Capitulo 40

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𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬:

Marco y Bea se encontraban frente al juez dónde se estaba exponiendo la situación de Hakan, al no haber levantado una demanda contra el hombre, él había quedado en libertad ese mismo día de la visita, donde Bea pudo hablar con él. Pero lo que en ese momento se encontraban debatiendo los días estipulados para que Hakan pudiera convivir con Oliver. A petición de Marco como padre del niño legalmente, se había impuesto que dicha visita fuese siempre supervisada por alguno de ellos o sus abuelas. Manson no confiaba en aquel turco, por más que se mostró arrepentido a él no le gustaba para nada aquella situación.

Hakan decidió mudarse a Estados Unidos, estaba dispuesto a querer formar parte de la vida de su hijo, en Turquía nada lo esperaba, sus empresas las podía manejar a la distancia y aquello podía servir para expander su imperio.

Quien no estaba para nada contento era Marco, el castaño sentía que aquel hombre le quería robar lo que el tanto amaba y cuidaba con devoción.

Caminando por el largo pasillo de aquel juzgado, Bea tomo la mano de su esposo y lo miro de reojo algo le pasaba, ella sabía que aquella actitud fría de él se debía a algo. Ingresaron al auto e hicieron el trayecto a su hogar en silencio. Marco apretaba con fuerza el volante, sus ojos fijos en el camino, pero sus pensamientos iban formando escenarios en su mente que para nada le gustaban.

Bea lo miraba de reojo notando que su cuerpo estaba tenso, paso sus pequeñas manos sobre la tela de su falda.

Cuando Marco parqueo el auto en las orillas de su casa, este iba a bajar del auto, pero ella lo detuvo tomándolo del brazo.

—¿Qué te sucede?.— Marco la miró con amor, él necesitaba sacar todo lo que estaba sintiendo, jamás imaginó estar en una situación como está, sentirse con aquel miedo de perder lo que hoy era su vida entera. Dejó salir el aire de sus pulmones y se volvió a acomodar en el asiento del vehículo.

—¿Te reiras de mi si te confieso que tengo miedo?.— la mujer frunció su entrecejo sin comprender a que iba aquella pregunta.

— No me burlare de tí, necesito saber que te tiene preocupado.— lo miró a los ojos, haciendo que Marco amará aún más aquellos ojos verdes que lo habían cautivado desde el primer día que la vió.

—¿Sientes algo por Hakan?.— Bea apretó sus labios hasta que quedaron en una delgada línea, había prometido que no se burlaría, pero es que aquella pregunta le hizo comprender que su hombre estaba teniendo inseguridades, no respondió, porque si hablaba se reiria. —¡Lo sabía, sigues sintiendo algo por aquel infeliz! Y ahora yo perderé a mi mujer y a mi hijo.— paso sus enormes manos por su rostro, se sentía desbastado.

Bea soltó la risa y se trepó entre los asientos, pasando por encima de la palanca de cambios, para lanzarse sobre las piernas de Marco. No le dio tiempo a nada, porque sin permiso alguno le quitó las manos del rostro y se lanzó sobre sus labios, besándolo con amor y deseo. Restregó su centro sobre la bragueta de Marco sintiendo como aquella polla iba cobrando vida. Se apartó de sus labios y lo miró, posando sus delicadas manos sobre el rostro de Marco, sintiendo la barba sobre su palma. Le regaló una sonrisa, al ver la confusión en sus ojos, pero también un destello de deseo.

—¡Te amo, solo a ti. Para siempre!. Hakan es mi pasado y por más que él esté cerca, eso no significa nada para mí.¿Sabes porqué?— dejo caer su frente sobre la de él y cerro sus ojos, sintiendo su corazón latir con intensidad. — Tú hiciste lo que nadie hizo por mi y por mi hijo. Nos amas sin importar nada, pero sobre todo, yo no podría vivir sin tu pajarito mi amor.— abrió sus ojos y se encontró con los azules ojos de su marido. La sonrisa de Marco hizo que ella sintiera alivió, él creía en sus palabras.

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora