𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑴𝒂𝒓𝒄𝒐:
Bea me miente, la vi, vi como fue hasta el auto donde está la gente de aquel infeliz. Se que ella no se siente bien ante la idea de ser yo quien la defienda, que siempre lo hizo sola. Pero ella debe entender que no está sola, que estoy con ella y jamás la dejaré.
Una idea ronda en mi mente, pero debo primero asesorarme. Mañana lo hablaré con Lorenzo y mis abogados.
Tomo al niño en brazos y me voy a su habitación, la dejaré sola, debe pensar y poner en orden todo. No puedo enojarme con ella, no cuando se que está luchando con miles de emociones. No dudo del amor que me tiene, se que su miedo es a que le arrebaten al niño.
Los bracitos de Oliver rodean mi cuello cuando me acuesto a su lado y sus piernitas se aferran a mi cintura.
—Glacias papi — susurra entre sueños, haciendo que algo en mi interior se remueva, beso su frente y me dejó llevar por el sueño junto al pequeño terremoto.
(***)
Bea se alistaba en su habitación, era muy temprano, todos dormían en aquella casa y era por eso que iba usar aquel momento para escapar e ir donde había citado a Hakan.
Tomo su bolso y salió sin emitir algún sonido, bajo las escaleras en puntita de pie y fue a toda prisa hasta la puerta de entrada.
Una vez fuera de su casa, miro sobre su hombro por si alguien salía de su casa, pero al ver que nadie se veía, siguió su camino. Camino las cuadras que la separaban de aquella cafetería.
Cuando llegó, busco una mesa algo alejada de los ventanales. Cuando tomo asiento, una mesera se acercó a ella y tomo su pedido. Café moka y una Donna bañada en chocolate.
—¿Sigues pidiendo lo mismo de siempre?— aquella voz causo que su estómago se revuelva, respiro profundo y lo miro.
— Toma asiento, quiero terminar con esto ya — Hakan sonrió al escucharla y ver su actitud de siempre. Se sentó frente a ella y la observó con deseo, algo que no pasó desapercibido para Bea.
—¿Qué quieres?— pregunto sin más
— Te quiero a ti y a mí hijo— una risa irónica salió de Bea.
—¡Que hipócrita eres Hakan! ¿Ahora es tu hijo?—
—Me engañaron, me hicieron creer que no podía, que era esteril— se justificaba
— ¡Dudaste de mi Hakan, cuando jamás te mentí, me golpeaste, me humillante, insultaste a mi hijo y cerraste puertas de trabajo para mi— aquel hombre sabía que había hecho todo mal con ella, pero la quería devuelta para él. — ¿Quieres ver a mi hijo? Pues déjame decirte Hakan, estás haciendo todo mal. Mi hijo tiene un padre y ese padre no eres tú—aquel hombre apretó las manos en puño y dejo caer sobre la mesa con un fuerte golpe, atrayendo la atención de los presentes, Bea sonrió con burla —¿Te enoja la verdad? Lo lamento por ti, ahora no tienes derechos sobre él — la enorme mano de Hakan sujeta con fuerza a la diminuta mano de Bea sacándole un jadeó.
— ¡El niño no está reconocido por ese imbécil, una prueba de ADN y me lo llevo!— la amenazó.
—¡SUELTAS EN ESTE MOMENTO A MI MUJER!— la voz de Marco provoco temor en Bea, al verse descubierta. Pero lo que ella no sabía, es que aquel hombre le había seguido desde que salió de su casa.
—¡Marco..— quiso excusarse pero él hizo que guardara silencio con un solo movimiento de mano.
—¡La tocas una vez más y juro que te mató!— Hakan soltó la mano de la mujer y se puso de pie para enfrentar a su rival.
—¿Con que autoridad vienes a decirme que hacer y que no,con la madre de mi hijo?— Marco dibujo una sonrisa burlona en su rostro y tomo de la mano a Bea, que se puso en pie de inmediato.
—¿Tu hijo dices? Solo eres un gilipollas, con complejo de autoridad. Bea no está sola. Estás advertido— giro con Bea tomados de la mano para irse de aquel lugar.
—¡Una demanda llegará a tu domicilio Bea, te quitaré a Oliver!— Bea apretó la mano de Marco, el cual no le permitió volver a mirar aquel imbécil.
—¡Envía cuánta mierda quieras, Bea y mi hijo no están solos!— y sin darle lugar a seguir con aquella discusión, salieron de aquella cafetería.
Marco le abrió la puerta del auto a Bea, que no se atrevía a mirarle a la cara, estaba avergonzada y temía que él dudará de ella.
—¿Por qué lo ocultaste?— le pregunto una vez que subió del lado del conductor, mirándola fijamente, pero ella no le devolvía la mirada. Se retorcía las manos con nerviosismo, respiro profundo y lo miró.
—¿Estás enojado?— Marco tomo una de sus manos y le dio una leve caricia con su dedo índice.
—No estoy enojado, pero si esperaba que me confiaras lo que pretendías hacer. Comprendo tu postura mi flaca— ambos se miraban con intensidad y Bea entendió que ya no estaba sola en aquella lucha, que quizás alguna vez en su vida podía permitir que alguien más estuviera a su lado luchando. —¿No dije que no estabas sola? Oliver y tú son todo para mí— el labio inferior de Bea tembló, necesitaba sacar aquel nudo en su garganta.
—¡Quise hacer lo que siempre hago, defenderme yo misma!— unas lágrimas rebeldes bajaron por sus mejillas —Desde que papá no está con nosotras soy yo quien enfrenta al mundo entero si es posible— su voz sonaba tan quebrada, que Marco no quiso que hablara más, porque el la entendía. Corrió su asiento hacía atrás y la ánimo a que se sentará en su regazo.
—¡Ahora estoy contigo! Para ti, para Oliver y hasta mi suegra vengativa!— ella hundió su rostro en el cuello de él y dejo salir todo lo que sentía, lloro hasta que su alma se sintió un poco más aliviada.
—¿Él podrá quitarme a mi bebé?— Marco tomo su rostro entre sus manos y sus ojos se encontraron.
—¡Ese Imbécil no hará eso! Haremos algo, una solución vamos a encontrar — besos sus labios, para luego volver a mirarla — Hablaremos con los abogados y haremos todo lo que esté a nuestro alcance, nuestro hijo no se irá de nuestro lado. ¿Confía en mí?—
—¡Con mi vida mi pajarito!— una carcajada ronca salió de Marco, para luego besarla con intensidad.
En aquel auto, Marco Manson se juro a él mismo, hacer hasta lo imposible para seguir viendo y escuchando la risa de su flaca, pero también luchar por su hijo, por Oliver.
ESTÁS LEYENDO
Te odio amor
ChickLitUn hombre con muchos demonios, negado a cualquier sentimiento que lo lleve a sentir amor por una mujer. Sus temores a ser la misma bestia que su padre, no le permitía abrir su corazón convirtiéndolo así en un hombre frío, creyendo que nada podría qu...