Capitulo 11:Primeros movimientos

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La batalla se desata en el colosal campo de batalla, donde la energía divina y la magia se entrelazan en el aire, creando una atmósfera cargada de anticipación. Rimuru, con su característica naturaleza excéntrica, se encuentra frente a Zeus, el dios anciano con cambios de humor impredecibles.

"¡Vaya, Zeus! Parece que hoy será un día emocionante. ¿Listo para jugar?" exclama Rimuru con una sonrisa juguetona, sus ojos brillando con curiosidad mientras evalúa a su formidable oponente. La Magia de los Verdaderos Dragones de Rimuru se activa, acelerando su pensamiento y preparándolo para el enfrentamiento.

Zeus responde con una sonrisa maliciosa, su semblante anciano revelando una chispa de emoción. "¡Ah, Rimuru! Hoy será un día glorioso. Prepara tus mejores trucos, porque no te dejaré ganar tan fácilmente", declara Zeus con determinación, desatando su Jab meteórico en un destello deslumbrante.

Los movimientos ágiles de Rimuru, casi danzando en el campo de batalla, le permiten esquivar con facilidad los rápidos golpes de Zeus. "¿Eso es todo, Zeus? Deberías intentar algo más emocionante", comenta Rimuru con una risa juguetona, su voz resonando en el aire tenso del enfrentamiento. Su serenidad y confianza destacan, incluso en medio del caos del combate.

La interacción entre ambos es un juego de palabras y movimientos, una danza mágica entre la excentricidad de Rimuru y la imprevisibilidad de Zeus. Mientras Rimuru esquiva hábilmente los ataques, su mente analiza cada movimiento del dios. "¿Te parece que puedes sorprenderme con eso, Zeus? Aún no has mostrado toda tu carta", agrega Rimuru con astucia, revelando su capacidad de planificación incluso en el calor de la batalla.

Zeus, impresionado por la destreza de Rimuru, cambia su expresión de malicia a respeto momentáneo. "Bien, Rimuru. Parece que subestimé tu habilidad. Pero no te preocupes, aún tengo más en mi repertorio", responde Zeus, ajustando su estrategia mientras prepara su próximo movimiento.

La energía mágica fluye a su alrededor, creando un espectáculo visual de colores vibrantes mientras ambos contendientes se estudian mutuamente. La naturaleza infantil de Rimuru se mezcla con su aguda inteligencia, formando una combinación única que desconcierta incluso a un dios como Zeus.

La batalla continúa, y el campo de batalla se llena con la resonancia de los hechizos y los choques de poder divino. Rimuru, con su Magia de los Verdaderos Dragones, despliega una serie de hechizos que desafían las leyes de la realidad. Luces brillantes y destellos de energía mágica llenan el aire mientras Zeus responde con su propia magia divina.

"¡Interesante, Rimuru!" exclama Zeus, desencadenando una tormenta de relámpagos que ilumina el cielo. Los rayos caen en todas direcciones, pero Rimuru, con su agilidad mejorada, esquiva cada uno con gracia. "Parece que estás disfrutando esto, Zeus. Pero ¿puedes seguir el ritmo?", responde Rimuru, desencadenando una ráfaga de vientos cortantes que serpentean hacia el dios.

La batalla se vuelve más intensa con cada momento, y la habilidad táctica de Rimuru se mezcla con su habilidad para adaptarse rápidamente a las estrategias de su oponente. Mientras Zeus desata su poder divino con ferocidad, Rimuru contraataca con ingenio y astucia.

De repente, Rimuru desata una forma evolucionada de su Magia de los Verdaderos Dragones, envolviéndose en una armadura de luz que emana un aura abrumadora. "Veamos cómo te enfrentas a esto, Zeus", proclama Rimuru, avanzando con determinación hacia el dios anciano.

Zeus, impresionado, pero no intimidado, concentra su energía divina y desencadena un ataque poderoso. La colisión de las fuerzas divinas crea ondas de choque que sacuden el campo de batalla, pero Rimuru se mantiene firme, resistiendo el embate con su nueva forma.

La batalla se desarrolla en una sinfonía de magia y poder, con ambos contendientes empujando sus límites. Los espectadores, si es que hay alguno, contemplan maravillados la majestuosidad y complejidad de la confrontación. Mientras el sol se pone en el horizonte, la batalla entre Rimuru y Zeus continúa, dejando el resultado en suspenso en medio de la energía divina que carga el aire.

El campo de batalla se sume en un breve silencio tenso después de la colisión épica entre Rimuru y Zeus. Ambos contendientes se miran intensamente, evaluando el impacto de sus últimos movimientos. Las grietas en el suelo y las chispas de energía divina flotan en el aire, creando un escenario espectacular que refleja la magnitud de la batalla.

Rimuru, aún envuelto en su armadura de luz, sonríe con confianza. "No está mal, Zeus. Pero la verdadera diversión acaba de comenzar". Con esas palabras, Rimuru desata una serie de hechizos aún más poderosos, manipulando la magia de los Verdaderos Dragones de una manera que desafía las expectativas.

Zeus, aunque ligeramente sorprendido, no se queda atrás. Él intensifica su energía divina, convocando truenos y relámpagos en una exhibición deslumbrante de poder. La batalla se convierte en un frenesí de destellos y explosiones mágicas, mientras ambos luchadores se esfuerzan por superarse mutuamente.

Rimuru, con su mente acelerada por la Magia de los Verdaderos Dragones, anticipa los movimientos de Zeus y responde con movimientos precisos y estratégicos. "¿Es eso todo lo que puedes hacer, Zeus? Pensé que los dioses eran más impresionantes", bromea Rimuru, su voz resonando con un tono juguetón.

Zeus, sin embargo, no se deja desanimar. Con una risa retumbante, declara: "Todavía no has visto mi verdadera forma". La energía divina que lo rodea se intensifica, y su figura adquiere una majestuosidad aún mayor. Un aura divina envuelve a Zeus mientras se prepara para desatar su poder supremo.

Pasado:

Eones atrás Zeus fue ganador de la Titanomaquia, un torneo en el que se determinaría al dios más poderoso. En la ronda final de dicho evento un joven Zeus derrotaría y asesinaría a su padre el titán Cronos, aunque no saldría ileso pues su mandíbula sería destruida por un golpe de su padre dejándole una gran cicatriz. Debido al hecho de vencer a Cronos, Zeus fue ascendido a rey de los dioses olímpicos incluidos sus hermanos mayores. Sin embargo, la diosa primordial Gaia se negó a aceptar este resultado por lo que comandó un ejército de gigantes hacia el Olimpo para destruir a sus nietos, comenzando así la Gigantomaquia. Zeus intervino personalmente en esta guerra junto a sus hijos y hermanos logrando vencer a los gigantes.

Hace cuatro mil años presidió un concejo de los dioses en el cual discutían si la humanidad debería ser exterminada o no. Al final a los humanos se les permitió vivir, pero serian castigados, dicho castigo impuesto a los humanos fue la destrucción de la ciudad de Tebas, siendo Ares el dios encargado de llevar al castigo divino sobre la ciudad.

Cuando Ares desciende sobre Tebas con un ejército, es encarado por un joven Alcides el cual bebe de la Ambrosia para así poder pelear contra Ares y su ejército, la lucha entre Ares y Alcides se extiende por un largo periodo y antes de que los dos guerreros terminaran gravemente heridos Zeus desciende de los cielos deteniendo la batalla. Al ver a su alrededor y notar que todo el ejército divino fue derrotado Zeus le ofrece a Alcides ir al Olimpo y ser un dios, el humano accedería con la condición de darle otra oportunidad a los humanos de la ciudad de Tebas, la cual Zeus acepta. Después de que Alcides superara una serie de pruebas y realizara doce trabajos divinos Zeus fue quien lo bautizó como Heracles en honor a su esposa Hera, nombrándolo dios de forma oficial y adoptándolo como hijo.

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Shuumatsu no IsekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora