos de Lord Tywin, y con mucho, el más feo. Los dioses habían negado a Tyrion todas las gracias que derramaron sobre Cersei y Jaime. Era enano y medía la mitad que su hermano. Tenía la cabeza demasiado grande en proporción al cuerpo, y los rasgos deformes, aplastados, bajo un ceño inmenso. Un ojo verde y el otro negro lo escudriñaban todo bajo una mata de pelo lacio tan rubio que parecía blanco.

Pero mientras que Ser Jaime apenas si le dedico unas cuantas miradas desdeñosas, Tyrion la alzó por la cintura y la hizo girar en círculo entre gritos de placer.

-¡Mi querida sobrina!-exclamo, y cuando la bajo, le dio un beso en la frente.

Los dos tenían una estatura similar.

-¿Quieres sentarte, Tyrion?-La voz de Lord Tywin era implacable.

Tyrion le dedico una sonrisa astuta e hizo lo que le dijo. Más allá del baldaquín, el gentío rugió cuando un hombre con casco de plata, con un jabalí pinto pintado en el escudo, cayó de su caballo por un golpe de mangual. Quien lo había derribado era otro jinete, con armadura negra, que tenía grabado en el peto el árbol en llamas de la Casa Marbrand.

«Ser Addam, el hijo mayor de lord Damon».

Joanna se presentó ante su abuelo, hizo una reverencia y le beso la mano.

-Abuelo.

-Llegas tarde, Joanna-observo lord Tywin, aunque con un tono mucho más suave que él que había empleado con su hijo-. La contienda comenzó hace casi una hora, y muchos caballeros se sintieron decepcionados por no poder suplicar tu favor.

-No te has perdido de nada-intervino Lyarra-. O casi nada.

-El tío Tyrion nos contó unas cuantas historias-señalo Myrcella.

Tommen se animó ante eso.

-Sí, hay una de un burro y un panal...

-No es necesario repetirlas-interrumpió su madre con brusquedad-. Ignora las inmundicias de tu tío, Joanna.

Se Acerca el InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora