Capitulo 18

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El agua de la lluvia artificial corre por su cuerpo, mantiene sus ojos cerrados mientras lava su cabello . Es la tercera vez que lava su cuerpo y aún sigue su aroma en su piel, aunque sospecha que aquel aroma quedó grabado en su mente y lo siente en cada lugar.

Una pequeña imagen fugaz llega a su mente.

—¡Carajo!— gritó, al darse cuenta que le bailo su danza favorita a aquel hombre —¡Bea eres tan idiota!— ya no puede mentirse a si misma, ese canalla la tiene colada por sus huesos.

Luego de su interminable ducha se alista para su trabajo. Por su mente cruzan miles de escenarios al llegar a la oficina y encontrarse que quizás fue despedida, ya que su jefe obtuvo lo que ella tanto había negado.

—Si me dice que estoy despedida, le diré que lo voy a denunciar— decía mientras bajaba las escaleras — Y antes de irme le arrancó sus pelotas, si. Eso es lo que haré— frenó de golpe al ver a su madre parada en la entrada con la puerta abierta, dejando ver a un muy sonriente Marco Manson, mirándola con esos ojos azules que a ella le fascinaban, pero también la perturban.

—¡Oh mire aquí está!— dice Iris, mientras mira a su hija y le guiña un ojo, saliendo de aquel lugar, para dejarlos solos.

—¿Qué quiere?— le dice con los dientes apretados, mientras camina hasta él —¿Acaso vino a entregarme la carta de despido personalmente?— lo miró fijamente, mientras apretaba sus manos en puño.

Marco le sonrió y la miró de pies a cabeza, viendo la falda tubo pegada a su cuerpo y la camisa pegada marcando sus pechos. — ¡Mis ojos están aquí imbécil!— le dejo caer un golpe en el brazo con la cartera.

—¿Despedida?— dijo cuando al fin la miro a los ojos — ¿Me crees capaz de correrte? Que poco me conoce señorita Kalla— dijo en tono de burla, mirando como el rostro de Bea comenzaba a enrojecer cada vez más a causa de la rabia. —Solo vine, para saber cuándo tendrá los resultados de esos análisis que se iba hacer— soltó una risa al ver cómo la mujer apretaba sus dientes, apretaba los puños, pero no decía nada.

—¡Si será maldito! ¿Por qué no me deja en paz?— Marco iba a responder, pero apareció Iris con su canasto de compras para salir al mercado, ya que su hermana estaba en casa para quedarse con el niño.

—¿Aún aquí hija?—

—En este momento estamos saliendo señora. ¿Vamos señorita?— dijo sintiendo como su flacucha le tiraba dardos de fuego por sus ojos.

—Ajam...— miro a su mamá, le dejo un beso en la mejilla — Nos vemos por la noche mamá, dale un besito a mi bebé— y salieron de ahí, Marco la dejo pasar primero y así aprovechar a mirar el culo de Bea.

Iris los miro desde la puerta y sonrió, vio como su hija renegaba con su jefe en la puerta del auto, estudio el lenguaje corporal del jefe.

—¡ Ese par desprende olor a deseo sexual y no se porque, pero creo que el chuponaso que traía Bea en el cuello se lo hizo ese macho!— dijo tía Nora a un lado de Iris, que soltó una carcajada y miró a su hermana una vez que el auto se puso en marcha.

—¡Sabe más el diablo por viejo que por diablo! ¿Verdad Nora?— las mujeres soltaron una carcajada, al darse cuenta que su Bea estaba comenzando a sentir algo por un hombre.

(***)

:𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑩𝒆𝒂:

Estar en un mismo ambiente con este hombre me perturba, pero lo que más me está taladrando la cabeza es su perfume, por Dios. Es que pequeñas imágenes de lo que pasó anoche llegan a mi mente y me hacen apretar mis piernas.

No soy consciente de que el motor del auto paró, hasta que siento el calor de su mano en mi pierna, haciendo que de un saltito.

—¿Qué hace?— pone los ojos en blanco

— Después de la follada... Corrección de las folladas que tuvimos, sigues tratándome de usted — abre la puerta del auto y sale, por lo que hago lo mismo y camino a paso apresurado tras él, toca el botón del elevador que tienen en el estacionamiento.

Cuando las puertas se abren, me deja pasar primero y luego él. Me pongo en un rincón con mis brazos cruzados. No lo miro, muevo mis piernas con nerviosismo.

—¡Esto es una estupidez!— lo escucho bramar, para luego sentir su cuerpo sobre mi, dejándome presionada contra el metal del elevador y su cuerpo. Su rostro se hunde en mi cuello y siento como absorbe mi aroma —No puedes, no recordar lo que hicimos anoche— susurra en mi oído, para luego rozar sus dientes en el lobulo de mi oreja. —¡Vamos Bea, dime qué algo recuerdas!— deja un beso en mi cuello que me hace estremecer. Mi corazón y respiración son un desastre. No quiero decirle que recuerdo algo y que me duele la vagina porque seguramente su polla es bien dotada.

—¡Por favor!— es lo único que logro decir y ni yo misma se, si es un por favor hazme de todo o un por favor suéltame. —Marc...— no puedo terminar porque sus labios chocan con los míos y como la idiota que soy le correspondo, besando sus labios que tanto me fascinan. Mis manos viajan a su cuello, mientras que las suyas van a mis nalgas, siento como las estruja entre sus enormes manos.

—¡Maldita ropa la tuya!— susurra sobre mis labios al querer meter sus manos debajo de mi falda.

Las puertas del elevador se abren dejándonos en el piso de nuestras oficinas, toma mi mano y me arrastra por el pasillo para llevarme a su oficina.

—¡Para, para Marco no!— intento soltar mi mano de su agarre, pero fallo y me ingresa a su oficina. —¡NO!— le gritó a la vez que levanto la mano poniendo distancia. Me mira confundido. —Aquí no... Quiero decir, que no. Esto no está bien.— toma mi mano y deja un beso.

—¡Bien flacucha!— lleva una de sus manos a mi cadera y me arrima a su cuerpo, elevó mi rostro para mirarlo y el acaricia mi rostro.

—¡Aquí no! Por ahora. Pero cuando termine la jornada laboral, quiero llevarte a casa— besa mi frente, dejándome más idiota de lo que estoy. —Ahora a trabajar— me aparto de su cuerpo sin decir más y giro para salir de aquella oficina. Cuando tomo el pomo de la puerta, siento como me da una nalgada en mi culo.

—¡ Eso por no dejarme probar otra vez tu rico coño!— dice cuando lo miro, mientras me guiña un ojo.

—¡Imbécil de mierda!— salgo de la oficina del demonio. Siento calor, mis bragas mojadas y el corazón acelerado.

—¡Y todavía te haces la muy digna Bea!— me reprendo a mi misma.

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora