La corte del rey.

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¡Buenas...! Otro cap, este con puro politiqueo, intrigas politicas, consejos y así, algo que es la esencia misma de un mundo como este.

Espero les guste. 

-X-

Harry XXIX.

Una luna entera había pasado desde que Rhaegar se sentase en el Trono de Hierro, y desde entonces los cuervos habían volado a todos los rincones de los Siete Reinos, convocando a los señores y señoras, mayores y menores, a asistir a la apertura de la nueva corte aquella misma mañana.

El salón del trono era un mar de joyas, pieles y tejidos de colores brillantes. Las damas y los señores se aglomeraban en el fondo de la estancia, de pie bajo los altos ventanales, y se empujaban como pescaderas en un muelle. Algunos resaltaban a simple vista, como el gigantesco Wyman Manderly, que vestía sus más finas sedas, y el imponente Tywin Lannister, que había decidido asistir a la corte con una armadura de acero bruñido escarlata con oro. Otros, sin embargo, eran menos notorios. Doran Martell estaba al frente, como correspondía a su alta cuna, pero cualquier otro lugar habría sido preferible para el príncipe, a ojo de Harry, y Stannis Baratheon, vestido con lana basta, no ocultaba las náuseas que sentía. Y por encima de todos ellos, en el Trono de Hierro, se encontraba el Rey Rhaegar, con un jubón de terciopelo negro y una capa de seda escarlata. En su cabeza estaba la corona de uno de sus más gloriosos antepasados, Jaehaerys I.

En la mesa del Consejo Privado, tan alejadas la una de la otra como les era físicamente posible, estaban las reinas Lyanna y Rhaella. El Gran Maestre Pycelle y Lord Varys también se sentaban allí, pues habían recibido perdones del Rey, no así Lord Velaryon, Lord Staunton o Lord Chelsted.

Rhaegar se aclaró su garganta.

-Todos sabemos porque estamos aquí, mis señores y señoras. La Guerra de los Cinco Reyes, como la llaman ahora los maestres, está prácticamente terminada y ahora es mi solemne deber reconstruir los Siete Reinos. Para hacer primero debo de nombrar a mi Consejo Privado. Lord Aryan Stark ya ha accedido a servir como Mano del Rey, y por ello lo invito a tomar el lugar que le corresponde en la mesa del Consejo.

Harry recorrió toda la sala a lomos de Canuto, la Muerte Negra, y desmontó ante el Trono de Hierro. Aquel día opto por una armadura de acero normal, no la de acero valyrio, pero no por eso era menos magnifica, toda de acero gris bruñido, con incrustaciones de plata en forma de volutas. Los ristres tenían forma de copos de nieve, los ojos del lobo aullando que le coronaba el casco eran zafiros, y en cada hombro un broche en forma de loba sujetaba una capa de hilo de oro tan larga y pesada que cubría los cuartos traseros de su montura.

-Le debo mi trono y mi corona, Lord Stark-exclamo el Rey, de forma ostentosa, aunque nada ocultaba la repugnancia en su rostro cuando veía a Harry.

«Y harías bien en recordarlo».

Lord Aryan desmonto, y se sentó junto a la Reina Lyanna. Canuto salió del salón, y los demás respiraron con aparente alivio.

-Para mí es el mayor honor servirle, Majestad-replico Lord Stark.

-Lord Varys y el Gran Maestre Pycelle conservaran sus puestos dentro de mi Consejo Privado-continuo Rhaegar-. Lord Willem Dustin, un paso al frente, mi señor.

-Majestad-Lord Dustin avanzo e hinco la rodilla en el duro mármol del suelo.

-Usted me sirvió bien y lealmente, mi señor, y tal cosa no quedara sin recompensa-dijo Rhaegar-. Lord Dustin, lo nombro Consejero Naval.

-Me honra, Majestad, y acepto su ofrecimiento.

-Invito a Lord Wyman Manderly a servir como mi Consejero de la Moneda, y a Lord Rickard Karstark, como mi Consejero de Edictos.

Se Acerca el InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora