𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑩𝒆𝒂:
Después de que mis amigos disfrutarán de burlarse de mí, me dirijo a la oficina de Marco.
Llevo en la bandeja dos cafés, se que no me los pidió, pero siempre que llega alguien a su oficina es lo que pide, así sean esas mujeres que llegan aquí a follarselo.
La puerta está apenas abierta, por lo que empujó suavemente con mi codo e ingreso. Siento un nudo en mi garganta al verlo, sus enormes manos están sobre el culo de la rubia pelo de escoba. Sé muy bien que él es el tipo de hombre que pasa de coño en coño.
*Ni te me pongas celosa Bea, no seas estúpida* me reprendo a mi misma, esto es lo que él es y tú... Tú tienes que seguir como venías, se fría Bea, sigue así que de esta manera nadie podrá volver a romperte.
Trago el puto nudo que se me forma en la garganta y camino hasta el escritorio dejando la bandeja con los cafés. Los cuales deseo que les caiga tan mal que no pueda salir del baño.
Carraspeó, para que noten mi presencia y veo como él me mira con una sonrisa arrogante, altiva y podría decir que hasta disfrutando al saber que los vi.
— ¿Necesita algo más señor?— pronuncio con mis dientes apretados.
—¡Nada más señorita, solo que no ingresé a mi oficina hasta que Aphril se valla, estaré ocupado!— elevó una ceja y pongo los ojos en blanco, demostrando que me vale una mierda lo que suceda aquí. Cuando en realidad por dentro estoy jalando su caballo, pegándole patadas, gritándole. Finjo una sonrisa y asiento con la cabeza, para luego girar sobre mis talones, para salir de esta maldita oficina. *Lo odio*. Tocó el picaporte para salir cuando vuelo a escuchar su voz ronca.
— Y Bea, cancela todo lo que había para mí. — no respondo salgo, siento que el aire no ingresa a mis pulmones por lo que me dirijo al baño casi corriendo, al ingresar cierro la puerta con seguro y me miró al espejo.
—¡Eres una estúpida Bea..!— me reprendo a mi misma, mientras veo como mis ojos se inundan de lágrimas —¿Y ahora vas a llorar? Eres patética Bea Kaya, patética e idiota por sentir lo que sientes.— un sollozó sale de mis labios. Ni yo sé en qué momento paso, pero solo se que esto debe salir de mi corazón. —¿Cuándo los astros, el universo y todos los seres van a girar a mi favor?— cierro mis ojos con fuerzas y quitó con brusquedad las lágrimas que mojaron mi rostro. —¡Marco Manson no vale una mierda y no merece tus lágrimas!— dejo salir el aire y me lavo el rostro una vez que me siento más tranquila.
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Aphril se separa de Marco y lo mira con ojo acusador, ella no estaba de acuerdo en lo que había hecho.
—¿Se puede saber que fue todo eso?— le pregunto aún con conocimiento de las acciones de su amigo. Marco la miro, para luego sentarse en su silla.
— Te besé — dijo como si nada, creando esa coraza que siempre él colocaba a la hora de afrontar los temas del corazón.
—¡No te hagas el imbécil Marco, porque esto que has hecho no está bien! ¿Qué te piensas que soy idiota?— Aphril sintió como su corazón se arrugaba, al ver las cosas tan claras y no saber cómo ayudar a aquel hombre que había estado siempre con ella. —Marco, eres un gilipollas, la has dañado y a mí me has utilizado— afirmó las manos sobre la madera del escritorio. Marco la miro y dibujo una sonrisa.
—¿Y ahora eso te preocupa?— dijo con arrogancia. Aphril negó con su cabeza y se alejo tomando su bolso.
—¡ Vete a la mierda Marco!— lo miro con frialdad — Pero déjame decirte un par de cosas. ¿Ves a esa mujer de ahí afuera? Le has roto el corazón con esta mierda que acabas de hacer.— negó con la cabeza, a la vez que escucho la risa ronca de su amigo.
—¡ Esa mujer solo se dedica a largarme veneno con sus palabras! Si ella estuviera interesada en mi, habría accedido — dijo con tranquilidad.
—¡No me digas, quisiste irte sobre ella como si fuese una más...— Aphril estaba furiosa con su amigo. — Que gilipollas eres Marco, tu mismo has dicho que ella no es igual a las demás. Me largo, me has hecho enfadar, solo te diré que deseo con todo mi corazón que abras tus estúpidos ojos y no te des cuenta de todo cuando ya sea tarde— y sin esperar respuesta de su amigo ella salió de aquella oficina, chocando con la mirada verde de Bea, dándose cuenta de que sus ojos estaban rojos. Posiblemente por llorar.
—¡Hasta pronto linda!— dijo la rubia, saliendo de aquel lugar. Dejando a una Bea enfurecida al creer que ahí dentro habían tenido un rapidito.
Pero lo que Bea no sabía era que dentro de aquella oficina había quedado un hombre lleno de rabia y pudo suponer que algo no había terminado bien, cuando escucho un fuerte estruendo y un "Maldita sea " de parte de su jefe.
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Te odio amor
ChickLitUn hombre con muchos demonios, negado a cualquier sentimiento que lo lleve a sentir amor por una mujer. Sus temores a ser la misma bestia que su padre, no le permitía abrir su corazón convirtiéndolo así en un hombre frío, creyendo que nada podría qu...