El Campo Negro.

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¡Buenas! Otra vez por aquí con una actualización: la batalla contra Volantis, principal obstaculo de Harry.

Espero les guste.

-X-

Aryan XV.

El Rhoyne se presentaba como una barrera infranqueable.

«Atravesar este río no será fácil». El Rhoyne no se parecía en nada a ningún otro río que Harry conociese, y la magnificencia de sus aguas lo dejo sin aliento. Era más ancho que el Cuchillo Blanco, el Aguasnegras y el Tridente juntos, más caudaloso, y también más profundo.

Ni siquiera alcanzaba a divisar la otra orilla, pero sabía bien lo que había más allá.

Selhorys con todo el ejército de Volantis y sus aliados en torno de sus inmensas murallas, una horda inmensa que hacía retumbar la tierra cuando marchaba. O al menos eso decían los cuentos de los cautivos. Harry no había visto semejante ejército así que no se confiaba.

En cambio, si había visto las galeras fluviales volantinesas. Los soldados esclavos los atacaron el mismo día que llegaron. La primera noche, sus libertos les lanzaron flechas llameantes a las velas y calderos de brea hirviendo contra la cubierta: dos de los barcos ardieron hasta zozobrar, pero los demás escaparon sin demasiados daños. Eso se repitió la segunda noche. La tercera noche fueron más allá, y trataron de desembarcar tropas de dos galeras fluviales pero Brandon había caído sobre ellas en un instante.

-¡Una pizca de todo lo que obtendremos cuando crucemos el río!-declaro Brandon cuando regreso al campamento, cubierto de sangre, entre las vivas de los soldados.

Pero tres días se convirtieron en diez, y diez, en catorce, y Lord Stark aún no ordenaba un avance.

«Hay inquietud, en nuestro lado... y en el suyo». La inactividad está poniendo nerviosos a sus señores, y Willem Dustin, el Gran Jon y Jorah Mormont lo urgían a atacar cuando antes. Una mirada suya bastaba para silenciar aquellas suplicas. Se preguntó, acaso, si en la otra orilla del río alguien tendría la misma autoridad que él.

Intuía la respuesta.

-Hay quien dice que tienes miedo de presentar batalla-le dijo Brandon cierta noche, mientras cenaban los dos en privado-. Los hombres, cuando no pelean, empiezan a pensar en su casa. Los norteños están algo descontentos, mi señor.

-Esto es una guerra, Brandon-replico Aryan-. ¿Quién esta contengo, eh?

Brandon sacudió la cabeza.

-¿Y qué harás?

-Cruzare el Rhoyne... Pero no aun.

-¿Cómo? No tenemos barcos, y en cualquier caso, los esclavistas tienen una flota con la que nos atacaran si tratamos de cruzar. Si a tus libertos les salen alas, tal vez tengamos una oportunidad pero hasta entonces, aún hay una barrera de agua inmensa que nos detiene.

-Ten paciencia, Bran. Esa es la mayor de todas las virtudes.

-Marchemos al sur-propuso Brandon-. Valysar y Volon Therys están en la orilla occidental del río, como nosotros, y encima, deben estar desprotegidas. Si tomamos las dos ciudades, los esclavistas tendrán que hacernos frente, o arriesgarse a perderlo todo.

El recuerdo de aquella conversación hacía aun suspirar a Harry. Brandon no carecía de ingenio pero tampoco de impulsividad, y no veía el panorama general. Solo quería una batalla. Igual que sus señores. Ninguno reparaba en que aquella misma impaciencia que los embargaba a ellos también atacaba a sus enemigos, en la otra orilla, y aún más, porque llevaban mucho más tiempo esperando sin hacer nada.

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