Capitulo 39

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ɴᴀʀʀᴀ ʜᴀᴋᴀɴ:

Me encuentro en el calabozo de esta estación policial. Actúe mal, lo se. Joder se que nada lo hice bien, mi abogado viene en camino. Aquel hombre más que un empleado es un amigo y muchas veces me aconsejó que dejara está locura, que era mejor hablar con Bea y lograr obtener el amor de mi hijo de buena manera. Pero verla nuevamente y saberla en brazos de otro hombre revolvió todo en mi. Nunca la había dejado de amar, la dañe y se que fui un imbécil al no permitirme dudar de la palabra de mi madre y no de ella. Las sucias mentiras de mi madre me han dejado miles de consecuencias, me casé con la mujer que ella siempre quiso, la embaracé, pero el desenlace de aquella relación fue algo doloroso, no fui un marido ejemplar, engañe a mi esposa en el momento que más me necesitó, soy culpable de su muerte, cargo en mi conciencia aquella perdida. Sueño cada noche con ella llorando, pidiendo por nuestra hija.

Soy una persona medicada, con un tratamiento psiquiátrico. Mi mente colapso el día que encontré a Darla sin vida en aquella bañera, sin pulso, fría, pálida. Ella había soportado el dolor sola, sin mi. Soy un maldito lo sé.

Muevo mis piernas de arriba a abajo, necesito consumir mi medicación, necesito poner en orden mi vida y mente. El ruido de las rejas me hace elevar mi cabeza, un oficial y mi abogado son lo primero que veo. El oficial se retira y nos deja a solas, mi amigo me mira con reproche.

—¿Qué carajos era lo que pensabas hacer Hakan?.— paso una de mis manos por mi rostro, ni yo sé muy bien que era lo que iba hacer. — Agradece que viajamos contigo, porque te juro que si estuviera en Turquía no movería ni un centímetro de mi culo para venir a ayudarte.— lo cierto es que los hice venir tanto a él, como a su padre conmigo, eran los dos abogados y sabía que los iba a necesitar.

—¡No quería dañarlo!.— camino hasta la horrible banca que se encuentra en esta celda. — Solo quiero...— no puedo hablar, porque nada de lo que deseo vale, lo hice todo mal. Porque así soy, un hombre que actúa bajo los impulsos y luego se arrepiente. —Quisiera no haber dudado nunca de ella.— afirmó mis codos sobre mis piernas y tomo mi cabello con mis manos.

— Te lo dije una vez Hakan, ya es tarde. Solo te queda aceptar lo que ella quiera...— hace una pausa — Ruega que ella no levanté una demanda y que siga siendo aquella Bea, que conocimos alguna vez.— estoy hasta el culo metido en este lío y el único culpable soy yo.

****

Bea ingresaba a la habitación de hospital donde se encontraba su hijo una vez que habían hablado con el médico. Lo miró con amor, recordando todo lo que vivió desde que supo que crecía en su vientre. Ella jamás quiso negarle la paternidad a Hakan, pero fue él quien los alejó. Sintió como dos enormes brazos la rodean desde atrás, el aroma del perfume de Marco invadió sus fosas nasales, mientras reposo su espalda en el pecho de su esposo.

—¿En qué tanto piensas mi amor?.— Marco conocía a Bea más de lo que ella se imaginaba.

—En nada...— quiso mentir, pero no pudo. — En realidad si, la verdad no sé si quiero levantar alguna demanda contra Hakan.— Marco se tensó ante la mención de aquel hombre, pero le molestó aún más el hecho de que ella no quisiera hacer algo contra el hombre que se había llevado a su hijo.

— ¿ Y eso porque?. No lo comprendo Bea.— la soltó de su agarre y camino hasta el ventanal, Bea camino hasta su lado, entendiendo su enojo.

—¡Necesito hablar con él!.— dijo de repente, haciendo que el cuerpo enteró del hombre se tensara, la miró y ella pudo percibir en aquella mirada cuan desconforme estaba con aquella decisión.—No me mires así Marco, debes comprender que necesito saber porque actuó así.—

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora