Se acabó.

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Narrador.

"He amado tus pecas. Tus ojos y tus ojeras. He amado la forma que tienes de irte, y de mirarme como si me matases, antes de cerrar la puerta. He bailado contigo, he llovido a tu lado. Me he acostumbrado a que nunca me acostumbres del todo, por ser cada día distinta, sin ser otra.
Cuando sonríes, aún me pellizco en secreto, para ver si estoy en algún sueño.
Y, al final, he entendido que no hay suficiente poesía en el mundo para hablar de ti, que tú formas parte de un instante que apenas dura un segundo y que ocurre constantemente. Eres inexplicable, como casi todo lo que nos hace felices.
Vas y vienes. Te paras, ríes. Me pides un beso. Lloras, tapas tu cabeza con las sábanas cuando duermes. Te abrazo por la espalda y te apartas el pelo.
Una vez me dijiste: "Los finales felices solo son para aquellas personas tan tristes que
son incapaces de disfrutar de la historia." Porque lo importante es el camino, claro. Las vistas, el cielo azul, las nubes y el olor de la calle después de una tormenta.
Tu espalda, tus rodillas y tu barbilla.
Tus ojos marrones como las hojas que se secan en otoño.
Y cuando a veces estás triste y agachas la cabeza, entonces me acerco y te digo que estoy ahí, contigo, que estoy en cualquier parte a tu lado. Que estamos en esta mierda juntos. Luego levantas la mirada, y al verme, te brilla. Te juro, te prometo que lo bonito del amor no es amar las cicatrices del otro, sino que la otra persona te ayude a amar las tuyas". 10/01/2018.

Malú levantó la mirada del libreto y suspiró mirando al frente. Sabía que cada texto que leyese le iba a afectar un poco más que el anterior, pero no podía parar de leer porqué nunca imaginó ser la musa, no solo de las canciones, sino también de los textos y poemas que habían ahí escritos por el que ella consideraba el amor de su vida, y al que había perdido en dos ocasiones por sus malas decisiones.
Esté último texto lo leyó mientras observaba desde fuera a Pablo, que tocaba el piano en uno de los boxes del estudio, ajeno a las miradas de ella, que mientras leía, lo imaginaba a él diciéndole todo lo que ella leía. Tras unos minutos, en los que tuvo que recomponerse, decidió entrar y Pablo se giró para observar quien era. Sonrió y guardó su móvil en el bolsillo, el cuál había utilizado anteriormente para grabar unas melodías.

+Por fin te veo, tía. -dijo él levantándose para abrazarle-. No te dejas ver por aquí y ya pensaba que habías terminado de grabar.

-Me tomé las vacaciones de Semana Santa, entre los conciertos y el nuevo disco estaba agotada.

+Tú por lo menos te has ido de vacaciones. -dijo sonriendo.

-Bueno, por lo que me han dicho tú has estado muy bien acompañado estos días. -dijo alzando la ceja.

+Seguro que te lo ha dicho tu amiguito.

-Fue Alborán. -contestó riendo.

+¿Que te dijo? Conociendo al rubio... -dijo sentándose en el piano, ella lo rodeó y se quedó enfrente de él mirándole con una sonrisa.

-Nada.

+Se te notan los celos en la cara. -dijo alzando las cejas sonriendo.

-Solo te he hecho un comentario, Pablo.
Tú has querido profundizar, pero que yo no se más de lo que Alborán vio.

+Bueno... por si alguien más te ha contado cosas que no son para que te pienses que tengo pareja y te alejes porque... -dijo una vez encontró las palabras, aunque se arrepintió al instante de haberlo dicho.

-Como hacía tu ex contigo. -replicó ella.

+Por eso te lo digo, se lo que es y no me gustaría que te fuese contando cosas que no son. -contestó él rápidamente-. Aunque no se porqué estamos hablando de esto.

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