Harry II.
El lugar favorito de Harry en Invernalia era el bosque de dioses.
Era un lugar oscuro y primitivo, tres acres de árboles viejos que nadie había tocado en miles de años, mientras el castillo se alzaba a su alrededor. Olía a tierra húmeda y a putrefacción. Era un bosque de recios árboles centinela parapetados tras agujas color verde grisáceo, robles imponentes y tamarindos tan viejos como el propio reino. Allí los gruesos troncos negros estaban muy juntos, y las ramas retorcidas tejían una techumbre tupida, mientras las raíces deformes se entrelazaban bajo la tierra. El silencio y las sombras imperaban.
En medio del bosque, estaba el árbol de corazón. Harry lo amaba. La madera del arciano era blanca como el hueso, con hojas de un rojo oscuro que pendían como un millar de manos ensangrentadas. En el tronco había una cara tallada, con rasgos alargados y melancólicos, y los ojos enrojecidos de savia seca, extrañamente atentos. Eran ojos muy viejos, más que la propia Invernalia. Habían visto el día en que Brandon el Constructor puso la primera piedra, si se podía dar crédito a las historias. Habían presenciado cómo los muros de granito se alzaban en torno a ellos. En la Era del Amanecer, los Hijos del Bosque habían tallado el rostro con su magia, mucho antes de la llegada de los Primeros Hombres.
Era fascinante. Todo alrededor del árbol rezumaba magia, tan espesa que casi podía sentirla en el aire, y se pegaba a todo; las raíces, las hojas, incluso las piedras del castillo. Era una magia muy diferente a la que conocía, más primitiva, más consiente, más salvaje... Pero allí estaba, contenida por los viejos dioses sin rostro de los Primeros Hombres. Las raíces del árbol de corazón se extendían a través de kilómetros por debajo de todo el Norte, y cuando Harry lo tocaba, se sentía conectado con la tierra.
Aún era muy joven, rara vez había salido de Invernalia, y nunca demasiado lejos. Pero no hacía falta. A través de las raíces del árbol de corazón, Harry conocía el Norte, su esencia y su pueblo. Pero el Sur aun era un misterio, para su desgracia. Y es que miles de años antes, cuando los Ándalos invadieron los reinos de los Primeros Hombres, talaron los arcianos y quemaron los bosques de dioses, cortando cualquier conexión con los Antiguos Dioses.
-Aryan.
Harry giro la cabeza. En este nuevo mundo, se le conocía como Aryan Stark, hijo mayor de Lord Rickard, el Señor de Invernalia y Guardián del Norte, y por tanto, heredero de todos sus títulos, de todas sus tierras, de todas sus rentas. Y era justo su padre quien le llamaba.
Lord Rickard camino hacia donde él estaba, sentado en una roca, con una mano en el árbol de corazón.
-Padre-dijo Harry, levantándose e inclinándose-. Debes disculparme, no te oí entrar.
-Claro que no-replico Lord Rickard. Su voz era dura, tanto como la tierra que gobernaba-. El bosque de dioses tiende a absorberte.
Harry le sonrió con timidez.
-Vienes aquí cada día, sin falta-señalo Lord Rickard. Su señor padre se quitó la capa, la hecho en la tierra, y se sentó en ella-. Incluso aquí, en el lejano Norte, hay quienes encuentran algo rara tu afición por este lugar.
Lo que Lord Rickard no sabía era que Harry usaba el árbol de corazón para influir en la tierra. Invernalia estaba, geográficamente hablando, en el centro del Norte, y su bosque de dioses echaba raíces en todas direcciones, entrelazándose con otros, por lo que aquel era el lugar idóneo para trabajar la tierra. El Norte era rico en tierras negras y, sumamente fértiles, pero tras miles de años, de inviernos duros y severos, la tierra se había congelado sus pies y la producción se alimentos se había desplomado.
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Se Acerca el Invierno
FanfictionHarry Potter dejo este mundo..., pero como el Amo de la Muerte, tiene deberes que cumplir. Y los Siete Reinos de Poniente lo necesitan ahora, al ver que el Enemigo llega desde las Tierras del Eterno Invierno. Deberá sobrevivir al Juego de Tronos y g...