𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐨:
La veo salir de mi oficina moviendo ese culito que tanto miro, cada vez que puedo. Me mantengo a raya porque se hizo amiga de Isabella, condenada cabrona creo que Isabella hizo eso con doble intención. Aunque me gusta que mi hermana tenga una amiga y más la clase de mujer que es Bea.
Existen días dónde la trato indiferente, pero es que ella me provoca cosas que no quiero. Ahora que se que tiene un hijo, debo ser menos gilipollas, ella tiene un niño que mantener.
No puedo lanzarme a por ella y que deje su trabajo por las ganas de follarmela que tengo, ella no es consciente de lo que genera en mi. La he visto todo este mes, la manera en la que se desenvuelve, conozco ciertas manías de ella. Cómo por ejemplo el tic de tocar su nariz con el dorso de su mano cuando está nerviosa. Ella hace que tenga un sin fin de sensaciones y eso también hace que me retenga, yo no puedo sentir nada por ninguna mujer.
Tomo mi móvil en mis manos, para enviarle un mensaje a Aphril ella siempre está dispuesta y tiene las cosas tan claras como yo. Una vez que recibo un mensaje donde me dice que me espera en su departamento como siempre, dejo el móvil y sigo con mi trabajo. Una buena follada me la sacará de la cabeza, a veces la deseo y la odio al mismo tiempo, por hacerme sentir como nunca antes.
Luego de unas horas termino mi trabajo, miro mi reloj y marcan las siete de la tarde. Me coloco la chaqueta, tomo mi móvil y maletín.
Camino decidido a ignorar a esa Flacucha, abro la puerta y ahí está ella, la muy descarada sonriendo con el mamón del piso anterior a este. Me quedo observando detenidamente como ella toma sus pertenencias y sigue hablando como siempre lo hace ella, con ese aire despreocupado. La escuchó parlotear sin parar con ese infeliz y como este posa su mano en la espalda baja de Bea.
Están de espaldas a mi, esperando el elevador, por lo que camino hasta donde están ellos lo más silencioso que puedo, quiero saber si ellos tienen algo. Alcanzo a escuchar parte de lo que hablan
— Hoy no creo que pueda cariño— le dice está y siento una rabia que hasta mis pelotas se tensan.
— El viernes quizás, pero déjame llevarte a casa— cuánta confianza este cabron.
—¡Señor!— habla Bea al momento que se gira y me mira con esos ojos tan preciosos. Pero me ha dicho señor. Frunzo el entrecejo y la miro sin ninguna expresión.
— Señorita Kaya— le hablo de la misma forma que ella *Y ahora resulta que tienes quince años gilipollas* me reprendo a mi mismo, al darme cuenta que parezco un crío.
—¿Tomara el elevador con nosotros?— pregunta ella curiosa y noto que ya su atención no está en el mamón que tiene a su lado. Siento como las comisuras de mis labios se elevan un poco y solo asiento con un movimiento de cabeza.
Las puertas del elevador se abren e ingresamos los tres a la caja metálica, quedando ella en medio. Su perfume, su maldito perfume hace que me vuelva loco, aprieto con fuerzas mis manos que sujetan mi maletín.
Salimos del elevador, el mamón sale primero y yo dejo que ella salga primero, por caballero y para darle una ojeada a su culo, una última vez al día. Camino detrás de ella sin sacar mi mirada de sus caderas y ese culito rico que se marca en esa falda color crema que lleva puesta.
—¿Acaso se le perdió algo y lo tengo pegado justo en mi culo?— la escucho decir y cierro fuerte mis ojos. Me ha pillado, me maldigo mentalmente.
—¿ Y que te hace creer que te miro el culo flacucha?— la veo elevar una ceja, mira su reloj de muñeca y luego se cruza de brazos.
— ¡Mi horario de trabajo ya terminó!— hace una pausa y camina lentamente hasta mi *carajo me la quiero follar* — La próxima vez que me mire el culo, lo que quedará flaco de tantos palos que le daré será su puto pajarito— y se va, así como si nada se va, sin dejarme defender. ¿Pero esta quien se cree? ¿Pajarito? ¿Acaso le dijo pajarito a mi pene? Maldita mujer, no es la primera vez que ella me insulta. Es una bocasa de mierda. No la corro nada más porque es amiga de mi hermana. *Y porque te la quieres follar* dice mi conciencia.
Me voy hasta mi auto y lo dejo pasar, mañana me las cobraré, la llenare tanto se trabajo que saldrá de aquí en dos días.
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𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐁𝐞𝐚:
Maldito desgraciado, encima de arrogante, mentiroso. Camino rápidamente hasta donde está Jeremy, lo veo reír *será bobo*
—¡ Yo creooooo...— dice llevando su dedo índice a su labio como si estuviera pensando — Que el jefecito te gusta y que le gustas al jefecito!— suelto una carcajada, maldito de mierda.
—Jeremy deja de decir bobadas y llévame a casa... Ese tipo es un gilipollas, ¿Sabes cuántas mujeres en un mes han llegado a aquella oficina para tirarselas?— subo al auto y sigo hablando de mi diario vivir en un mes, por los astros es que Marco no tiene ni media decencia.
—¿ Y tú toda celosa cari?— dice este entre risas
—¡Claro que nooooo!— grito — ¡Ni loca me fijo en un tipo como él!— lo veo que aprieta sus labios para no reírse de mi.
Llegamos a mi casa, me despido de mi amigo y bajo casi corriendo para ir a ver mi bebé, hoy lo extrañe demasiado y según mamá el estuvo bien inquieto.
No alcanzo a dejar mi bolso y abrigo colgado que escucho que llega un mensaje. Lo abro y es él, este hombre no le es suficiente joderme todo el día, que fuera del trabajo también lo hace.
Miro el mensaje y frunzo el entrecejo.
▪️ Señorita Kaya mañana nos quedaremos hasta tarde a trabajar. No se acepta un no.▪️
Aprieto mis dientes y el móvil en mis manos, lo ha hecho en forma de venganza.
—¡Gilipollas!— grito y veo a mamá aparecer por las escaleras con mi Oliver en brazos. Respiro profundo y decido dejarlo ahí, hoy disfrutaré de mi hombrecito.
Mañana me encargo de ese.
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Te odio amor
ChickLitUn hombre con muchos demonios, negado a cualquier sentimiento que lo lleve a sentir amor por una mujer. Sus temores a ser la misma bestia que su padre, no le permitía abrir su corazón convirtiéndolo así en un hombre frío, creyendo que nada podría qu...