Shuumatsu no Isekai

Capítulo 37:El Fin de la Batalla

Cain, con su corazón pesado y determinación ardiente, dirige su ira y tristeza hacia Hajun. "¡No tienes que seguir por este oscuro camino, Zerofuku! ¡Recuerda quién eras antes de que la sed de venganza te consumiera!", exclama Cain mientras continúa su ofensiva.

Hajun, en su forma psicópata y sedienta de sangre, responde con risas maníacas. "¡Tu compasión es inútil, Cain! La venganza es mi único propósito", declara con una voz desquiciada. Sin embargo, a medida que la batalla avanza y Cain despliega sus hechizos, una pequeña grieta parece formarse en la fachada de la locura de Hajun.

Cain utiliza su magia de creación, combinando elementos en un espectáculo de luces y sombras. "¡Esto no es lo que quería, Zerofuku! ¡No permitiré que tu desesperación y mi tristeza manchen más esta arena!", grita Cain mientras los hechizos se desatan sobre Hajun, erosionando su resistencia. El dios corrupto, por un breve momento, parece titubear ante la arremetida de la magia compuesta.

En un intento final de poner fin a la batalla, Cain eleva su espada imbuida con magia de fuego y lanza un ataque combinado de Infierno y Santuario de la Llama Santa. Las llamas consumen a Hajun, cuya risa maníaca se convierte en un grito agonizante. Cain, aunque victorioso, siente el peso de la pérdida de un antiguo amigo.

La arena queda en un silencio cargado de emociones encontradas. "Zerofuku, aunque tu camino se desvió, espero que encuentres la paz en la siguiente vida", murmura Cain con pesar mientras la tristeza y la determinación se mezclan en sus ojos. La batalla concluye, pero ambos guerreros han dejado una marca imborrable en la historia de los dioses y humanos.

El humo de la batalla se disipa lentamente, revelando a Cain parado en el centro de la arena, su espada aún brillando con el resplandor de la magia recién liberada. A su alrededor yace el cuerpo inerte de Hajun, la entidad corrompida que una vez fue Zerofuku. La atmósfera está cargada de la tensión del conflicto y la dualidad de emociones en el corazón de Cain.

Cain baja su espada, observando con mezcla de tristeza y desdén el resultado de la batalla. "Zerofuku, mi antiguo amigo... ¿Realmente encontraste la paz al final?", murmura, sus palabras llevadas por la brisa de la arena. Aunque la victoria es suya, el sabor de la derrota resuena en su corazón, recordándole que a veces la salvación puede ser más dolorosa que la condena.

La multitud, que observa en silencio desde las gradas, absorbe la magnitud de lo que acaban de presenciar. La historia de la batalla entre Cain von Silford y Zerofuku, ahora Hajun, se grabará en los anales de la mitología y los relatos épicos. Ambos guerreros, con sus propios destinos entrelazados, han dejado una marca imborrable en la narrativa de dioses y humanos.

En medio del silencio, Cain siente una presencia detrás de él. Se voltea para encontrarse con una figura etérea, una aparición de Zerofuku en su forma original. "Cain... gracias. Aunque mi camino tomó un giro oscuro, tu compasión me recordó quién fui alguna vez", murmura Zerofuku con gratitud.

Cain asiente con solemnidad, "Espero que encuentres la paz en el más allá, Zerofuku". La figura de Zerofuku se desvanece lentamente, dejando a Cain solo en la arena con sus pensamientos y emociones entrelazados. La victoria, aunque amarga, le ha dejado una lección profunda sobre la complejidad de la redención y la fuerza de la compasión.

Heimdall: Después de la sorprendente transformación de Zerofuku, la victoria en la quinta ronda del ragnarok es para la humanidad por medio de ¡Cain von Silford!

Garm von Silford Gracia, el padre, observa con orgullo y alivio, su rostro reflejando la mezcla de emociones que embarga su corazón. "¡Cain ha triunfado! Nuestro hijo ha demostrado la fuerza de la sangre Silford", exclama con una sonrisa llena de satisfacción, sus ojos brillando con el reconocimiento del coraje de su descendencia.