Capitulo 7

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Marco guardaba su celular en el bolsillo de su pantalón, después de haberle enviado aquel mensaje a Bea, sonriendo de oreja a oreja al imaginarse la rabia de aquella mujer.

Golpeó la puerta del departamento de Aphril y cuando la puerta se abrió, vio a una espectacular rubia, con un conjunto de encajé, esperándolo lista para tener eso que tanto necesitaba, unas buenas piernas, tetas y un coño dónde saciar la necesidad que tenía entre sus pantalones. Aquel día había estado caliente la mayor parte del tiempo, no entendía que era lo que le generaba aquella mujer de ojos verdes, pero el se la sacaría de la cabeza al menos por un momento para follarse a su amante de hace varios años. Era una relación donde los dos estaban lejos del amor, solo saciar sus necesidades sexuales.

—¡Hola papi!— dijo la rubia mientras lo tomaba de la corbata y lo arrastro hasta dentro del departamento, se restregó sobre su cuerpo. Marco paso sus enormes manos por su espalda y las fue bajando lentamente hasta su culo bien pomposo.

—¡Hola nena!— dijo mientras hundió su rostro en el cuello de su amante, deseando sentir ese aroma a vainilla que lo enloquecía, pero solo encontró un olor florar en aquella piel. —¿Lista para una rica follada?— la miro a los ojos mientras con su dedo pulgar acariciaba los labios carnosos de la rubia —Deseo que me la chupes y te la tragues toda— su amante lo tomo de la mano y se lo llevó al sofá que había en medio de la sala, le bajó los pantalones y su boxer dejando al aire su polla erecta, paso su lengua por los labios mientras miraba con lujuria aquel falo erecto, con las venas marcadas y una pequeña gota de preseminal salir de aquella rica polla. Lo empujó al sofá, haciendo que caiga sentado y se metió entre sus piernas, tomando entre sus manos aquel caliente miembro y paso su lengua por la punta, provocando que Marco cerrará los ojos y echara su cabeza hacia atrás, disfrutando de la mamada que le estaba dando su amante, sintiendo la suavidad de su lengua y boca sobre su falo caliente. La suavidad de su cavidad bucal lo estaba enloqueciendo, tomo el cabello de la mujer para marcar el ritmo, mientras seguía sintiendo la experta boca de su amante haciéndole la mejor mamada, estaba a punto de correrse dentro de aquella boca. Cuando unos ojos verdes se vinieron a su mente e imagino que quien le estaba haciendo aquella mamada espectacular era ella.

—¡Bea....!— la mencionó en voz alta, mientras se corría en la boca de otra mujer.

Narra Marco:

¡Carajo! Me maldigo mentalmente, miro a Aphril que se limpia parte de mi semen en sus labios y me mira confundida, la he llamado por otro nombre, mil veces maldita.

—¿Bea?— pregunta con una sonrisa en sus labios, mientras se pone de pie y se sienta a mi lado. No le respondo, guardo mi polla. Ya la noche para mí se arruinó, no porque Aphril se valla a enojar con mi comentario, sino porque si con una simple mamada me imaginé que era ella, no quiero correr el riesgo de nombrarla mientras me la follo. —¿Quién es?— insiste mientras lleva una de sus manos a mi pecho.

—¡No es nadie!— digo sin mirarla, me cago en la mendiga flacucha. Aphril se siena en mi regazo y toma mi rostro en sus manos, haciendo que nuestras miradas se conecten.

— Ese nadie, te tiene un poco frustrado corazón— sonríe con maldad. Ella y yo nos conocemos demasiado. —Cuéntame, prometo no juzgarte. Sabes que somos amigos que a veces se follan, y tienes bien claro que, el día que no quieras más conmigo, lo comprendo y seguiremos con la amistad — ella era sincera en sus palabras, muchas veces me escucho en mis días malos.

— Ella es la nueva secretaria— pase una de mis manos por mi rostro, tratando de aclarar mis pensamientos — La verdad, creo que sí me la follo, ya todo se me pasará — la veo arquear una ceja, mientras niega con su cabeza.

—¿Y porque ya no te la has follado?— hago una mueca con mi rostro, ni yo mismo lo sé o si, no se la verdad.

— Porque ella no es igual a las demás — digo sin pensarlo y escucho su risa.

—¿Y desde cuándo eso a ti, te importa?— pregunta una vez que deja de reírse de mi.

— ¡Tiene un hijo por Dios!— la saco de mi regazo y me coloco de pie, mientras camino hasta el bar que esta en la sala.

— Vuelvo a preguntar ¿Y desde cuándo eso a ti, te importa?— la miro después de darle un trago a mi Vodka.

—¡ No lo sé... Carajo no lo sé!— grito frustrado y camino hasta ella. No seré buena compañía está noche. — Me largo, disculpa por lo sucedido— beso sus labios y camino hasta la salida, cuando su voz cantarina se escucha.

—¡Estás enamorado de esa mujer Manson!— no le respondo y salgo dando un portazo, mientras camino al estacionamiento del edificio. Yo no estoy enamorado y mucho menos de esa flacucha. Mañana me la follo, mañana me quitaré estás malditas ganas de hundirme en su interior.



****

Bea ingresaba a la empresa aquel día, ese día ya había dado aviso a su madre que llegaría tarde por la noche, gracias al gilipollas de su jefe mira culos.

Subió a la caja metálica y una vez que las puertas se abrieron en su piso, salió con paso firme. Dejo las cosas en su escritorio y comenzó a hacer su trabajo.

*Una tarde de trabajo tranquilo* pensó Bea, por extraño que pareciera para ella, Marco se había mantenido en su oficina, solicitando lo justo y necesario para su trabajo. Isabella no había ido aquel día, el señor Mason ya se había retirado.

Camino hasta la oficina de Marco y dio unos toques cuando escucho *adelante* ella ingreso y lo vio parado con sus manos en los bolsillos, mirando por el gran ventanal.

—Señor. ¿Para que era necesario que me quedé después del horario?— Marco se giro y la miro detenidamente, ese día ella iba con una falda bien ajustada a su culo y una blusa color lila que ajustaba sus senos. Eso a él lo hizo prenderse y sentir como su polla se comenzaba a despertar, él la deseaba, era solo eso un deseo por aquella flacucha y se le hacía más interesante al saber que era algo "prohibida" al haberle prometido a su hermana que no se la follaria.

—¡Está aquí para sacarme de una situación que me está frustrando!— camino hasta ella, como si de un cazador se tratará, quedó frente a Bea, notando cómo aquella maldita mujer no le apartaba la mirada, pero si dio unos pequeños pasos alejándose de él, acto que lo hizo sonreír.

— Si lo que usted tiene que decirme, no es de trabajo yo no tengo culpa alguna de sus frustraciones —

—¡Oh sí, claro que tienes que ver flacucha!— dijo sin más, lanzándose a los labios de Bea, que al no esperarse aquel atrevimiento, se quedó inmóvil por un instante, sintiendo sobre sus labios el calor de los labios de Marco y su lengua intentando ingresar a su boca.

Bea tomo coraje y llevo su mano hasta el cabello de Marco jalándolo, para luego elevar su pierna y darle un rodillazo en sus pelotas. Haciendo que Marco, se aparte del dolor y hasta sin aire se había quedado, cayendo al piso.

—¡Escúchame bien gilipollas, yo no soy una de tus putas. Este trabajo lo necesito, a mi no me vas a tratar como una mujerzuela, canalla infeliz!— se acerco hasta donde estaba Marco desparramado en el piso, sujetando sus partes y le dejo caer una patada en sus piernas — ¡Si andas caliente, hazte una paja hijo de puta!—

Bea salió de aquella oficina, con sus ojos aguados, ella sentía cosas por Marco, pero no iba a permitir que la dañaran. Ya no más.

Mientras Marco en aquella oficina, tirado en el piso, sujetando sus partes. Se había dado cuenta que, aquella mujer no tenía interés en él, pero el la quería en su cama. Sería indiferente con ella por un tiempo y haría trabajo de hormiga con aquella atrevida.

—¡Cuando te folle te voy a dejar coja, flacucha endemoniada! .






—¡Cuando te folle te voy a dejar coja, flacucha endemoniada!

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Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora