San Valentín.

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14 de febrero. 8:20.

Malú llegó al hospital alrededor de las ocho y veinte de la mañana. Aparcó en el parking y subió por el ascensor hasta la tercera planta. Anduvo hasta la sala de ginecología y se sentó en la sala de espera nerviosa.
No había nadie por allí a esas horas, para ella era lo mejor, que nadie la reconociese y se preguntará que hacía ella allí a esas horas de la mañana. Su ginecólogo, y amigo de confianza desde hacía muchos años, la invitó a pasar cuando llegó a su consulta y esperó nerviosa en la camilla a la espera de que él se colocará la bata del hospital.

+Bueno... cuéntame. -dijo Óscar acariciando su hombro-. ¿Como estás?

-Nerviosa. Y mira que no es la primera vez...

+Bueno, eso os ocurre a todas... ¿Has venido sola?

-Sí, todavía no se lo he dicho a nadie y bueno...

+¿Ni al padre?

-Es... complicado.

+Vaya. -respondió sonriendo y colocándose los guantes-. Desabrochate el pantalón, súbete la camiseta y ve contándome... ¿muchos síntomas?

-No. Me di cuenta hace una semana que tenía un retraso y me hice la prueba... y a partir de ahí empecé a tener algunos síntomas pero sin más.

+¿Que dió la prueba?

-Que estoy de más de tres semanas.

+¿Última regla?

-A principios de enero, seguramente, pero sangré muy poquito.

+¿No te extrañó?

-No... ¿Debería?

Óscar asintió y colocó el frió gel sobre su barriga. Encendió la pantalla y comenzó a pasar la máquina sin quitarle ojo a todo lo que estaba viendo.

+¿Lo ves? -preguntó sonriendo y señalando la pantalla, ella asintió-. Estás de siete semanas.

Comenzó a hacer cuentas en su cabeza y eso la llevó hasta las últimas semanas de diciembre. Quizás en su primer o segundo encuentro se quedó embarazada.

-¿Y está todo bien?

+Sí, está fenomenal. -respondió comenzando a limpiar con un papel el gel-. Te voy a dar cita para dentro de tres semanas, que espero que siga estando todo como hasta ahora, para las analíticas, ¿de acuerdo?

-Perfecto.

+Ahí si que ya sabes que tendrás que venir acompañada.

-Vale...

+Y ya sabes... a cuidarte y a comer mucho.

Malú sonrió y tras un rato más hablando con su ginecólogo, se marchó. Cogió el coche y se fue al estudio donde había quedado con Rubén a las diez para continuar con el disco.

9:45.

Malú terminó de desayunar las tostadas con tomate y un zumo de naranja justo cuando Pablo entraba por la puerta de la cafetería.
Ella al verle suspiró pero él no la vio y fue directo a la barra a pedir varias botellas de agua. Cuando quisó levantarse rápidamente antes de que él saliera y la viese, se mareo y se tuvo que volver a sentar. Del nerviosismo le entraron náuseas y fue corriendo al baño llamando la atención de todos los presentes, incluido Pablo, que rápidamente entró en el baño de mujeres y la escuchó devolver al otro lado de la puerta.

+¿Todo bien, Lula? ¿Necesitas ayuda?

Tras unos segundos de silencio, Malú se levantó, tiró de la cadena y abrió la puerta. Pablo se quedó descolocado al verla tan palida, se le marcaban las ojeras más de lo normal y su semblante no era muy bueno.
Se lavó la cara y sacó del bolso el cepillo de dientes junto a la pasta, aquello provocó todavía más desconcierto en Pablo.

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