Los hijos del lobo.

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¡Buenas! De regreso aquí con otro cap, ubicado un año despues del ultimo.

Espero les guste.

-X-

Aryan XXX.

Abajo, en el patio de entrenamiento, Joff iba tan envuelto en protectores que parecía que se hubiera vestido con almohadas, y Tommen, que aún era algo regordete, se asemejaba a una pelota. Resoplaban, jadeaban y se golpeaban con espadas de madera acolchadas bajo la atenta mirada del anciano Ser Rodrik Cassel, el maestro de armas. Se entrenaban juntos todas las mañanas desde que aprendieron a caminar; los gemelos dorados de lord Aryan Stark fintaban y esquivaban entre los edificios de Invernalia; gritaban, se reían y, a veces, también lloraban.

Aquella mañana, como muchas otras, no eran niños pequeños, sino caballeros y héroes de antaño.

-¡Soy el Príncipe Aemon, el Caballero Dragón!-exclamo Joffrey.

-¡Pues yo soy Ser Arthur Dayne, la Espada de la Mañana!-replico Tommen, jadeante por el esfuerzo.

Los dos estaban sin aliento, ruborizados, pero se la pasaban en grande.

-¡Ahora soy Daeron el Joven Dragón!-proclamo Tommen, después de un rato.

-¡El Joven Dragón era un idiota!-se burló Joff, y Aryan contemplo como lanzaba un mandoble contra su hermano-. ¡Yo soy lord Cregan Stark, el Viejo del Norte!

Junto a ellos estaba Renly Baratheon, su pupilo, que vestía un jubón de terciopelo con el ciervo coronado de su Casa. Parecía divertido y animaba a los gemelos a viva voz.

Cerca también estaban Robb Stark y Jon Nieve, sus sobrinos, a quienes les estaban poniendo los protectores. En general todos los hijos y sobrinos de Harry se llevaban bastante bien entre sí, pero Joff, Tommen, Robb y Jon tenían su propio grupo tanto por temperamento como por edad; Bran también había sido parte de aquella cuadrilla pero ahora estaba lejos, con sus padres y hermanos, en Aguasdulces. En ocasiones Joanna tomaba parte de sus juegos, o Vorian, el segundo hijo de Ned y Ashara, que siempre se metía donde no lo llamaban, pero el grupo lo componían ellos cuatro.

Ned estaba inclinado sobre la barandilla, tan absorto como él. Tenían por costumbre ver entrenar a sus hijos cada tanto. Se oyó un grito en el patio. Joffrey había caído rodando y decía a gritos que aun podía seguir. Tommen estaba de pie junto a él, con la espada de madera en alto, dispuesto a golpear de nuevo en cuanto se pusiera en pie, y se burlaba abiertamente.

-¡Basta!-exclamó Ser Rodrik. Tendió una mano Joff y lo ayudó a levantarse-. Buena pelea. ¡Robb, Jon, su turno!

Los dos chicos se adelantaron, impacientes.

-¡Bien hecho, Tommen!-vocifero Aryan-. ¡Bien peleado, Joff!

Sus hijos, que ahora estaban ocupados riendo entre sí, asintieron en su dirección. Los cabellos rubios les brillaban como oro líquido.

-Tommen tiene buen brazo con la espada-considero Ned, pensativo-. Ha progresado bastante. Me recuerda a ti cuando tenías su edad.

Los labios de Harry se curvaron. Tommen había sido de nacimiento más bien regordete, y aquello no cambio durante sus primeros años, razón por la que algunos lo llamaban «el Gordo». Habría puesto fin a todo el asunto él mismo pero sus hijos se le adelantaron.

Joffrey exigió a todos los chicos que se burlaban de Tommen que lo desafiasen en el campo de entrenamiento, y nadie tuvo el valor de negarle su petición. Los humillo medio centenar de veces, quebró las narices de algunos, y finalmente, se dio por satisfecho. Joanna empezó a llamar a Tommen con apodos mucho más apropiados, como «el Osado», «el Galante» o «el Valeroso».

Se Acerca el InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora