Capitulo 38

4.3K 245 2
                                    

ɴᴀʀʀᴀ ʙᴇᴀ:

Abro lentamente mis ojos, los siento algo hinchados, mi boca está seca. Me siento poco a poco en el sillón, cierro con fuerza los ojos ante el mareo que siento. Aún sigo con el efecto del medicamento en mi sistema.

—¡Bea, hija!.— escucho la voz de mi madre y luego como el sillón se hunde a mi lado, la mano de mamá me hace caricias en la espalda. —¿Te encuentras bien?.— quito mis manos de mi rostro y la miro.

—¡Si mamá, me encuentro bien! ¿Dónde están todos?.— miro a mi alrededor, pero no encuentro a ninguno de los hombres que estaban aquí cuando me dormí.

— Encontraron la dirección donde posiblemente este Hakan con Oliver.— me pongo de pie, sintiendo mi corazón latir con fuerza —¿Y nadie pensó en despertarme?.— grite.

—Bea, hija tranquilízate....— no la dejo terminar, camino en dirección a la cocina, dónde recuerdo que deje mi móvil.

—¿Tranquilizarme mamá?. Se fueron a buscar a mi hijo sin mi .— mis manos tiemblan mientras busco el contacto de Marco, así llamarlo. Cuando lo encuentro, hago la llamada y espero a que la tome.

— Hola flaca ¿Te encuentras bien?.— su voz me hace sentirme enojada, pero a la vez tranquila.

—¿por qué carajos te fuiste solo a buscar a mi hijo?.— le reclamo.

—Nuestro hijo Bea, recuérdalo. Lo llevaré pronto a casa.— y sin darme oportunidad a responder, me cuelga la llamada.

—¡Maldito de mierda!.— grito.

—¡BEA!.— grita mamá para que preste atención a lo que ella quiere decir. —¿Cuándo vas a comprender que el también es padre de Oliver?.— mi labio inferior tiembla.

—¡Solo quería estar ahí y tomar a mi bebé en mis brazos!.— mis lágrimas mojan mis mejillas.

— ¡Y lo tendrás!. Pero Marco pensó también en tu bienestar. ¿Qué fue lo que te dijo?. — cuestionó mi madre algo enojada, tía Nora miraba mientras bebía de su té de canela.

—¡Que era nuestro hijo y que lo traería a casa!.— me dejó caer en la banqueta que está a una orilla de la isla.

— Entonces te tomarás un té, esperarás a tu esposo, que traerá a tu hijo.—

Habían pasado dos horas y no sabíamos nada de ellos. El timbre de casa suena, por lo que salgo corriendo, abro la puerta y veo a Isabella cargando dos bolsas.

—Lorenzo se fue con Marco y los demás. Quería estar contigo— eleva las bolsas y las mueve —Traje helado y tú torta preferida — tomo las bolsas y las dejo en el mueble que tenemos en la entrada, para luego abrazar a mi amiga.

—Isa....— no puedo hablar, porque el nudo en mi garganta no me lo permite.

—¡Ya, cariño estamos contigo!. ¿Sí?.— Isabella siempre está para mí, ella es una mujer dulce, llena de luz. — Además no vine sola. — miro sobre su hombro, veo a mi amigo Jeremy y a Aphril que caminan hasta nosotras, para ingresar, para estar junto a mi en este momento difícil, dónde las horas se me hacen eternas y solo quiero ver a mis dos hombres ingresar por esa puerta.

*****

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora