La Regente del Norte.

942 81 34
                                    

¡Buenas!

Este es un cap algo largo, y si bien no veremos la guerra en sí desde los frentes de batalla, la veremos desde la perspectiva de nuestras damas Stark, en Invernalia.

Espero lo disfruten.

-x-

Cersei IV.

Joanna dormitaba en su cuna. Era una bebe sumamente tranquila, tanto que muchas veces Cersei llego a preguntarse si era normal. Había increpado al maestre Marwyn al respecto en muchas ocasiones pero las respuestas siempre eran las mismas.

«¿Este otro bebe será igual?». Lo dudaba.

Su primer embarazo había sido un reflejo mismo de su hija: tranquilo, sin problemas, ningún tipo de nauseas. Pero el segundo embarazado estaba poniendo a prueba su paciencia, y apenas iba a mitad del término. Como si no fuese suficiente, sentía que iba a estallar. ¡Que vientre tan inmenso tenía! Había escuchado a la Vieja Tata decir que un vientre tan inmenso solo sugería una de dos cosas: o se trataba de un varón, o de dos niños.

Cersei no supo cual perspectiva la alegro más, o cual le causo más melancolía.

-Preparen a mi hija-ordeno Cersei a sus doncellas.

-Sí, Lady Stark.

Fuera, los lobos aullaban. «Últimamente solo hacen eso». El aullido de Sombra era largo y triste, lleno de pena y añoranza. El de Princesa era más incontrolado. La loba de Myranda Nieve, Nissa Nissa, que los hombres llamaban Reina Roja, tenía un aullido melancólico. Hasta la de Alys Nieve y la de Joanna Stark, lobitos sin nombre aun, aullaban, junto a los demás miembros de la camada, sin dueño o nombre. Sus voces resonaron en los patios y en las salas hasta que el castillo entero pareció invadido por una manada de lobos huargos, como si hubiera cien, no nueve.

Lyanna Stark aseguraba que era el aullido de la manada. Los lobos extrañaban a Canuto y a Colmillo y Honor, que estaban en el Sur.

«Si es así que dejen de extrañarlos y se callen de una buena vez». Cersei estaba harta de escucharlos, y de buena gana les habría mandado a poner bozales a todos los lobos. Se conformó con exigir que los confinasen en el bosque de dioses, donde los aullidos hacían un eco distante.

-Todo esta listo, Lady Stark-anunció su doncella, tan pronto terminaron de vestir a la pequeña dama.

-Bien.

Cersei bajo de la torre. Había visitas en Invernalia, los invitados habían llegado para el festín de la cosecha que se celebraría aquella misma noche. En los días siguientes Cersei tendría que recibir a todos los vasallos y señores de su esposo en audiencias pero primero habría un banquete.

Unos cuantos protestaron cuando Lord Aryan dejo a su esposa a cargo. Habrían preferido a la Reina Lyanna, que ya había gobernado como Regente mientras sus hermanos hacían la guerra en Oriente, o incluso al joven Benjen, que era un Stark de nacimiento, pero Lord Aryan fue inflexible.

-Eres mi esposa, me parece normal que en mi ausencia tu estés a cargo-se limitó a decir su señor esposo.

«Regente del Norte y de Essos». Sí, claro, Benjen Stark tenía reservado para sí mismo el título de «Protector» pero en su calidad de Regente, Cersei tenía la obediencia de su cuñado.

Y lo disfrutaba. La cantidad de poder que quedo en manos de Cersei, de la noche a la mañana, la dejo sin aliento. Todos los días se sentaba en el trono de su señor esposo para celebrar la corte y escuchar peticiones, zanjar disputas entre los gremios, o marcar límites entre esta tierra o aquella. Las tardes las dedicaba a recorrer Inviernas a lomos de su palafrén, tan magnifica como de costumbre, para supervisar el progreso de las construcciones, visitaría el Gran Mercado para verificar que estuviese bien abastecido, y pasaría rondas entre los barracones de la Guardia Civil, en las Murallas Triples.

Se Acerca el InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora