Capitulo 28

5.3K 297 3
                                    

Bea ingresó a la habitación escuchando los gritos de Marco, soltó una risa al imaginar la desesperación, dolor de bolas y rabia. Pero ella iba a disfrutar con la tortura, él debía aprender a respetar por las buenas o por las malas. Estaba cansada de escuchar su estúpidas indirectas de que la quería, para luego recibir alguna estupidez de su parte. Si después de esto el seguía en la misma postura ella se alejaría de él, ya no le vería la cara. Ella sufría cuando hacía tales cosas , en su mente ese día había imaginado como la polla de Marco entraba en la asquerosa vagina de esa rubia y aquella imagen sumado al mensaje de aquel hombre la habían hecho sentir miserable.

Comenzó a gemir como si se estuviera dándose ella misma placer, gimió con fuerza, soportando las carcajadas al escuchar las amenazas de Marco. Aquel hombre estaba loco, imaginando que su flaca se estaba dando placer ella misma. Pero lo cierto era que Bea simplemente se estaba vengando, se le hizo difícil despegarse de él sin haber culminado con aquel deseo que le desbordaba el cuerpo.

(***)

𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑩𝒆𝒂:

Abro mis ojos lentamente miro en todas las direcciones asustada, hasta que recuerdo todo lo que hice anoche.

—¡Mierda!— me pongo de pies de inmediato, deje a Marco toda la noche amarrado y desnudo, ese hombre va a matarme *Espero sea de placer* pienso, mientras camino sigilosamente hasta la puerta, que está cerrada, no recuerdo haber dejado así la puerta. Sigo caminando en puntita de pies hasta llegar a su habitación, miro en dirección a la cama y no encuentro a nadie. Trago con dificultad ¿Se soltó solo? Estoy jodida, camino unos pasos hacia atrás y siento que chocó contra algo, se que no es la pared, es él y escucho su respiración en mi odio. Me va dejar el culo ardido de tantas nalgas y el coño también me lo dejara ardido, eso quiero que me deje el coño ardido. Anoche soñé que me follaba *Dios* pienso al sentir que arrima su bulto a mi culo. Pero jugaré un poquito más con él.

Miro las escaleras y sin darle tiempo a nada corro al primer piso, escucho sus pasos detrás de mi.

—¿¡Ahora corres como una cobarde!? — los escucho gritar a mis espaldas, cruzó por atrás del enorme sillón de una pieza, pero su mano me detiene, haciéndome caer sobre el sillón y el sobre mi cuerpo, sus ojos no son de enojó, más bien divertidos y con un toque de deseo. Mi corazón late demasiado fuerte. —¡Ahora me follare tu coño de tal manera, que jamás volverás a meter tus dedos en mi coño, porque ese rico interior solo se apretara sobre mi polla, nada te hará soltar tus ricos fluidos— hunde su rostro en mi cuello y luego muerde mi piel enviando una electricidad al centro de mi intimidad que de solo sentir su respiración se moja. —¡Desde que estoy contigo solo eres tú, la rubia la utilice me puse celoso de ese tipejo!— pasa la yema de sus dedos sobre mis pliegues notando mi humedad. —¡Estoy enamorado de ti Bea!— me mira con sus ojos azules y siento como los míos quieren llenarse de lágrimas, pero me niego. ¿Cómo creerle? Él siempre fue tan inestable. —¿Lo dudas verdad?— su confesión, su pregunta y sus dedos torturando mi sexo no es una buena combinación. —Estoy enamorado de ti como un loco, mi polla también está enamorada de ti, solo cobra vida cuando te veo.— saca su dedo de mi interior y lo chupa. Sigue mirándome, su mirada es profunda como nunca antes la había visto —Amo a Oliver, amo tus jodidas venganzas, amo cada parte de tu cuerpo, amo todo de ti — que mencioné a mi hijo hace que un nudo se forme en mi garganta, ellos se adoran y se que él jamás lo usaría. Llevo una de mis manos a su rostro, sintiendo su barba sobre mi palma.

—¡Yo también estoy enamorada de ti!— confieso en un susurro y eso a él le es suficiente para irse sobre mis labios, sus manos tocan cada parte de mi cuerpo, estremeciendo todo de mi. Lo toco con desesperó, lo deseo tanto como el a mí, toco su piel sintiendo sus músculos marcados. La ropa vuela en cualquier dirección quedando así completamente desnudos y así unir nuestros cuerpos, dejándonos llevar por el deseo, pero también por el amor. Porque se que no creía en él, en que jamás me amaría, pero estuve equivocada, juzgando sus acciones, sin saber que quizás se estaba sintiendo igual que yo.

—¡Dios si, si!— gimo al sentir sus estocadas y sentir sus manos amasar mi piel.

—¡Vamos nena, hagámoslo juntos!— su voz sale jadeante y solo eso basta para que mi coño se contraiga y apriete su falo, mientras él inunda mi interior con sus fluidos. —¡Te amo!— susurra sobre la piel de mi cuello.

—¡Te amo!— le digo también sintiendo mi corazón y mi vientre lleno de mariposas.

(***)

Entre risas, carisias y folladas pasaron aquel día. Haber dejado salir sus sentimientos los había hecho sentir más unidos y libres a la hora de expresar lo que sentían.

Se encontraban tirados en aquel sillón que se habían confesado su amor y luego hacer de todo con sus cuerpos. Bea había hablado con Oliver, al igual que Marco.

Eran pasada las siete de la tarde cuando recibió una llamada de Lorenzo. Con una noticia que los alarmó, los lleno de tristeza y temor a lo que pudiera pasarle a Isabella.

—¡Yo iré!— dijo Bea mientras se terminaba de colocar la ropa, con sus ojos inundados en lágrimas y su rostro empapados de ellas.

—¡No, quédate aquí yo te mantendré informada!— se acerco a ella, tomo su rostro entre sus enormes manos y limpio las lágrimas de aquel delicado rostro. Bea hipeo ahogada en el llanto.

—Es mi amiga y la dejé, esto es mi culpa — hundió su rostro en el pecho de Marco. —Yo no debí sacarla de casa, fui egoísta, impulsiva y mala amiga..—

—Shhhh— dijo Marco interrumpiendo aquellas palabras. —Nadie es culpable, eres una buena amiga, siempre has estado para Isabella. Ella te quiso desde el primer día — Bea no dejaba de llorar y reprocharse a si misma.

—Pero yo en un impulso la saqué del lugar donde estaba segura, todo por querer joderte a ti— el labio inferior le temblaba, su voz estaba ahogada en el llanto. Marco beso sus labios y la miro con ternura.

—¡Eres la mujer mas increíble que conocí alguna vez, jamás harías algo con maldad!— seco una vez las lágrimas —Pero ahora por favor quédate aquí, yo iré te mantendré informada, no salgas de este lugar. No sabemos que podría hacer Denis y tú no eres de su agrado. ¿Puedes hacer eso por mi?— ella asintió con su cabeza y lo abrazo con fuerza.

—Tráeme a mi hermana por favor — susurro Bea entre aquellos brazos, para nadie era secreto que aquel par de mujeres se querían como si fuesen hermanas.

—¡La traeremos, sana y salva! Y le contarás todo lo que me hiciste. Lo prometo mi flaca — la voz de Marco salía con dificultad —Mi madre llegará en unas horas, ella se está quedando aquí, anoche estuvo en casa de una amiga — besó sus labios y se fue en busca de su hermana.

Bea se tiró en aquella cama y lloro sin parar, sintiéndose culpable por todo lo que estaba pasando. Había perdido la cuenta de las horas que habían pasado, hasta que sintió el calor de una mano sobre su brazo y se giro asustada, encontrándose con los ojos de Giana, tan rojos como los de ella. Se lanzó sobre los brazos de la mujer y lloraron juntas.

—¡Perdón Giana, no la cuidé!—

—¡Eres la única que estuvo con ella, cuando paso todo aquello, porque yo se lo que mi hija estuvo sufriendo y fuiste tú quien la ayudo. No eres culpable, eres su incondicional!— y así quedaron las dos mujeres llorando en aquella cama, hasta que el sueño les fue demasiado, quedando las dos abrazadas durmiendo.

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora