Recuerdos.

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Varios días después.
10 de diciembre.
Narrador.

Fue un fin de semana intenso, de mucho dolor, de muchas lágrimas, de muchos arrepentimientos, de muchas preguntas sin respuesta que seguían rondando por la cabeza de ella. Consiguió sacar todo ese dolor junto a Alborán, escribiéndo, gritando y llorando todo lo que sentía.
Se alivió por completo, y tras aquél fin de semana, Malú se sintió más liberada, el dolor pesaba mucho menos. Le prometió volver a los estudios la próxima semana, ya que está quería dedicársela a ella y a Lucía, a la cuál tenía toda la semana y sería una gran distracción para ella. Planeó un viaje el fin de semana para desconectar junto a su madre y su niña, y en los momentos en los que más le dolia la ausencia de Pablo, se alejaba de aquél dolor y se imaginaba a ella paseando por la playa de Algeciras, feliz y jugando con su niña.

Pablo había vuelto al estudio tras un fin de semana raro, donde tuvo que disimular ante Tamara que estaba perfectamente, cuando la realidad era que el dolor que su alma sentía comenzaba a ser irremediable. Nadie le había informado de como se encontraba Malú, si ya estaba mejor o porqué estaba tan mal aquella noche.
Consiguió que Alborán le respondiese a sus mensajes y acordaron quedar hoy en el estudio.
Cuando esté llegó, saludo a Pablo y se sentaron en una mesa de la cafetería.

+¿Como estás? -preguntó Alborán mirándole atentamente.

-Preocupado. Nadie me ha informado como está ella...

+Antes de hablar de eso, quería darte esto. -dijo abriendo su mochila y dándole un sobre-. No es de ella, eh... es la invitación a mi boda.

Pablo sonrió y le agradeció la invitación.

-Pensaba que no me ibas a invitar.

+Gracias a ti conocí a Víctor. Tenías que estar...

-Gracias, Albo. ¿Que día es?

+El 30 de marzo.

-Ella supongo que también irá, ¿no?

+Sí, pero por eso te la he dado antes de hablar de ella. Tienes de tiempo hasta ese día para arreglar las cosas con ella. 

-Osea que esa es la condición para ir a tu boda.

+A ver, que si no lo consigues os pongo a los dos unos seguratas y estáis todo el convite acompañados por ellos, pero apenas hay cien invitados y no me apetece mucho que llamen la atención. Si fueran doscientos o trescientos invitados no te lo pediría, pero con cien os vais a ver seguro... Y estoy intentando cambiar las mesas porque estáis en la misma y está siendo un poco complicado cuadrarlas.

-Lo puedo intentar, pero es muy difícil lo que me pides... Y más si ella no va a poner de su parte.

+A ella también se lo he comentado.
Va a intentar hacer el esfuerzo pero no te puedo asegurar nada.

Pablo asintió y esperó a qué Alborán continuase hablando, está vez para comentarle como estaba ella.

+Está mejor. Ha sido un fin de semana complicado pero está mucho mejor.

-Me alegro... aunque no entiendo porque se puso así. Hemos pasado por lo mismo varías veces y nunca la he visto así.

Alborán agachó la cabeza, pensando seriamente si contarle la verdad o dejar que él siguiese pensando que todo era culpa de él. En realidad sí que era culpa de él pero sí Alborán no le hubiese dado aquél libreto, quizás ella se lo hubiera tomado de otra manera.

-¿Tú sabes por que está así? -preguntó Pablo mirando atentamente a Alborán.

+Me lo puedo imaginar...

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