¡BUENAS!
Si, yo dije que tardaría en subir... Pero, honestamente, me inspire y aquí estamos.
Espero les guste.
-X-
Harry XIII.
Su barco avanzaba a tientas por la niebla, como un ciego por un camino que no conocía bien, como llevaba haciendo desde hacía dos días, cuando se internó por fin en el Mar Humeante. Había encendido unos fuegos mágicos que flotaban en el aire pero hasta su luz parecía opacada por la neblina, y la hacía parecer como un simple resplandor. Harry sujetaba la Varita de Sauco con firmeza entre sus manos.
Estaba parado en la proa, atento a cualquier peligro que viese. No estaba, sin embargo, demasiado preocupado. Un sencillo encantamiento repelente en el barco lo salvaría de naufragar, alejando la embarcación de cualquier cosa que pudiese dañarla.
Pero la niebla...
«No es una niebla normal-pensó Harry con cierta tensión-. Aquí hay hechicería».
La niebla no era lo peor. Tampoco el calor sofocante, ni las aguas hirvientes. Era el aire toxico que se respiraba, quizá por los vapores que emanaba el mar. Harry ya habría muerto de no ser por el encantamiento de casco de burbuja que llevaba en torno a la cabeza que le permitía respirar aire fresco y puro.
A estribor, sobre una pequeña saliente cubierta de ceniza, había aparecido un esqueleto de dragón gigantesco. La mayor parte estaba bajo las aguas pero su boca era tan inmensa que vivo podría haberse tragado a la Orgullo de Invernalia de un solo bocado fácilmente. Era, fácilmente, más grande que el cráneo de Balerion, que había visto en la Fortaleza Roja.
En el lomo estaba encadenado su jinete. O, al menos, los huesos ennegrecidos y desgastados, cubiertos por un traje de terciopelo lleno de moho, todo raído y chamuscado. Una impresionante diadema de acero valyrio con rubíes y zafiros le adoraba la frente.
«Supongo que eso indica que estoy cerca».
Harry agito su varita y convoco la diadema. Si bien era cierto que su objetivo principal era buscar huevos de dragón, tampoco rechazaría cualquier otro tesoro que encontrase allí: acero valyrio, principalmente, pero también cualquier otra cosa de valor.
Y, si lo que había leído era cierto, habría muchas cosas de valor. En su máximo esplendor, la ciudad de Valyria era la más poderosa, rica, poblada, grande y avanzada del mundo entero. Con los dragones como armas infalibles para su éxito, el Feudo Franco domino la mayor parte de Essos: aplasto al Imperio Ghiscario y a los Rhoynar, obligo a Yi Ti y Qarth a rendir vasallaje, y hasta establecido colonias en Poniente y Sothoryos.
«Pero nada de eso sirvió cuando cayó la Maldición».
El antiguo y poderoso Feudo Franco de Valyria, hogar de dragones y hechiceros de incomparable habilidad, fue destruido en cuestión de horas. Cada colina en quinientas millas a la redonda explotó y llenó el aire de ceniza, humo y fuego tan caliente que incluso los dragones en el cielo fueron engullidos y consumidos. La tierra se abrió, engullendo palacios, templos y ciudades enteras. Los lagos hervían o se volvían ácido, las montañas estallaron y expulsaron chorros ardientes de roca fundida a mil metros en el aire. Nubes rojas llovieron vidriagon y sangre negra. Al norte, el terreno se fragmentó, desintegró y desplomó sobre sí mismo, siendo engullido por un mar embravecido.
La Maldición fragmentó la tierra que rodeaba a la ciudad misma en numerosas y pequeñas islas, creando el Mar Humeante entre ellas, cuyo nombre no dejaba de ser muy apropiado. Entre las salientes rocosas, las diminutas islas y los bancos de arena y piedra, las aguas chisporroteaban y despedían columnas de humo, vapores hirvientes.
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Se Acerca el Invierno
FanfictionHarry Potter dejo este mundo..., pero como el Amo de la Muerte, tiene deberes que cumplir. Y los Siete Reinos de Poniente lo necesitan ahora, al ver que el Enemigo llega desde las Tierras del Eterno Invierno. Deberá sobrevivir al Juego de Tronos y g...