Te he echado de menos.

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Miércoles. 9:30.

Pasaron las horas y finalmente, amaneció. El doctor entró en la habitación y revisó a Pablo.

+Buenas noticias, Pablo, te vamos a dar el alta. Solo tienes que seguir tomando la medicación que te hemos dado y controlar tus niveles de ansiedad.

Pablo asintió y se levantó de la cama. Se vistió y se reunió con Alborán, que había salido antes para acercar el coche a la puerta del hospital.
Cuando llegaron a casa, se despidió de él antes de qué bajara Pablo del coche.

+Llamame si necesitas algo, ¿vale? -dijo Alborán acariciando su hombro-. Vendré a por ti a las doce, te llevaré yo a los ensayos, no creo que tengas cuerpo para conducir.

Pablo asintió y entró en casa. Se sentó en el sofá y miró alrededor. La casa estaba vacía sin Malú.

-¿Qué voy a hacer ahora? -susurró para sí mismo-. ¿Cómo voy a seguir adelante?

Pablo se tumbó en el sofá y se quedó dormido, agotado por la noche en el hospital y las preguntas sin respuesta.

11:45.

El móvil vibró en varias ocasiones provocado que Pablo despertará de golpe. Tragó saliva y respiró varías veces antes de mirar su teléfono. Su madre le había mandado un enlace de una noticia de la prensa rosa donde hablaban de una posible crisis entre ellos acompañado también de unas fotos de Malú en la playa.

+Cariño, se os está yendo de las manos, tenéis que hablar entre vosotros porqué la prensa está empezando a especular.

+Y no es para menos porque mira que triste está Malú en esas fotos, se nota que no estáis bien y ahora vais a tener a la prensa encima, con lo poco que os gusta a vosotros eso.

Abrió en enlace y leyó la noticia detenidamente, en el artículo no pasaron por alto lo de la supuesta tercera persona y eso a Pablo le enervó. Luego vio las imágenes, eran tres, dos en la playa con Pablito y una en una terraza, donde no tenía su mejor cara. Se quedó analizando las imágenes durante unos minutos hasta que el timbre le interrumpió.
Se levantó del sofá, caminó hasta el telefonillo y abrió la puerta cuando vio a Alborán al otro lado de la pantalla. Dejó la puerta de casa abierta y volvió al sofá.

+¿Nos vamos? -preguntó Alborán cuando entró al salón.

-No me he duchado, huelo fatal y llevo la ropa de ayer.

+Ensayas en hora y media, te da tiempo, venga.

-Voy, voy, pareces mi padre. Estaba agotado y necesitaba descansar.

Alborán sonrió y le dió una caricia en la espalda antes de verle desaparecer por las escaleras.
Pasados unos diez minutos, la puerta de casa se abrió y Alborán salió del salón para comprobar quien era, llevándose la sorpresa al encontrarse con ella después de unas semanas.

+Hola. -dijo cuando ella le vio.

-Hola, Albo. ¿Que haces aquí?

+Estoy esperando a Pablo que se está duchando.

-Ah... pensaba que ya estaría ensayando. -dijo cerrando la puerta tras dejar la maleta en el recibidor-. ¿Todo bien?

+Sí... -contestó siguiéndola hasta el salón-.
¿Y tú? -preguntó sin mirarla mientras saludaba a Pablito que estaba despierto-. ¿Te han servido estos días para pensar?

-No se... -respondió sentándose en el sofá tras coger a Pablito del carro-. No se que hacer.

+¿Que hacer con qué?

Ángeles Caídos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora