Sanar.

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Una semana después. 26 de febrero.

Malú salió del hospital el viernes por la noche tras recibir el alta. Había pasado el fin de semana en casa, rodeada de su familia, de su hija y de Pablo, que no se había separado de ella en ningún momento.
El lunes, continuó en casa y su hermano se encargó de llevar a Lucía al colegio, esa tarde recibió la visita de Albert al enterarse de lo que le había ocurrido. Mantenían una relación cordial por su hija y pasaron la tarde junto a ella. Esa misma noche durmió con Pablo después de volver a ver, por milésima vez, la película Dirty Dancing.
El martes, comenzaba a estar un poco harta de mantener reposo, se le comenzaba a caer la casa encima y deseaba salir a la calle.
Dió varios paseos por el jardín, jugó un poco con Curro y pasó la tarde en casa con Sol y Salva.
Y hoy, miércoles, se había levantado bastante sensible. Recibió un mensaje de Pablo avisándole de que estaba en el estudio, que por la tarde pasaría a recoger a Lucía junto a Pepi y que luego iría a verla pero no quiso responderle. Había tenido pesadillas que le habían vuelto a recordar todo lo sucedido estos últimos meses. Por ello, había vuelto el dolor y la inseguridad. A sobrepensar como hacía semanas que no hacía. Un dolor en el pecho se adentró en ella desde qué despertó y lloró todo lo que no había llorado la última semana. Desde que perdió al bebé se hizo la fuerte, escondió el dolor y solo pensó en recuperarse para continuar trabajando.
Y aquél dolor le invadió aquella mañana, pensando en si debería de parar todo lo que sentía, darle una pausa, centrarse en ella y en su hija y recuperarse tanto física como mentalmente.
Pero parar aquello que todavía no había comenzado podría terminar de la misma manera que hace unos meses.
Y tenía miedo, pero no podía atarle a ella, dejar que aquél dolor les consumiera y continuar como si nada. O peor, tener que romper de cualquier forma porque el amor entre ellos hubiera terminado.
Y empezar de cero sin sanar o sin olvidar todos estos años iba a ser bastante complicado.
Pensó tanto que el tiempo pasó volando y no se había dado ni cuenta. Pasó la mañana en el sofá, tumbada, con la televisión de fondo, y cuándo se quisó dar cuenta ya eran las cinco de la tarde y Pablo entraba por la puerta del salón con Lucía en brazos. Ella movió la cabeza para observarles y ambos le miraron algo descuadrados. Lucía por verla triste y Pablo cuando notó al instante que algo no andaba bien.

-Hola. -dijo poniendo la sonrisa más falsa posible, para luego soltar una mentirijilla-. Me acabo de despertar... ¿Que tal tu día, cariño?

+Bien, mami. -dijo la pequeña acercándose hasta ella-. ¿Estás bien, mami?

-Sí, mi amor. -dijo ella incorporándose-. ¿Merendamos?

Lucía asintió y Malú le sonrió a Pablo mientras se levantaba.

-¿Y mi madre? -preguntó Malú cuando pasó por su lado.

+Fue a hacer la compra, ahora vendrá. -respondió Pablo.

Él observó como entraban en la cocina y se acercó hasta el sofá. Recogió la bolsa de patatas llena de pañuelos usados que había en el suelo y recogió las mantas que habían desordenadas en el sofá. Lo tenía claro, hoy no estaba teniendo su mejor día.
Se le notaba en la cara, en la mirada, en la forma en la que la había encontrado, en todos los pañuelos usados e incluso en los que no había ni usado.
Entró en la cocina, tiró la basura y se sentó en la mesa junto a Lucía, que había comenzado a beberse un zumo mientras esperaba el bocadillo que le estaba preparando su madre.

-¿Te vas a quedar a dormir? -preguntó Malú cuando le dio el bocadillo a Lucía.

+Sí.

Malú sonrió y se dió la vuelta para hacerse otro bocadillo para ella. Después se sentó y comenzó a comer mientras Pablo las miraba a ambas en completo silencio. Tras un rato, Pepi llegó a casa con la compra hecha y tras saludar a los tres, comenzó a ordenar la compra con Lucía que se había ofrecido a ayudarla. Malú se levantó y miró a Pablo esperando a que él hiciera lo mismo, y antes de salir de la cocina junto a él, avisó a su madre.

-Mamá, quédate con Lucía un momento que tengo que hablar con Pablo.

Pablo tragó saliva al escuchar eso y Pepi asintió mientras les vio marchar de la cocina. Subieron juntos al dormitorio sin mediar palabra y Malú cerró la puerta mientras que Pablo se sentó impaciente en la cama sin dejar de mirarla.

+No estas bien, Lula. -dijo Pablo bastante serio-. Y me estoy empezando a preocupar porque no te estás dejando ayudar.

-Ya... de eso quería hablar.

+Pues dímelo, joder. Déjame ayudarte a sacar ese dolor, deja de esconderlo porque va a ser mucho peor.

Ella asintió dándole la razón y se sentó a su lado apoyando su cabeza en el hombro de él.

+Es que es normal que te sientas así, hemos perdido un bebé...

-No estoy así por eso, Pablo.

+¿Entonces?

-Es por nosotros, por todo lo que ha ocurrido estos meses... estoy llena de dolor, de miedo, de inseguridades.

+Por mi culpa.

-Deja de echarte la culpa por todo, por favor. Necesito un tiempo para curarme de todo ese dolor, para poder comenzar de cero una historia contigo sin reproches ni recuerdos horribles.

Pablo le miró sin entenderla y Malú acarició su mano mientras asentía.

-Tú también necesitas sanar, y lo mejor que podemos hacer es hacerlo por separado.
Tú también has perdido un bebé, también necesitas ayuda psicológica, también has pasado por muchas cosas durante este tiempo y si seguimos así... no quiero empezar nada hasta que estemos bien, porque si lo hacemos no vamos a durar ni tres días y yo no quiero eso. ¿Tú quieres eso?

+No, pero podemos sanar juntos, como hicimos en 2017.

-Aquello fue muy diferente, Pablo. Lo habíamos dejado con nuestras respectivas parejas y nos acostábamos, hacíamos algún que otro plan, nos veíamos en el estudio, en mi casa o en la tuya... Ahora la situación es otra, necesito espacio, asumir todo lo que me ha pasado durante estos meses y sanar para poder comenzar contigo lo que llevo soñando mucho tiempo.

+¿Lo que me estás queriendo decir es qué quieres que estemos sin vernos un tiempo?

-Sí. Pero puedes...

+No me digas qué puedo no esperarte y rehacer mi vida con otra. -respondió cortándole rápidamente.

-Haces eso y te mato. -respondió ella riendo-. Que podemos hablar por teléfono...
Pero no quiero tenerte todos los días aquí porqué en el momento que ya podamos acostarnos lo haremos sin pensar si estamos bien o mal, y empezaremos en ese bucle y no quiero.

+¿Y hasta cuándo?

-Pues... ¿te parece bien la boda de Alborán?

+¿Quieres que empecemos de cero en Portugal?

-Sí. Quiero que nos esperemos hasta Portugal.

+Vale... Va a ser un mes larguisimo, entonces, pero me da igual porque llevo media vida esperándote así que... ¿Qué más da un mes más? Eso sí... la semana siguiente a la boda reserva unos días para mí.

-Vale...

+¿Hoy me quedó a dormir o ya me voy a casa?

-Quedate.

Pablo asintió y dió por finalizada la conversación cuando dejó un beso en su frente. Le dolía no poder acompañarle en ese proceso de duelo pero él también tenía que sanar y estuvo de acuerdo en la decisión que ella había tomado. Aquél tiempo les acercaría después a formar la relación que tanto querían.

CONTINUARÁ ❤️
PARA EMPEZAR ALGO PRIMERO HAY QUE SANAR 🤍
NO VA A HABER NADA DE DRAMA PODÉIS ESTAR TRANQUILXS 🫶🏻
ESPERO QUE OS GUSTE 💖
HASTA PRONTITO ❤️‍🩹

Ángeles Caídos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora